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Tras abandonar el Torneo Interzonal de Susa 1967, cuando ocupaba el primer lugar, Bobby Fischer inició un nuevo período de poca actividad.
How I became World Champion Vol.1 1973-1985
Autobiografía profesional del mayor genio del ajedrez de todos los tiempos a través del análisis de sus propias partidas. Desde sus más tiernos comienzos. Descubra el mito desde su origen.
La cuarta edición del torneo de Netanya, Israel se jugó del 16 de junio al 1 de julio de 1968. Se conmemoraba el 20º aniversario de la creación del estado de Israel.
“No fue un torneo muy fuerte”, admite el holandés Hans Ree en My Chess, “con muchos maestros, la mayoría israelitas, y unos pocos grandes maestros”.
“Y sorprendentemente ahí estaba Fischer, ya considerado como el mejor ajedrecista del mundo… Estaba con nosotros, como si de repente apareciera Johan Cruyff en su apogeo jugando en un equipo de aficionados la liga de los sábados”.
Fischer se impuso con 11½ de 13 puntos, con 3½ puntos de ventaja sobre sus escoltas. Para él fueron como unas vacaciones.
La razón de jugarlo, según cuenta uno de los participantes, el danés Svend Hamann, en su libro de memorias, es que el polaco-estadounidense Isador Samuel Turover patrocinó su participación con 3.000 dólares. Anteriormente había hecho lo mismo con Fischer para que jugara el Interzonal de Estocolmo de 1962.
El torneo coincidía con el Campeonato de EE. UU., el cual Fischer no jugó al no ser aceptadas sus condiciones económicas.
Charlas con Hans Ree
Fischer eligió como compañeros de charla al británico Michael Basman y el holandés Hans Ree. “Una elección obvia porque éramos de una edad similar”, comentó Ree.
Fischer y Ree se acostaban tarde y caminaban hacia el pueblo, mientras que los trabajadores nocturnos que reparaban las calles siempre lo saludaban al pasar: “¡Hola Bobby!”. Pues “todo el pueblo sabía que él había ido”.
Antes de jugar, Fischer exigió lo habitual en él, espacio y tranquilidad, exigencias que fueron aceptadas, pero que no pudieron ser cumplidas.
En Israel, Fischer “fue la amabilidad personificada”. Aceptó los ruidos del público, con aplausos en momentos críticos, encogiéndose de hombros. Dijo que en Yugoeslavia era peor. Ree vio que, en realidad, a Fischer le encantaba el entusiasmo de los aficionados yugoeslavos.
Ree dejó que Fischer eligiera los temas de las charlas, que casi nunca eran sobre ajedrez: iban desde la inseguridad ciudadana en Estados Unidos, (él tenía dos alarmas en su apartamento de Brooklyn), hasta las elecciones presidenciales de aquel año, donde Fischer no pensaba votar, porque, dijo: “Son todos unos ladrones”.
Opinó que George Wallace, el Gobernador de Alabama, era “probablemente el más honesto”; es llamativo, ya que Wallace era un defensor del segregacionismo.
El favorito de Ree era el Senador Eugene McCarthy, del Partido Demócrata, que quería finalizar la guerra de Vietnam; Fischer consideraba a McCarthy ridículo, y creía imposible que alguna vez llegara a ser presidente de EE. UU., algo en lo que acertó.
Para quien conozca las declaraciones de Fischer en contra de su país de origen, realizadas en sus últimos años, las ideas políticas de Fischer en 1968 le resultarán sorprendentes: ya eran brutales, si bien luego dieron un giro inesperado.
Entonces, como Ree, también quería terminar la guerra de Vietnam, pero Fischer consideraba mejor hacerlo a través de un ultimátum a Vietnam del Norte. Creía que EE. UU. debía amenazar con usar bombas atómicas y, aun lamentándolo, creía que, llegado el caso, había que usarlas.
Ree había leído que durante el torneo de Curazao 1962 Bobby Fischer había hecho declaraciones antisemitas. Le preguntó si era verdad y, si lo era, ¿qué hacía entonces en Israel? Fischer admitió haber sido antisemita, aunque era algo estúpido, y añadió: “Además, soy medio judío. ¿Cómo puedo ser antisemita?”.
Muchos años después este argumento no le pareció válido, aun con la constancia de ser judío, por parte de ambos padres, pero entonces su salud mental ya estaba muy dañada.
Las charlas no eran siempre sobre temas trascendentales. Ree vio que los intereses de Fischer no se limitaban al ajedrez, pues era un gran conocedor de la literatura norteamericana y aún más de la música popular de su país. Conocía casi todas las canciones de Aretha Franklin y leía ávidamente revistas como Mad, Newsweek, Playboy, Time, etc.
En la nota completa, el GM Franco relata más anécdotas de las charlas en las que participó Bobby Fischer, además de analizar una de sus victorias más destacadas en el torneo.
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La solución a este problema será presentada en la siguiente columna del GM Zenón Franco.
Endgames of the World Champions from Fischer to Carlsen
Dr. Karsten Müller nos enseña y explica las finezas del juego de los campeones del mundo.
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