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Este tema ya lo hemos tratado en notas anteriores. Sin embargo, es necesario reforzar el argumento del machismo en los deportes que a menudo no se toma tan en serio como el dopaje, el racismo, la violencia y otras formas de discriminación. Se reconoce que este tema es antiguo y complejo, llegándose al extremo de considerar que el mundo del deporte es el más machista y retrógrado de todas las esferas sociales. Y eso es grave, muy grave...
Sucede que el machismo y el micromachismo en los deportes son, a menudo, vistos como un reflejo del machismo en la sociedad en su conjunto. De hecho, la historia de discriminación contra las mujeres en el deporte ha contribuido a la cultura hiper machista que aún persiste en nuestros días.
El machismo no es un fenómeno abstracto, sino que se manifiesta a través de las acciones coordinadas de los individuos machistas. Se señala que los machistas no son hombres ajenos a la realidad social, sino que están integrados en ella y responden con violencia ante los cambios sociales que promueven la igualdad.
El Mundo, 2015.
De allí que aquellas mujeres que aspiran practicar deporte a menudo se enfrentan a la discriminación y la desigualdad, como que les digan que no pueden practicar una determinada disciplina porque es para niños o que no se puede constituir o financiar un equipo femenino. Además, en contra de ella, conspira la falta de modelos femeninos en el deporte; un problema y reto que debe abordarse.
Para combatir el machismo en el deporte (esto es, el deporte de los macho-men), es importante educar a las personas sobre la igualdad, cambiar las políticas deportivas para promover la igualdad física y promover equipos mixtos en escuelas y centros deportivos, entre otras opciones.
El mundo del deporte ha sido considerado históricamente una esfera de nuestra sociedad dominada por los hombres, lo que ha llevado a una falta de oportunidades y visibilidad para las mujeres atletas.
Una de las conductas más denunciadas como negativas en el ejercicio del deporte y, en particular, la inclusión y desarrollo de la mujer en el mismo, es el denominado “machismo”. Mucho se ha escrito al respecto durante los últimos años y es probable que ya haya consenso respecto a qué es, cuál es su origen e impacto real en ese gran fenómeno de masas llamado deporte.
Por ejemplo, en su trabajo de maestría Ordóñez Otero, N. (2022) cita a Castañeda (2019), quien define el machismo como “El conjunto de creencias, actitudes y conductas que se apoyan sobre dos ideas principales: la polarización de los dos sexos, con una contraposición de lo masculino y lo femenino mutuamente excluyentes; y la superioridad en aquello considerado importante por los hombres”.
Igualmente, a Rodríguez et al., (1993) quienes definen el machismo como “una construcción cultural que genera expectativas de comportamiento, valores y actitudes en torno al hombre, configurando una concepción ideológica basada en la superioridad del hombre respecto a la mujer”.
Según esta autora:
Esto pone de manifiesto una jerarquización social y cultural que incluye una posición de superioridad física y psicológica del varón, una actitud de desvaloración de las capacidades de la mujer, y consecuentemente, una actitud discriminante hacia la misma, a la que se relega una posición subordinada.
De tal manera que el machismo es un término utilizado para describir un conjunto de actitudes, comportamientos, creencias y prácticas culturales que refuerzan y preservan la estructura de dominio masculino sobre la sexualidad, la procreación, el trabajo y los afectos. Está compuesto por ciertas conductas, comportamientos y creencias que promueven, reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. ¡Esto es patriarcado puro y duro!
Pero también puede ser entendido como una actitud en la que el hombre se cree superior a la mujer, haciendo referencia a un conjunto de actitudes, conductas, creencias y prácticas sociales destinadas a promover el enaltecimiento y prevalencia del hombre en perjuicio de la mujer.
Desde esta perspectiva, el comportamiento machista ha sido denunciado como una parte sustancial de la cultura patriarcal que discrimina y oprime no sólo a las mujeres, sino a las personas de la diversidad sexual.
Sin embargo y aunque parezca paradójico, ocurre que el machismo también afecta a los hombres, quienes aprenden desde pequeños a aceptar ciertas conductas y creencias sin cuestionarse y a quienes les da privilegios que las mujeres no tienen.
En opinión de Bonino (2004), los comportamientos violentos y desigualitarios que tienen un impacto más evidente en la sociedad han disminuido en la actualidad en el mundo desarrollado. No obstante, el mismo autor añade que persisten aquellos comportamientos de dominio y control que tienen una menor intensidad, son naturalizados y llevados a cabo de manera consciente o inconsciente. Su normalización los vuelve invisibles, por lo que se ejercen con absoluta impunidad produciendo un daño sordo y sostenido que se agudiza en el tiempo.
Al respecto, este autor define que “Los micromachismos son actitudes de dominación “suave” o de "bajísima intensidad", formas y modos larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente”.
Algunas formas de micromachismo “blandas” pueden ser expresadas en los siguientes términos:
Tanto mujeres como hombres se ven afectados por la conducta machista y sus derivados. Podemos presentar un listado tentativo entre las que destacamos:
Discriminación y opresión de las mujeres al promover la idea de que los hombres son superiores a las mujeres, lo que lleva a la discriminación y opresión de las mujeres en diferentes ámbitos, como el laboral, el educativo, el político, el religioso, el social, el deportivo, etc.
Violencia de género el cual incluye la violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres. La violencia de género es una de las formas más extremas de discriminación y opresión de las mujeres.
Problemas de salud mental al generar efectos negativos en la salud mental de las mujeres, ya que puede llevar a la depresión, la ansiedad y otros trastornos de salud mental.
Limitaciones en el desarrollo personal de las mujeres, ya que les impide acceder a ciertas oportunidades y recursos que están disponibles para los hombres.
Perpetuación de estereotipos de género que limitan la forma en que hombres y mujeres pueden expresarse y comportarse en la sociedad.
Dificultades en las relaciones interpersonales al afectar negativamente las relaciones interpersonales entre hombres y mujeres, ya que puede llevar a la desigualdad y la falta de respeto mutuo.
Sobrecarga de trabajo. Las mujeres suelen tener una sobrecarga de trabajo debido a las expectativas culturales de que deben encargarse del cuidado de la casa y de los hijos. Esta sobrecarga de trabajo puede llevar a la fatiga y el estrés, lo que puede tener efectos negativos en la salud mental de las mujeres.
El machismo es un complejo de conductas y creencias que promueven, reproducen y refuerzan diversas formas discriminatorias contra las mujeres. Por ello es importante reconocer las consecuencias del machismo en la sociedad y trabajar para erradicarlo, generando espacios de reflexión, diálogo y cuestionamiento donde se aborden estos temas incómodos.
El tema del machismo en los deportes es complejo y requiere un enfoque multifacético para abordarlo. Es importante reconocer la historia de discriminación contra las mujeres en el deporte y trabajar para promover la igualdad y la diversidad en todos los aspectos del mundo del deporte.
Es importante reconocer cómo el machismo afecta la salud mental de las mujeres y trabajar para erradicarlo, generando espacios de reflexión, diálogo y cuestionamiento donde se aborden estos temas incómodos
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