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La Estética es una rama de la filosofía que estudia el arte y sus cualidades. Entre dichas cualidades está la belleza; y, para su estudio, con base en la concepción filosófica occidental, se plantean dos posiciones extremas: la objetivista y la subjetivista.
La primera sostiene que la belleza es inherente al objeto que se reconoce como bello; esto implica que se trata de una cualidad propia del mismo. Mientras que la segunda, estima que la belleza de un objeto depende de la apreciación que de este objeto haga el sujeto. Esto significa que la belleza no es cualidad propia del objeto, sino que –al contrario- depende de la valoración que pueda hacer el sujeto que la percibe.
También la belleza es entendida como valor, o “la cualidad que hace aparecer un objeto como valioso desde el punto de vista estético”.
En el ajedrez, la belleza ocupa un lugar privilegiado a los ojos de los jugadores y compositores.
En esta disciplina, la belleza es un constructo que se expresa a través de la distribución armónica de las piezas en el tablero de ajedrez y a los aspectos geométricos de la coincidencia de fuerzas, etc. Además, mediante las expresiones de belleza observadas en la realización de juegos técnicos de alto nivel y la demostración de estudios y finales artísticos.
Estas concepciones están ligadas a la perfección y firmeza de una idea táctica o estratégica, a la percepción de la dinámica y el ritmo de las piezas en el tablero de ajedrez y a la excepción de las reglas en la resolución de problemas complejos, posiciones de considerable carácter artístico.
Una forma de reconocer la belleza en una partida de ajedrez o estudio, es a través de los llamados Premios de Belleza que se otorgan en muchos torneos desde hace más de 140 años.
Históricamente el Premio de Belleza o de Brillantez, es un galardón o reconocimiento otorgado a la partida más bella de un torneo de ajedrez; inclusive, a composiciones, estudios o resolución de un problema ajedrecístico en particular. El premio a la belleza se otorgó por vez primera en un torneo jugado en la ciudad de Nueva York en 1876; estableciéndose definitivamente, desde el Torneo de Hastings 1895; esto es, desde hace unos 125 años.
En los eventos ajedrecísticos en los cuales los organizadores conceden este reconocimiento, se nombra con anterioridad un grupo de especialistas o maestros, que examina y evalúa cada una de las partidas jugadas; escoge un pequeño grupo de partidas candidatas y, con base en una serie de parámetros técnicos, las condiciones del evento y los valores estéticos encontrados, procede a la designación de la ganadora.
Tarrasch, uno de los grandes campeones del ajedrez universal de comienzos del S. XX expresó en una oportunidad que “La belleza de un movimiento no se refleja sólo en su apariencia, sino en el pensamiento detrás de él”
Con base en este criterio, la belleza ajedrecística tanto en la partida viva, como en la composición del problema y el estudio, debe reunir determinadas condiciones de entre las cuales cabe señalar:
Estos son algunos de los requisitos que ha de reunir la partida de ajedrez, o cualquiera de sus fases y posiciones, para alumbrar la belleza. En definitiva, dichos requisitos responden, en un sentido abstracto más amplio, a leyes universales que presiden toda creación artística.
Así mismo existe un conjunto de elementos que influyen sobre la percepción de los ajedrecistas para considerar como bella o brillante una combinación o secuencia de planes y jugadas a lo largo de una partida en particular.
Según Sukin, I. (2007), entre tales factores podemos citar: conveniencia, disfraz, sacrificio, corrección, preparación, paradoja, unidad y originalidad. Seguidamente el referido autor hace una descripción general de cada uno de ellos:
Tal y como hemos visto, los premios de belleza en ajedrez o premios a la brillantez de una partida tienen su propia legislación. En todo caso, se trata del reconocimiento y tributo -dado por la organización de un evento- a aquellas producciones excepcionales en las que se manifiesta con mayor potencia, aquello que llamamos belleza ajedrecística.
Recientemente, el GM Alexei Shirov de España obtuvo el premio a la Partida Más Bella de la Olimpiada de Ajedrez 2020.