Fue entre aquella época de máximo esplendor y su enfrentamiento con Kaspárov por otro título del mundo que Smyslov, uno de los jugadores soviéticos más grandes de todos los tiempos, recaló en Boedo.
Cuando Vasili Smyslov y Sergio Negri se dieron la mano,las fuerzas dispares encontraron un equilibrio. Era el momento cero de la disputa, en medio de un maremoto de expectativa y ansiedad. (…)
Aquel 2 de diciembre de 1978 era imposible que alguno de los treinta y seis jugadores que había sentado el club frente al campeón le hiciera fuerza en esa exhibición de partidas simultáneas. Pero lo imposible no cabía en Boedo (…)
Bajo los tablones del Gasómetro, cuando faltaban todavía 25 jugadas para el desenlace, Sergio Negri había tomado una ventaja decisiva sobre el campeón.
Cuando se volvieron a dar la mano(5), Smyslov miró a los ojos del muchacho y, en español, le soltó un presagio: ´Te felicito, Sergio, tendrás un gran futuro. Serás figura´