De acuerdo con la escritora de Chicago, el hecho que la reina del juego del ajedrez apareciera en esa época se deriva del mérito y el éxito social y político de toda una serie de mujeres ejemplares que ejercieron el poder durante la edad media occidental: Toda Aznárez de Pamplona; Ermesinda de Carcasona, condesa de Barcelona; Urraca, reina de León y Castilla; Isabel la Católica, reina de Castilla; Adelaida de Borgoña, Teófana, Constanza de Sicilia, emperatrices del Sacro Imperio Romano; la gran condesa Matilde de Toscana; Leonor de Aquitania, reina de Francia y de Inglaterra; Blanca de Castilla, reina de Francia; Margarita I de Dinamarca, Noruega y Suecia, etc. podrían añadirse más y más entradas a esta nómina medieval que no tiene parangón en el mundo árabe, persa e hindú, y que, según el autor de "MetaJaque", hace intuir que hubo dos pasos intermedios en aquel proceso de aparición de la pieza. El primer paso es que la Dama o Reina aparece para ocupar un vacío simbólico: la necesidad de adaptar la nomenclatura del ajedrez indo-persa-árabe a la visión del mundo feudal; en concreto, la reina sustituye la alferza, que solo era una pieza más de entre las seis que conforman el juego, todas ellas necesitadas de reinterpretación cuando el ajedrez llega a Europa. El segundo paso, hay que matizar, es que el protagonismo político femenino en la edad media occidental quizás no se explica tanto por las virtudes o cualidades de unas mujeres concretas frente a las de otros lugares como por la propia lógica de la sociedad feudal que, aunque tendía a relegar a la mujer frente al hombre, dentro de un marco patriarcal y misógino, no podía prescindir de ellas para ciertos roles que garantizaban la reproducción del mismo sistema.
¿Era la reina Isabel la Católica?
La primera alusión a la reina del ajedrez aparece en un poema escrito en valenciano hacia 1475 titulado Scachs de amor, del cual son autores el caballero Francesc de Castellví, el ciudadano Narcís Vinyoles y el clérigo Bernat Fenollar, conservado en un manuscrito que no llegó a publicarse en su momento y que seguramente desapareció durante la Guerra Civil española. En Scachs de amor se reproduce por primera vez en la historia una partida de ajedrez con las reglas modernas del juego, que se extenderían rápidamente por Europa a partir de la publicación el 1495 del Llibre dels jochs partits dels scachs en número de 100 de Francesc Vicent, judío valenciano converso que pronto tendría que huir a Italia. Afortunadamente, un bibliófilo catalán de renombre, Ramon Miquel i Planas, fotografió íntegramente el manuscrito de Scachs de amor en 1914 y lo tradujo al castellano en prosa.
En relación con todo esto, hasta ahora la opinión más generalizada atribuía la creación de la dama del ajedrez fundamentalmente a la figura de Isabel la Católica, reina de Castilla. Pero no todas las opiniones expertas son coincidentes en este aspecto y en el estudio no concluyente de la norteamericana Marilyn Yalom se tiene que añadir el trabajo del periodista y cronista oficial de la ciudad de Segorbe, Rafael Martín. Esta es su tesis: la reina a la cual se invoca en el poema Scachs de amor de Castellví, Vinyoles y Fenollar, contemporáneos de Francesc Vicent, no es Isabel I de Castilla, monarca, al fin y al cabo, extranjera para todos ellos, sino Maria de Luna (Segorbe, 1357 - Vila-real, 1406), esposa de Martín el Humano (un rey con una buena colección de juegos y libros de ajedrez), reina de Aragón, señora de Segorbe y nacida y enterrada también en Segorbe.
No en balde, según el mencionado Rafael Martín, “la misma base documental en la cual se ha apoyado la identificación con Isabel la Católica lo desmiente”. En concreto, en la estrofa 54 del poema original se dice textualmente que, a la reina, en el acto de su proclamación, se le otorgó el pomo, el cetro y la silla (el trono): “Mas nostre joch de nou vol enremar-se / de stil novell e strany a qui bé·l mira, / prenent lo pom, lo ceptr·e la cadira, / car, sobretot, la Reyna fa honrar-se. / Donchs, puix que diu que més val e més tira, / per tot lo camp pot mol bé passejar se, / mas torçre no, per temor ni per ira. / Quant més se veu la libertat altiva, / més tembre deu de caure may cativa”. En este sentido, Ramon Miquel i Planas interpretó que “lo pom” se trataba de la espada, lo cual llevó a los autores posteriores a identificar la reina con Isabel la Católica, puesto que según la tradición fue la única monarca que recibió la espada en su coronación.
Pero, según el cronista segorbino, “lo pom” hace indudablemente referencia al orbe, a la bola del mundo que, con cruz o sin cruz, se entrega a los monarcas en la coronación, y, por el contrario, “los cronistas coetáneos que describieron el acto de proclamación de Isabel como reina de Castilla el 13 de diciembre de 1474 en Segovia se detienen en numerosos detalles pero no hay ningún comentario al pomo ni al cetro, mientras que sí que lo hacen para otros elementos como las varas de la justicia, las claves del alcázar o el pendón real de Castilla”. Sin embargo, se propuso como hipótesis que el poema Scachs de amor podría haber sido escrito en homenaje a la reina castellana, también por la proximidad cronológica de los dos hechos. Esa es la versión, por ejemplo, que defiende el historiador chelvano José Antonio Garzón Roger en su obra El regreso de Francesch Vicent. La historia del nacimiento y la expansión del ajedrez moderno (Generalitat Valenciana, 2005).
Rafael Martín encuentra en esto una serie de contradicciones y considera “ilógico” que después de los conflictos que se habían producido entre la Corona de Aragón y la de Castilla a lo largo del siglo XV, unos autores valencianos dedicaron su creación a Isabel. Tampoco encuentra razonable que una “obra literaria que desarrolla una partida de ajedrez fuera para una reina que odiaba toda clase de juego” y, de hecho, también resulta extraño que “si realmente se tenía la intencionalidad de obsequiar y reconocer la labor de la soberana”, finalmente la composición no se publicara, en un momento en que la imprenta ya había llegado a Valencia. En el mismo sentido apunta el hecho que en la fecha en que supuestamente se escribió el manuscrito Isabel tan solo llevaba unos meses como reina de Castilla y todavía no era reina de Aragón, puesto que su suegro, Juan II, padre de su marido, Fernando, vivió todavía unos cuántos años más, hasta 1479.
En definitiva, con todos estos datos en la mano, se abre la posibilidad de buscar una reina alternativa a Isabel que cumpla con todos los detalles que se le atribuyen en el manuscrito, una acción que no resulta demasiado difícil, dado que, en el ámbito de los escritores del poema, hubo muy pocas reinas que fueron coronadas con los tres elementos mencionados.
¿Era la reina Maria de Luna?
Centrándonos en la Corona de Aragón, aunque las mujeres no podían acceder al trono como reinas titulares –según se decía, por la “costumbre”–, sí que se conocen algunas reinas que fueron coronadas, para reconocer pública y simbólicamente su papel como las señoras más poderosas de todos sus dominios. Se conocen cuatro casos: Leonor de Sicilia, tercera esposa de Pedro el Ceremonioso, coronada el 5 de septiembre de 1352 en la catedral de Zaragoza; Sibila de Fortiá, su cuarta esposa, el 30 de enero de 1381; Leonor de Alburquerque, casada con Fernando de Antequera, el 14 de febrero de 1414 en la catedral de Huesca; y finalmente, entre las dos últimas, Maria de Luna, esposa del rey Martín el Humano o el Eclesiástico.
En concreto, la historia cuenta que en 1396 la inesperada y enigmática muerte de Juan I, cuando practicaba caza, cogió desprevenido a su hermano Martín, ocupado en la pacificación de Sicilia y en el hecho de asegurar el dominio de la isla para su hijo, Martín el Joven, por lo que su esposa, Maria de Luna, asumió el gobierno de la Corona de Aragón durante más de un año como lugarteniente general. Durante esa regencia, Maria defendió con fuerza los intereses de su marido ausente contra las conspiraciones de la reina viuda, Violante de Bar, que pretendía mantener su linaje en el trono, alegando que estaba embarazada; a la vez, también tuvo que resolver la grave situación creada por las pretensiones en paralelo de su sobrino, el conde de Foix, casado con una hija de Juan I.
Maria demostró unas capacidades extraordinarias como estratega y diplomática y cuando el rey Martín volvió a sus dominios, consciente del esfuerzo y el interés que ella había mostrado en la defensa de sus intereses y los grandes dotes de mando que había evidenciado, decidió tributarle el debido reconocimiento. Martín fue coronado el 13 de abril de 1399 en la catedral de Zaragoza y reservó para su mujer, Maria de Luna, la fecha del 23 de abril, festividad de San Jorge, seguramente la más importante del conjunto de la Corona por el gran simbolismo religioso y político que tenía entonces esa advocación. ¿Podría ser, por lo tanto, ella la Reina del Ajedrez? La posición de Rafael Martín al respeto no resulta baladí. Apunta, sobre todo, que “lo pom”, como se ha dicho hace poco, no se puede vincular a la espada que se atribuye a la coronación de Isabel la Católica, sino que era un elemento empleado en el ceremonial de coronación de los monarcas aragoneses –que lo adoptaron remotamente de los emperadores bizantinos– para referirse a la bola, coronada a menudo con una cruz, que simboliza el mundo, el orbe, sometido al monarca.
Y todavía más: “lo pom, lo ceptr·e la cadira” fueron reiteradamente utilizados en la coronación de reyes de la Corona de Aragón, y también en la de Maria de Luna el 23 de abril de 1399 en Zaragoza. Así lo explicita la crónica “De la coronació del rey en Martí e reyna Maria, muller sua”, que narra como: “La reyna se agenollà e lo senyor rey posà-li la corona al cap, e lo ceptre en la mà dreta, e lo pom en la sinistra. E mès-li un anell de diamant en lo dit. E besà-la en la boca. E la senyora reyna besà-li la mà”. De hecho, tal crónica fue copiada por Pere Miquel Carbonell, el encargado del Archivo Real a partir de la década de 1470, justo cuando Castellví, Vinyoles y Fenollar compusieron Scachs de amor. Maria de Luna, además, no solo mostró sus dotes de buen gobierno al inicio del reinado de Martín el Humano, sino que, durante sus diez años como reina, hasta su propia muerte en 1406 en Vila-real, intervino en numerosos asuntos políticos de la Corona, con especial atención en el Reino de Valencia, donde poseía el condado de Jérica, Segorbe, la Vall d'Uixó, Llíria, Paterna o Alcoy. Francesc Eiximenis, no en balde, afirmó de ella que: “viu així com se pertany a dona excel·lent e sàvia e de muller de tan gran senyor, en molta honestat e bonesa, e per aital se fa tenir devant Déu e devant hòmens”.
¿Una reina alegórica?
En definitiva, los argumentos que vinculan la primera mención a la reina del juego del ajedrez con la figura de Maria de Luna no parecen nada desacertados. Es mucho más que plausible suponer que tres naturales del Reino de Valencia y que recurrentemente ocupaban ciertos cargos u oficios relacionados con la administración de la Corona de Aragón, como eran Francesc de Castellví, Narcís Vinyoles y Bernat Fenollar, estuvieron familiarizados con aquel ceremonial que se había utilizado en la Corona de Aragón al menos entre el siglo XIV y principios del XV, y recurrieron a él en la estrofa 54 de su composición. Parece más plausible que la suposición que pretendieron insertar una alusión en un detalle de la coronación de Isabel I de Castilla que ni siquiera se corresponde con el que se explica en su texto.
Llegados a este punto, solo nos queda preguntarnos, al igual que Felipe Martín, qué pretendían los autores con aquel verso y la respuesta es clara: alegorizar la nueva pieza del ajedrez con una reina del mundo real. En todo caso, ¿hay que suponer que aquellos tres poetas tuvieran que elegir necesariamente a Isabel I de Castilla, una reina coetánea pero extranjera, o a Maria de Luna, una reina autóctona pero desaparecida setenta años antes? No hace falta, evidentemente. Scachs de amor es, en definitiva, un poema alegórico que hace referencia, en general, al orden social y político de la edad media, de forma que podemos cerrar así el círculo, llegando nuevamente a las tesis de Marylin Yalom que Martín nos reseñaba al principio de estas líneas: "Castellví, Vinyoles y Fenollar pudieron tener en mente las dos reinas como ejemplo de todas las reinas", que es el sentido final de su alegoría. Pero solo una cosa es bien cierta: su Reina del Ajedrez fue una reina coronada con los mismos elementos con que lo fueron algunas de las reinas de la Corona de Aragón.
Comentarios y reacciones de otras fuentes
Por Sergio Negri
Se publicó en ChessBase una nota planteando la equivocada hipótesis sobre que la pieza de la reina es un descubrimiento español de fines del siglo XV cuando hay demasiados testimonios anteriores en otras geografías sobre su existencia y difusión.
Lo único que podría legítimamente plantearse es que el empoderamiento ese trabajo es un atributo español, pero no su aparición y presencia.
El primer texto en que se habló de la regina es de fines del siglo X. Y hay muchos más procedentes de diversas geografías, hasta que en España se la acepte (tardíamente).
Esa tesis nacionalista tan equivocada debería ser matizada y contrastada con miradas más universales en un medio tan importante como ChessBase, para no seguir propagando ese error en el que se cae por visiones excesibvamente localistas.
Sobre el tema, del que mucho investigué como creo que sabrás, me publicaron del todo recientemente un artículo en Jot Down Sport que me gustaría que revisaras.
Está en https://sport.jotdown.es/2023/09/13/el-origen-de-la-reina-en-el-ajedrez-que-no-es-espanol-sino-de-todos/.
Otra reacción por Felipe Martín, publicada en la web de MetaJaque...
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