
La clave está en que el número de partidas distintas de ajedrez que pueden jugarse (un uno seguido de 123 ceros) es mucho mayor que el de átomos en el universo conocido (un uno seguido de ochenta ceros). Y ese número aplicado al go es 300 veces mayor, aunque algunos expertos en ambos juegos sostienen que el ajedrez es más rico en cuanto a ideas estratégicas.
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