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Esta hipótesis no puede ser constatada fehacientemente, aunque se la debe considerar muy probable, teniendo en cuenta que otros juegos, los de barajas, fueron en 1895 presentados por Louis Lumière en Partie des Cartes, un cortometraje de 43 segundos. En igual sintonía, Une partie de cartes fue, de hecho, el primer film que se le debe a Méliès: es de 1896 y tuvo una duración de 67 segundos.
La primera vez en el que el ajedrez habría sido representado en la cinematografía habría sucedido en octubre de 1899 cuando, en el marco del cine mudo de tan reciente creación, se estrenó en Londres, Inglaterra, A game of chess and kisses.
Ese film fue producido por Gas Films contando con la dirección de un pionero del cine inglés, George Albert Smith (1864-1959), cuyas iniciales dan precisamente nombre a la productora de marras.
Se trata de un trabajo perdido, por lo que no sabemos sus reales alcances. No obstante se aprecia desde su propio título la referencia al juego por lo que podría ser conceptuada como la primera experiencia fílmica en la que el ajedrez tuvo presencia. En ese sentido, se ha asegurado que se trata de una comedia en la que hay al menos una escena en la que un ajedrecista, tras ponerse una gorra, es besado por su contrincante. De ahí lo de “besos y ajedrez” del título del film.
Aún en la incertidumbre, lo importante de este antecedente es constatar cómo el juego alumbra en una fase tan temprana de un portento cultural que recién comenzaba a dar sus primeros pasos.
Es que, al momento de producirse su primera exhibición, estábamos temporalmente a sólo cuatro años del que se considera el primer hito del cine, al menos desde la perspectiva del espectáculo, ese que se produjo el 28 de diciembre de 1895 cuando, en París, Francia, se hizo la primera presentación pública de una película.
El carácter de cine mudo, más allá que puede parecer claro como concepto, podría no obstante ser relativizado ya que, al momento de las respectivas proyecciones, en esos tiempos fundacionales, se solía recurrir a la música en vivo (en algunos casos incluso con orquestas). Ergo, la cualidad de silente aplica sólo para lo que sucedía en cuanto al producto de la elaboración del film, mas no en lo que iba a acontecer a la hora de su puesta a consideración del público.
Un próximo film con el ajedrez como centro de las miradas, del que afortunadamente se conserva registro visual, es A Chess Dispute el que, en el mes de agosto de 1903, se presenta en Londres, Inglaterra.
Se trata de un cortometraje sin sonido, que dura un minuto y nueve segundos, registrado por supuesto en blanco y negro (la única posibilidad cromática de esos tiempos), dirigido por Robert W. Paul (1869-1943).
Consta de una única y potente escena, filmada por una cámara fija, en la que intervienen tres actores, de los que sólo se puede identificar a uno de ellos: Alfred Collins (1866-1951).
Chess Dispute es un paso de comedia bastante esperable, en el que se visualiza a dos jugadores disputando una partida de ajedrez, tal como sugiere el título.
Uno comete un acto tramposo, al mover dos veces consecutivas sus piezas, en un momento de distracción de su rival, hecho que habrá de generar una discusión entre ambos, y un crescendo del conflicto, derivando la situación en una pelea que pasa de lo verbal a lo físico.
Desde el punto de vista técnico, y más allá de su vínculo con el juego, es interesante señalar que A Chess Dispute constituye la primera película en la que parte de la acción transcurre fuera de la vista del espectador. El plano visual muestra un espacio, por debajo del cual, transcurre la principal acción de pugilismo entre los contendientes quienes, por momentos, asoman parte de los respectivos cuerpos y dando pistas de la lucha física que sostienen por aquella reyerta que tuvo un origen ajedrecístico.
Este recurso, el de sugerir sin mostrar, que aquí aparece como novedoso, luego será empleado, una y otra vez, en la cinematografía mundial.
Y a esa innovación se le agrega otra, que a nosotros particularmente nos interesa: esta es la primera película que ha llegado a nuestros días desde esos comienzos fundacionales del cine mudo, en el contexto de una trama en la que el ajedrez asume un exclusivo protagonismo.
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