Leontxo opina:
"A pesar de la mala traducción al español y algunas exageraciones, la serie es muy recomendable"
Si esta fuera la primera aparición —y no la enésima— del ajedrez como trama principal de una novela, película o serie, la lectura sería muy positiva, sin matices: desde niña, Harmon encuentra en su gran talento para el deporte mental un refugio balsámico contra su peligrosa adicción a los tranquilizantes. Aunque es harto improbable que alguien pueda brillar como ajedrecista si juega drogado, esa aplicación terapéutica es muy verosímil, y está incluso respaldada por varios estudios científicos y largas experiencias internacionales (la principal referencia mundial es lo que se hace en Extremadura por parte del Club Magic desde hace 12 años) que demuestran la enorme utilidad del ajedrez para personas con drogodependencia, síndrome TDAH, autismo o Asperger, trastornos mentales graves, síndrome de Down… así como ciegos, otros discapacitados, reclusos y un largo etcétera.
El problema está en la enorme abundancia de ese tipo de tramas. Quien haya visto o leído varias obras sobre ajedrez tenderá a deducir que solo resulta adecuado para personas especiales. Pero la realidad es muy distinta: la inmensa mayoría de los jugadores, ya sean profesionales o aficionados, no pertenece a ninguno de los grupos mencionados en el párrafo anterior. Y muchos menos todavía son maníacos, depravados o asesinos, como se ve con irritante frecuencia en libros y pantallas. Por fortuna, hay películas —pocas— en sentido contrario, como la deliciosa La Reina de Katwe, o la estimulante Los caballeros del Bronx.
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Para leer el artículo completo de Leontxo García en la "Bitacora de Leontxo" en El País...