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Esta avasallante cantidad de datos, noticias y contenidos, nos está conduciendo a una paradoja: día a día contamos con un mayor acceso a más y más información, pero, también observamos que nuestra capacidad de atención no se incrementa.
Una primera hipótesis surge al estimar que la mente humana se está quedando “rezagada” respecto a sus habilidades para recibir, procesar y responder ante esta masa creciente de contenidos de distinta naturaleza y origen. De esta conjetura se deduce que nuestra atención tiene sus límites, por lo que no podemos seguir considerándola infinita.
Evidentemente, esta realidad tiene impacto en todas las ramas del conocimiento y en todas las áreas de organización de nuestra sociedad: la política, finanzas, educación, sociología, salud y deportes; entre muchas otras. En tal sentido, se habla de un nuevo concepto, el de la “economía de la información”
En 2002, los economistas Thomas H. Davenport y J. C. Beck publicaron el libro “The Attention Economy: Understanding the New Currency of Business” el cual fue analizado por Michael Goldhaber, quien según especialistas “eleva el concepto de Economía de la atención al nivel de modelo económico emergente
Godhaber (2016), considera que las transacciones de atención se han convertido en sustitutas de las financieras; de tal manera que el constructo economía de la atención está referido a “la limitada capacidad de las personas para captar información, de ahí que haya que llevar un filtrado para recibirla y procesarla”.
Ahora bien, nos podríamos preguntar ¿qué relación puede existir entre el término economía de la atención, con una actividad mental como la de jugar al ajedrez?
En respuesta a esta interrogante, referimos que, en enero de 2020, el periodista argentino Sebastián Campanario del diario LA NACIÓN de Buenos Aires, publicó un artículo titulado “Del ajedrez al coeficiente de Kardashian": lo último en economía de la atención.
En dicho artículo, Campanario establece conexiones entre el concepto “Economía de la atención”, la desmedida exposición de los niños a las pantallas de celular, tablets, videojuegos juegos, etc. y la práctica del ajedrez. También se refiere el trabajo realizado con sus hijas por parte del profesor húngaro Lázsló Polgar.
Pero, ¿qué significado tiene la expresión economía de la atención? La definición de este constructo es interesante tanto para los docentes, los entrenadores y padres de nuestros niños.
Fue Michael Goldhaber quien, en 2016, definió el constructo economía de la atención como aquella “economía que se genera en torno al sistema de producción y reparto distribuido de Internet”.
En ese sentido, José Alcántara, J. en su blog Versvs, afirma que “Lo que más valioso resulta hoy día es ese acto consistente en atender, No el hecho de descargar páginas, películas o música, ni el hecho de acumular centenares de cd’s con información, sino el hecho en sí de prestarles voluntariamente nuestra atención a esa información: Leer un texto, entenderlo; oír música y pensar en la letra; dedicar dos horas a ver una película; abrir un correo electrónico basura.
De este modo, la atención se convierte en un bien preciado, por lo escaso y, sobre todo, por lo decreciente: mientras los ordenadores, la velocidad de proceso y de conexión a la red son cada vez más abundantes …
Nuestro tiempo es escaso, el tiempo que podemos destinar a atender a nuestras cosas decrece convirtiéndose en un bien valioso. Algo por lo que todos querrán pelear, generando escasez, queriendo ser ese punto al cual dediquemos nuestros cinco minutos de atención diarios”.
En este sentido y siendo el ajedrez la disciplina deportiva más cercana a las distintas expresiones de la tecnología digital, es importante tener en cuenta el efecto que la economía de la atención pueda tener sobre el desempeño del joven ajedrecista; inclusive, durante su proceso de formación. Y lo afirmamos porque la ciencia cognitiva ha verificado que los procesos de atención y concentración son fundamentales para el ejercicio del ajedrez.
Es por esta realidad que se justifica que los ajedrecistas que se encuentren en cursos de ajedrez, programas de entrenamiento o competencias, no deban ingresar recurrentemente a sus celulares o tablets para ver nuevas notificaciones, información, correos de familiares y amigos o simple publicidad.
De hecho, por este motivo y por el de las potenciales trampas, la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), decidió que en sus Leyes y Reglamentos se establecieran artículos específicos relativos a la prohibición de dispositivos electrónicos.
Por ejemplo, el artículo 11.3.1 dice:
“Durante la partida está prohibido que los jugadores hagan uso de cualquier tipo de notas, fuentes de información o consejos, o analizar alguna partida en otro tablero”.
Mientras que el 11.3.2.1 establece
“Durante una partida está prohibido que un jugador tenga cualquier dispositivo electrónico no aprobado específicamente por el árbitro en el recinto de juego”.
¿Y qué sucede si un jugador viola estas normativas? En eses caso se aplicaría el contenido del artículo 11.3.2.2
“Si es evidente que un jugador lleva encima un dispositivo de ese tipo dentro del recinto de juego, perderá la partida. El adversario ganará. Las bases de un torneo pueden especificar una sanción diferente, menos grave”.
En todo caso, debemos saber que cada día se hacen públicas nuevas investigaciones sobre el uso inadecuado de dispositivos electrónicos y redes sociales con alto poder de captación de la atención humana; así como también se multiplica la difusión de los resultados de efectos nocivos de la exposición a pantallas y otros sistemas digitales.
Para ampliar este contenido, seguidamente anexamos el artículo de Sebastián
Campanero “Del ajedrez al "coeficiente de Kardashian": lo último en economía de la atención.
Fuentes: