La poeta argentina Alejandra Pizarnik y el ajedrez

por Sergio Ernesto Negri
29/04/2021 – La poeta argentina Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 bajo el nombre Flora Pizarnik Bromiquier en la ciudad de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Demasiado tempranamente, el 25 de septiembre de 1972, dejaría de existir. Pero, a lo largo de su vida, dejaría hermosos trabajos poéticos que hicieron que se la considere, en su género, una de las mejores plumas argentinas. De su rico poemario hay uno que específicamente que nos conmueve ya que está dedicado al juego y se titula precisamente, Ajedrez. Fue incluido en su primera obra, La tierra más ajena, que publicó en 1955, cuando contaba diecinueve años de edad. | En la foto histórica: Alejandra Pizarnik

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Ajedrez

(De Alejandra Pizarnik)

“todavía la enclítica no destruye

los peones reverentes ante él

millares de montañas

revientan exquisitas

delante del sol rojo

(no sol amarillo)

pensar innato en moldeadas rejas

torta trashumeante de vela sin fogón

quisiera ser masa lingüística para cortarle la barba

ondas en preciosa lumbre

alzar bandera gratuita

kilómetros de nueces

y golpes en relevante torniquete”.

Una idea clave de esta trabajo, y de otros posteriores de la autora, residen en la posibilidad de trasmutación. Por eso podría haber planteado en el poema la idea de querer ser una masa lingüística; por eso quizás nos hable de una torta de continuo movimiento, por lo que tendrá la característica esencial de trashumeante (un neologismo delicioso); por eso, al sostener que la enclítica no destruye los peones, aplica un concepto extraído del terreno lingüístico a otro que se da en un plano del todo corpóreo, yuxtaponiendo universos diversos. Podríamos preguntarnos, entonces: ¿el poema se llama precisamente Ajedrez, al ser este un espacio en donde todas las transformaciones, todas las transmutaciones, todas las metamorfosis, podrían llegar a ser posibles?

La Argentina, con este, propone tres poemas bajo el título Ajedrez. ¿Hay otros países que pueden proponer algo similar? Por supuesto, evocamos los sonetos de Jorge Luis Borges (1899-1986), pero también los menos conocidos versos de Arturo Capdevila (1889-1967). Y esa trilogía se transforma en tetralogía si recordamos el Ajedrez de País Central de Alberto Laiseca (1941-2016) en donde se alude al xiang-qi chino. ¿Cuántos países pueden evidenciar una riqueza poética específica tan rica dirigida al milenario juego?

Volviendo a Pizarnik, recordemos que, en sus Diarios, Alejandra Pizarnik enfatiza su vínculo con el juego con otras menciones. Un día 26 de julio, convaleciente de una enfermedad, se la ve leer a Marcel Proust y cavilar acerca de una enigmática L. que la está esperando; en ese contexto se exige:

“Disponer los días como frente a un tablero de ajedrez” y, poco más adelante, hace una reflexión que frente a la cortedad de su vida resulta algo hiriente: “¡Al diablo! ¡Me creo eterna! Todo el mundo dice: ¡tenés la vida entera por delante! (¿y por detrás?). ¡Y así ´se´ dejan pasar los años!…¡Y no ´se´ hace nada!, ¡hay tiempo!”.

Finalmente, en un 21 de noviembre, día en que se la ve en una caminata por la calle Florida entre la Avda. de Mayo y Corrientes de la ciudad de Buenos Aires, apunta:

“Los poemas de (tachado) me sugieren a un señor que está jugando una infinita partida de ajedrez y que, como no puede fumar, para colmar su hastío escribe sus poemas”.

Nos intriga sobremanera saber cuál es el nombre debajo de esa tachadura. Y tememos que nunca lo sabremos.

Finalicemos este recuerdo de Pizarnik con otro que le tributara el gran escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) quien le dedicó estas palabras que aparecen en una carta datada el 9 de septiembre de 1971 en París:

“…Bicho, de acuerdo, / vaya si sé pero es así, Alejandra, / acurrúcate aquí, bebé conmigo, / mirá, las he llamado, / vendrán seguro las intercesoras, / el party para vos, la fiesta entera, / Erszebet, / Karen Blixen / ya van cayendo, saben / que es nuestra noche, con el pelo mojado/ (…) y la chica uruguaya que fue buena con vos / sin que jamás supieras / su verdadero nombre, /qué rejunta, qué húmedo ajedrez, / qué maison close de telarañas, de Thelonious, / que larga hermosa puede ser la noche / con vos y Joni Mitchell / con vos y Hélène Martin / con las intercesoras / animula el tabaco / vagula Anaïs Nin /blandula vodka tónic…”. (el destacado no obra en el original)

Cortázar, evidentemente apelando a un contexto amoroso, habla de “húmedo ajedrez”, en una hermosa metáfora de cómo la apasionada Pizarnik podía llegar a vivir alguna situación que remitiera a la pasión. Pasión amorosa. Pasión por el ajedrez, Pasión por la literatura y, más específicamente, por la poesía. Otra evidencia de los armoniosos posibles y beatíficos cruces entre el mundo de las letras y el mundo del arte.

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Sergio Ernesto Negri nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es Maestro FIDE. Desarrolló estudios sobre la relación del ajedrez con la cultura y la historia.