XXVIII Magistral de León 2015
Se jugará del 12 al 14 de junio de 2015, con cuatro jugadores cuya identidad sabremos en enero.
Tomar decisiones en jaque
II concurso Ajedrez y Finanzas, de El Inversor Inquieto
Cuando, hace un año, El Inversor Inquieto reforzó el patrocinio del torneo Magistral Ciudad de León con el concurso Ajedrez y Finanzas tomó una decisión innovadora, pero de escaso riesgo. Ambos mundos están estrechamente ligados, como se vio en los resultados de la primera edición: 170 participantes (28 de ellos desde el extranjero), de los que 70 llegaron a la final; aunque nadie acertó el 100% de las respuestas, los tres primeros sólo fallaron una. Más allá del interés de los premios (mejorados este año), el deseo de una segunda edición era prácticamente unánime. Y aquí está. Veamos por qué esta iniciativa atrae tanto a las mentes inquietas.
Marcelino Sión y María Jesús Soto
Tomar la mejor decisión lo más rápido posible. Los directivos y los ajedrecistas profesionales deben hacer eso casi todos los días. ¿Hay alguna conexión entre ambos procesos de reflexión, entre la estrategia de ajedrez y la empresarial? La realidad nos indica que sí: por ejemplo, ya en 1990, el Bankers Trust, una importante institución financiera de EEUU, contrató a cinco ajedrecistas profesionales tras buscar talentos entre más de cien candidatos; otras empresas de prestigio internacional, como Skandia y LGT, han incluido el ajedrez en los cursos de formación de sus directivos. Pero veamos por qué.
El esquema mental básico que todo ajedrecista de alto nivel aprende a utilizar durante sus partidas responde al nombre de “árbol de variantes”, según el método desarrollado por los grandes maestros de la escuela soviética. Ante una posición cualquiera en el tablero, la última jugada de mi adversario constituye el tronco del árbol. Tras un análisis somero y rápido, veo que dispongo de tres jugadas con buen aspecto, tres candidatas a ser mi próxima jugada, que constituyen las tres ramas más gruesas que salen de ese tronco. Me concentro en la primera de ellas, la rama A), y veo que mi rival dispone a su vez de tres respuestas razonables: A1, A2 y A3. Me concentro en A1, y no paso a A2 hasta que tenga claro si A1 es una variante ventajosa para mí, y así sucesivamente…
Sin embargo, la vida real en el tipo de sociedad que nos rodea no permite hacer eso de forma concienzuda, y el ajedrez moderno de alta competición tampoco. Los dos ámbitos están marcados por el tiempo, que nos obliga a tomar decisiones con rapidez. Pero el método sigue siendo útil como punto de partida: un ajedrecista piensa de ese modo, pero también desarrolla habilidades, conocimientos y experiencias que le permiten acortar y acelerar el proceso. Si tuviéramos que resumirlo en una sola palabra, eso es la intuición, un olfato especial, un sexto sentido que nos permite descartar variantes a simple vista, y analizar profundamente sólo aquellas que hayan superado la criba de la intuición. Parte de tal virtud puede ser innata, pero eso sirve de poco si uno quiere estar entre los líderes, los mejores de su profesión: hay que desarrollar la intuición y la capacidad de análisis con un entrenamiento adecuado.
Y, probablemente, no existe algo más adecuado que el ajedrez. Por algo fue elegido por los padres de la Informática en los años cincuenta como campo de experimentación de la inteligencia artificial. Y ese algo se resume en una idea apasionante: el ajedrez es finito para una máquina (un uno seguido de 123 ceros es el número de posiciones distintas que pueden darse en una partida de ajedrez) pero infinito en la práctica para la mente humana. No existe, ni probablemente existirá hasta que logren fabricar computadoras cuánticas, ningún ordenador con potencia suficiente para calcular tanto.
La lista de las virtudes que desarrolla el ajedrez supera la veintena: concentración, memoria, creatividad, planificación, lógica matemática, autodominio, reflejos mentales, capacidad para atender a varios asuntos a la vez, etc. En el concurso Ajedrez y Finanzas nos centramos en cuatro: prudencia, paciencia, iniciativa y objetividad. El factor común es el control de las emociones: cuando el cuerpo pide arriesgar y darse prisa, hay que consultar con la sensatez y la calma; a veces deseamos la tranquilidad sin riesgo, pero tenemos una ventaja efímera que sólo puede explotarse tomando la iniciativa sin dilación; lo que me gusta es atacar, pero el análisis objetivo de la situación me dice que lo pertinente ahora es defender.
María Jesús Soto
La aplicación de todo ello en la estrategia empresarial ofrece pocas dudas: una de las aportaciones más novedosas de John Nash para obtener el premio Nobel en 1994 fue la importante relación en la toma de decisiones entre el ajedrez y la economía. Un ajedrecista y un empresario hacen cada día algo muy parecido: decidir bajo presión y en circunstancias complejas.
Vídeo de la presentación de esta mañana en León
Con Marcelino Sión, director del torneo, y Mª Jesús Soto, directora de El Inversor Inquieto: www.elinversorinquieto.es/concurso/?p=323
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