Leontxo García desde Tromsø

El diario de Leontxo (I)

La Olimpiada de Carlsen augura fuertes emociones

Esta, la cuadragésimo primera, ha sido precedida por problemas graves cuyas consecuencias no podré detallar hasta que vea si el número de países es el anunciado en la ceremonia de inauguración, 180 (lo que sería una impresionante marca histórica), o son bastantes menos porque algunos no han logrado los visados o el dinero para viajar. Es obvio que los organizadores sufren grandes carencias de alojamiento (hay gente que duerme a una hora de autobús de Tromso) y que sufrieron hasta hace pocos meses para que el Gobierno de Noruega ampliase en 1,5 millones de euros los 8 del presupuesto inicial. También hay, cómo no, toda clase de rumores, acusaciones y difamaciones relativas a la campaña electoral que enfrenta a Kirsán Iliumyínov y Gari Kaspárov, pero de eso escribiré a fondo mañana, con argumentos muy concretos.

Hoy, como digo, el mundo me parece maravilloso tras esa inyección de multiculturalidad en vena. Cuando ves a una keniana de la tribu masái con su típica túnica roja y negra, o a los jamaicanos saludando juntos y coordinados al estilo de Usain Bolt, o a los de Timor Este con un elegante uniforme, te das cuenta de que muy pocas manifestaciones deportivas o culturales reúnen a tanta gente de tantos sitios bajo un mismo techo durante catorce días seguidos.

Por cierto, confiemos en que todo lo que debe haber bajo ese enorme techo (la sala de juego) esté listo este sábado a las 15.00. La situación me recuerda al Mundial Kaspárov-Kárpov de Sevilla 1987: el vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, entraba al escenario del teatro Lope de Vega para la inauguración mientras los obreros salían por el extremo opuesto… dejando un impresionante olor a pintura que nunca olvidaré. ¿Tendrán los fríos y planificadores escandinavos la misma capacidad de improvisación que los cálidos latinos?

De momento, demos a los noruegos lo que merecen: la ceremonia de inauguración ha sido magnífica, de las mejores de mis quince olimpiadas, con un equilibrio muy conseguido entre música excelente y otros elementos. El principal: Magnus Carlsen, con un dominio del escenario que jamás podría yo imaginar cuando conocí a aquel niño ultratímido con un talento descomunal. Como muchos, predije que iba a ser campeón del mundo, pero no que sabría comportarse con desenvoltura ante una multitud y en medio de una tormenta de focos, cámaras y luces de colores.

Eso ha sido por la noche, pero también he estado con Carlsen por la mañana, en la presentación de un sello de correos conmemorativo del centenario de la Federación Noruega de Ajedrez. El invitado de honor era el excampeón Anatoli Kárpov, poseedor de una de las mejores colecciones filatélicas de ajedrez del mundo. Tras los discursos protocolarios, el campeón se ha dejado rodear por los reporteros, y ha dicho cosas sustanciales.

Susan Polgar y Anatoly Karpov

Hace un mes estuve en Moscú para presentar la Copa de Europa de Clubes de Bilbao (13 al 20 de septiembre). Allí, Mark Glujovski, director ejecutivo de la Federación Rusa, me confesó que no había recibido ningún documento de la FIDE o del Gobierno con la confirmación de que Sochi será la sede del duelo Carlsen-Anand en noviembre tras el supuesto acuerdo entre Putin e Iliumyínov que anunció la FIDE. Y añadió: “Mucho me temo que si Kaspárov gana las elecciones nadie pondrá un duro para un Mundial en Sochi”. Le he preguntado hoy a Carlsen por ello, y ha confirmado las sospechas: “Lo único que puedo decir es que no he firmado contrato alguno, y que nada estará confirmado hasta después de las elecciones”.

Mis colegas noruegos, a quienes Carlsen da muchísimo trabajo y espacio en sus medios, le han preguntado por los comicios, y el campeón ha sido claro: “Apoyo a Kaspárov porque la actual administración de la FIDE ha estado ahí demasiado tiempo y no ha hecho un buen trabajo por el ajedrez, especialmente en Occidente”. ¿Y es Kaspárov un candidato adecuado? “Tiene lados buenos y malos, pero ante todo es una persona llena de ideas, y con un prestigio que puede convertirle en un abridor de puertas para el ajedrez occidental”. ¿Qué debilidades ve en Iliumyínov? “Para empezar, una mala imagen. Y además, que él y su equipo no ha hecho lo suficiente para el ajedrez de élite, en el sentido de que no ha sido expandido por el mundo como podría haberse hecho con trabajo más sistemático y a través de patrocinadores selectos”.

Y de remate: ¿Es bueno que el presidente cuente historias de extraterrestres [asegura que fue secuestrado por un grupo de ellos hace años, y que le llevaron a jugar al ajedrez a su planeta]? “Si son ciertas sí; si no, no”, ha contestado el campeón entre carcajadas antes de irse a jugar un partido de fútbol con allegados, familiares y periodistas noruegos.

Yo también me voy corriendo, pero con otros fines: a ver si soy capaz de encontrar un restaurante abierto en un país donde cenan a las 17.00. Es casi medianoche, pero de día aún (sólo hay tres horas de semioscuridad en esta época). Ojalá vengan a secuestrarme los mismos alienígenas del ínclito Iliumyínov. ¡Qué exclusiva! En todo caso, mañana seguiré intentando que estéis aquí conmigo a través de mi diario. Empieza la Olimpiada más norteña jamás celebrada.

Crónica: Leontxo García

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