Luces y sombras del ajedrez argentino

por Juan Sebastián Morgado
05/05/2014 – La prueba de que el Che Guevara había concurrido varias veces al Club Argentino de Ajedrez no se ha encontrado hasta ahora. Había, sí, versiones, pero ninguna de ellas tenía confirmación plena. El hallazgo de documentos clave en la propia institución y en recortes de diarios, permite reconstruir un aspecto de la vida del Che. Más detalles...

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Se asoció al Club Argentino con motivo de la participación en el Torneo Universitario por Equipos, que precisamente organizaba el club en su sede, y que vino organizando desde 1911. Permaneció en esa condición desde el  9 de setiembre de 1949 hasta el 11 de julio de 1950, momento en que fue dado de baja por no pagar las cuotas. A su vez, por la crónica del diario El Mundo del 19 de setiembre de 1949, sabemos que jugó en el 7º tablero del equipo de la Facultad de Medicina, ganando dos partidas.

Las breves desventuras del gran artista Marcel Duchamp en Buenos Aires, donde permaneció sumergido sin que nadie lo reconociera, dieron lugar, sin embargo, a un fructífero progreso del artista en su ajedrez. Seguramente entusiasmado por el inefable Benito Villegas, Duchamp se pasaba en el Club Argentino muchas horas. Tantas, que su amante Yvonne Chastel se cansó de él y se fue sola a París. Antes de dejar el departamento de la calle Alsina, pegó con cola las piezas al tablero…

Las famosas Aguafuertes Porteñas de Roberto Arlt también llegaron al ajedrez. Su pertinaz búsqueda de personajes porteños recaló en algunos destacados protagonistas del juego arte-ciencia: Portela, Pleci, Fenoglio. Mañas, triquiñuelas, acusaciones mutuas, fueron la moneda corriente de ese encuentro, jugado en 1931 en el Club Argentino.

Poco se conocía sobre la vida de José Pérez Mendoza, con excepción de algunos episodios relatados en su libro El ajedrez en la Argentina, de 1920. La feliz decisión de su nieto José Luis Pérez Mendoza de dar a conocer su escrito póstumo, Apuntes de mi vida, permite tener una amplia visión de su vida de martillero y de su decisión de dejar el trabajo activo a los 40 años de edad, para dedicarse a la filantropía y a los viajes por el mundo. Los colegios, las asociaciones de ciegos, las cárceles, las sociedades protectoras de animales, los clubes de ajedrez –Círculo de Ajedrez, Círculo de Vélez Sarsfield y Club Argentino– y la Federación Argentina, fueron los destinatarios de su mecenazgo.

Habiendo ya cumplido 109 años, el Club Argentino no deja de acrecentar su prestigio, al conocerse que ha tenido como socios a dos figuras mundiales como el Che Guevara y Duchamp, por haber sido mencionado literariamente por un escritor de la talla de Roberto Arlt, y además, por haber tenido un mecenas tan destacado como José Pérez Mendoza.

Del presidente Juan Domingo Perón y su par español Francisco Franco se relatan con minuciosidad los detalles del match por telégrafo entre España y Argentina, en 1946, un acontecimiento insertado en el llamado Pacto Franco – Perón, por el cual Argentina proveería muchas toneladas de cereales, a cambio de productos españoles. Llamó la atención el desmesurado despliegue del gobierno de Perón al inaugurar el encuentro, realizado en los salones del Automóvil Club Argentino: estaban presentes su esposa Eva y el gabinete de ministros en pleno.

De Oscar Panno se rescata un notable material fílmico de la década del 50, emitido por Sucesos Argentinos, en el que el joven maestrito, como se lo llamaba, protagoniza un curioso video junto a su familia. Asimismo, son muy atractivos los primeros reportajes que otorgó Panno a diversas revistas y diarios, que lo asediaron luego de obtener el título de campeón mundial juvenil en 1953.

De Miguel Najdorf se ofrecen diversas notas y reportajes que él dio en sus primeros años en Argentina, así como la investigación acerca de las causas por las cuales no pudo jugar el Campeonato Mundial de 1948, quedando al descubierto el gran poder político que tuvo Botvinnik. El episodio con los caimaneros venezolanos, anécdotas contadas por René Letelier, Carlos Guimard y notas en revistas como El Gráfico, Qué, Mundo Deportivo y notas, muestran el costado histriónico de un ajedrecista genial.   

El azaroso viaje del maestro letón Movsa Feigins por los quebrachales del Chaco, en 1941, que lo llevó hasta el Paraguay, destaca los sufrimientos padecidos por algunos de los ajedrecistas que debieron quedarse en Argentina el desatarse la Segunda Guerra Mundial.

Completan esta miscelánea pequeñas biografías de los filólogos Amado Alonso, Ángel Rosenblat y Raimundo Lida, del maestro polaco Paulino Frydman, del amigo de Ernesto Sábato y astrónomo Miguel Itzigsohn, del obrero pintor Cayetano Rebizzo y del desventurado ministro de educación de la provincia de Buenos Aires entre 1949 y 1952, Julio César Avanza. Además, se esclarecen dos hechos históricos importantes: quiénes fueron los enemigos de Roberto Grau (Jakob Adolph Seitz, Enrique Boero y Carlos Querencio), y qué sucedió en la famosa partida Capablanca – Grau  del Torneo de las Naciones de 1939, que terminó tablas.

La obra está editada en rústica por Editorial Dunken, formato 15,5x22 cm, 310 páginas. Adjunto incluye también un DVD con bases de datos y un atractivo video de la década del 50 en el que se destacan imágenes del gran maestro Oscar Panno.

Roberto Álvarez realizó un trabajo de remasterización de los vídeos que aparecen en DVD adjunto al libro.

 


Juan Sebastián Morgado, autor

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