Max Ernst, socio de Duchamp en arte, ajedrez y vida

por Sergio Ernesto Negri
04/04/2022 – Max Ernst y Marcel Duchamp fueron socios en casi todo. Fueron ante todo artistas, abrazando sucesivamente los ideales de los movimientos del surrealismo, del dadaísmo y luego esa maravillosa invención del francés que fue la del «ready-made». Y cultivaron una íntima amistad, viajando juntos, viviendo durante mucho tiempo en residencias cercanas, participando de muestras de arte y hasta casándose, no entre sí, sino con sus respectivas mujeres, en una misma ceremonia realizada en 1946. Ah, un detalle más de esta imbricación, ¡ambos fueron fanáticos del ajedrez! Artículo por Sergio Ernesto Negri (Ajedrez Latitud Sur). | En la foto: Sergio Negri

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El alemán Max Ernst, quien a lo largo de su vida se destacará como pintor y escultor, nació en la ciudad de Brühl, el 2 de abril de 1891, habiendo de terminar sus días en su amada París (con el tiempo adquirió la nacionalidad francesa) el 1° de abril de 1976. Como artista, y en eso su sintonía será absoluta con un Duchamp que a la sazón será también compatriota, se caracterizó por la fuerza de la experimentación y por el uso de todo tipo de técnicas, estilos y materiales. Se ha asegurado que en todas sus obras buscaba los medios ideales para expresar, en dos o tres dimensiones, el mundo extradimensional de los sueños y la imaginación.

La esposa de Ernst, Dorothea Tanning (1910-2012(, también fue una entusiasta del ajedrez, el que reflejó en su propia obra pictórica, como hemos señalado en otro trabajo (Pintura y ajedrez: Dorothea Tanning (1910-2012) para quien el juego era «algo voluptuoso, cerca de los huesos»). Y lo de Duchamp con el juego fue íntimamente proverbial (así lo destacamos en Simbiosis de arte y ajedrez en Duchamp).

En esas condiciones, sumadas a sus propias pulsiones esas tan cercanas influencias (y las de otros exponentes de su círculo de artistas que estaban tan emparentados con el juego), el vínculo de Max Ernst y el ajedrez será tan inevitable como fructífero e inexpugnable.

En principio recordemos que Dorothea y Max solían jugar al ajedrez, como se puede comprobar en las siguientes imágenes en las que se los aprecia muy concentrados frente a un tablero. Es más, se sabe por dichos de la propia pintora que sus primeros encuentros con su amado compañero se habían dado precisamente en derredor a un ajedrez al que consideraba un juego «algo voluptuoso, cerca de los huesos».

La obra imperecedera de Ernst vinculada al ajedrez se dio con el diseño del hermoso conjunto de piezas que fueron parte de la exhibición The Imagery of Chess, expuesta desde diciembre de 1944, y durante ese verano, en la Galería de Julien Levy (1906-1981) en Nueva York, en la que aquel, Dorothea y Duchamp oficiaron de organizadores, junto al galerista y su esposa. En su diseño de clara inspiración surrealista se observa un detalle nada menor: contrariando la tradición, en que la pieza del rey siempre es más alta que la de la reina, en este caso se la presenta a esta con mayor altura.

En tiempos anteriores de su periodo alemán, el artista ya había incursionado en esa línea, por ejemplo con otro set de piezas, denominado muy convenientemente Schachspiel, que es de los años 1929/1930, que fueron pintadas a mano y barnizadas vaciadas en yeso, con dieciséis figuras con acabado verde y otras tanto con acabado ocre.

Sobre el diseño de 1944, el que será definitivo, con absoluta precisión se ha dicho por ejemplo lo siguiente:

«…más allá de la inteligencia del juego, esta fascinación se extendió aún más al simbolismo mágico de cada pieza y los juegos gráficos resultantes de sus movimientos. Apreció en un juego de ajedrez esculturas vivas, donde las formas de cada pieza se miran en una danza metafísica. Así, antes incluso de apasionarse por la escultura, las primeras piezas que realizó con volumen en 1929 fueron maquetas de estilo surrealista, piezas de ajedrez algunas de las cuales fueron reproducidas en bronce. Fue en 1944 cuando su investigación sobre el simbolismo de las piezas de ajedrez adquirió una nueva dimensión con extrema perfección. Cada pieza fue objeto de decenas de estudios en arcilla. Finalmente, terminó su investigación con la creación de un conjunto completo con una calidad impresionante, realizado en madera».

También se ha especulado que para ello se pudo haber inspirado en el escritor británico Lewis Carroll (1832-1898), uno de sus favoritos, en particular en aquella Alicia que atravesó el espejo para ser parte de una partida en la que asumirá el rol de peón, habiendo en el transcurso del relato A través del espejo y lo que Alicia encontró allí de convertirse en reina, tema que analizamos en detalle en Lewis Carroll imaginó a su Alicia jugando al ajedrez al atravesar el espejo, (trabajo en versión en idioma inglés).

Ernst, en su calidad de escultor, en 1944 ofrendó una gran obra, adscripta al género del arte cinético, que se exhibe en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, EE. UU., que es de indudable espíritu ajedrecístico. Se trata de una pieza en bronce a la que llamó Le roi jouant avec la reine (El rey juega con la reina o, como es presentada en el lugar, The King playing with the Queen). En ella se aprecia que el rey asume un doble carácter: el de jugador y el de pieza del juego; de hecho sus largos brazos invitan a pensar que con ellos se habrán de mover los trebejos durante la imaginaria partida.

En esta sublime obra, más allá de la connotación universal, acudiendo a la posibilidad de polisemia, también nos parece que podemos encontrar el espíritu personalísimo de Max y Dorothea, a quienes consideramos deseables rey y reina de un mundo en el que el ajedrez sea parte intrínseca y fundamental del arte y de la vida.

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Sergio Ernesto Negri nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es Maestro FIDE. Desarrolló estudios sobre la relación del ajedrez con la cultura y la historia.