En la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972, los soviéticos vencieron con polémica a Estados Unidos. Un mes más tarde, los norteamericanos se cobraron venganza luego del "match del siglo" entre Fischer y Spassky. En ese contexto es que aparecía un joven "gaucho" que desafiaba a la élite del ajedrez mundial.
Todo comenzaría el 23 de julio de 1973, fue en el torneo Interzonal de Petrópolis, en Río de Janeiro, que Henrique da Costa Mecking, el gran Mequinho, ganó el título más importante de su carrera en un torneo que, básicamente, iniciaba el ciclo de candidatos a convertirse en campeón mundial.
A partir de esa victoria, Mequinho empezó a creer que cualquier logro era posible. Los grandes maestros del mundo observaban con interés cada partida del joven brasileño.
La victoria de Mequinho se logró con 7 victorias y 10 empates, en una disputa muy equilibrada, Mequinho consiguió superar por medio punto a los soviéticos Efim Geller y Lev Polugaevsky, y al hungaro Lajos Portisch. Al año siguiente, el Torneo de Candidatos fue ganado por Anatoly Karpov que ganó la competencia y se clasificó para desafiar al entonces campeón mundial Bobby Fischer (Mequinho fue eliminado en el match inaugural por Viktor Korchnoi). Fischer, sin embargo, se negaría a defender el título y Karpov sería declarado campeón mundial.
El periodo en el que Kárpov tuvo que defender el prestigio de ser el mejor ajedrecista del planeta es, quizás, uno de los momentos más brillantes en la carrera de Mequinho. En 1978, Mequinho alcanzó la cima de su carrera cuando alcanzó el puesto de tercer mejor jugador del mundo en el ranking de la FIDE, con 2635 puntos, solamente detrás de Karpov y Korchnoi, que ese mismo año, en Baguio, se disputaron la corona.
La carrera de Mequinho se vio afectada por una grave enfermedad, la miastenia gravis, que comprometió gravemente su salud. Incluso inició su participación en el torneo interzonal de Río de Janeiro en 1979, pero por orden médica, abandonó la competencia antes de que concluya la segunda ronda. Después de eso, abandonó el ajedrez de competición durante más de diez años. Empezó a dedicarse por completo a la religión, pero siempre tuvo la esperanza de volver a jugar al ajedrez.
Después de Mequinho, Brasil solo tuvo 14 grandes maestros, y según él, gracias a sus oraciones, fue sanado por Jesucristo, quien lo curó y lo mantiene, todavía, entre los mejores jugadores brasileños de la actualidad.
Enlaces