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Artículo por Martín Di Tomás
Por ello y muchas otras cosas más, éste estaba destinado a ser un torneo distinto, sobraban razones. Entre quienes participaron estaban presentes jugadores que ya eran verdaderas leyendas en su tiempo, como el cubano José Raúl Capablanca (el único campeón latinoamericano de la historia) y el ruso exiliado Alexander Alekhine, quienes se habían enfrentado en 1927 por el título mundial en la misma Ciudad de Buenos Aires.
De hecho, quien lo desee puede visitar el Club Argentino de Ajedrez, en la calle Paraguay, cerca del centro y pueden ver el tablero y el lugar donde se jugó por única vez el título mundial en esta ciudad. También, en paralelo al Torneo de las Naciones se jugaba el Campeonato mundial femenino de ajedrez, donde participaba una jugadora con una historia única: Sonja Graf. Ella, antes de ser reconocida tuvo que jugar varias veces vestida de hombre. Era nacida en Alemania, que en aquel momento estaba bajo el regimen Nazi. Es por ello que el mismisimo Goebbels (ministro de propaganda de Hitler) explicitamente pidió que Sonja no juegue con la bandera alemana -que era la nazi, no la tricolor que hoy conocemos-, con lo cual tuvo que competir con una bandera que decía “LIBRE”.
Pero no fue el único caso donde la política se metió en los 64 casilleros en aquel torneo. Los jugadores austríacos tuvieron que jugar en el equipo alemán ya que había sido anexionado al Tercer Reich, así como Checoslovaquia -ocupado también por los nazis- no pudo jugar con su nombre y fue obligado por Alemania a jugar como “Protectorado de Bohemia”. Por si esto era poco, la tensión iría en aumento. El 1 de septiembre de 1939 las tropas de la Alemania Nazi inavdieron Polonia y acto seguido, Inglaterra y Francia le declararon la guerra, lo que da comienzo a la Segunda guerra mundial.
Cómo jugar la Najdorf (Vol. 1-3)
Un gran momento: el ex campeón del mundo Garry Kasparov, experto absoluto en la Variante Najdorf nos explica los secretos de dicha apertura.
A todo esto, el Torneo de las Naciones continuaba en Buenos Aires. El torneo estaba estipulado que concluya el 19 de septiembre, lo cual sucedió pero cada vez con más inconvenientes. El inicio de la guerra impactó fuerte en el desarrollo de la competición, muchos equipos comenzaron a no querer jugar con otros, o que por ejemplo el equipo británico se retirara porque se volvían a combatir a su país. Y adivinen quién salió primero, y quién segundo…
Primero salió Alemania y segundo salió Polonia, invasor e invadido debían compartir la parte alta del podio. Por su parte, Argentina consiguió un muy festejado quinto lugar, gran logro para esos años. En el equipo polaco había un jugador que se destacaba hace ya algunos años, era considerado el mejor de su país y se llamaba (en forma castellanizada) Miguel Najdorf. Como Polonia había sido invadida, Najdorf no podía regresar a su país de forma segura, es por ello que junto a otros treinta jugadores decidieron quedarse un tiempo más en la Ciudad de Buenos Aires. Diez de esos jugadores pudieron volver al poco tiempo, pero los veinte restantes no les fue tan sencillo.
El caso de Najdorf era particularmente complejo, ya que él además de ser de uno de los países más afectados por la guerra, era de una familia judía, con lo cual volver mientras continúen los enfrentamientos y los nazis en el poder era una verdadera sentencia de muerte. La tremenda situación en su país fomentó que Najdorf tenga mucha preocupación por lo que ocurría con su familia, la cual estaba se encontraba en serio peligro. Durante algún tiempo ,la Cruz Roja lo ayudó a contactarse con su familia y tener algunas noticias. Durante un año pudo mantener alguna comunicación por carta hasta que les perdió el rastro. Los años pasaban y lo que al comienzo eran unos días de demora para su regreso empezaban a transformarse en años. Para 1943 tuvo una idea muy llamativa: Najdorf decidió que haría algo que llame la atención de la prensa mundial para que su familia lo vea y de esa forma lo contacten. Para ello, debía hacer algo único, algo que nunca se haya hecho, y decidió que iba a utilizar su mejor habilidad: jugar al ajedrez, pero lo haría de una forma particular, iba a romper el récord mundial de partidas de ajedrez a ciegas en simultáneo.
¿Qué es el ajedrez a ciegas? Es una técnica para jugar al ajedrez que se realiza diciendo las jugadas de forma oral y sin ver ni tocar el tablero. Cada movimiento se dicta indicando las coordenadas a las que se mueve la pieza, uniendo la letra de la columna (de la “a” a la “h”) y el número de fila (del 1 al 8) a la que movemos la pieza que deseamos. No hace falta que ambos jugadores jueguen a ciegas,puede uno hacerlo y el otro estar viendo el tablero, mientras el que juega sin mirar suele vendarse los ojos y le cantan las jugadas en voz alta, creando un tablero en su mente, recordando las jugadas.
Hay diversas técnicas, no todos los jugadores lo hacen igual, algunos recuerdan las jugadas y vinculan la posición de las piezas y otros generan una imágen cuasi fotográfica del tablero. El ajedrez no está muy desarrollado en competencias, son casi nulos los torneos con esta modalidad, pero sí es común es que se utilice a forma de demostración para generar sorpresa y atención, como justamente Najdorf quería hacer.
Ya en 1575 hay registros de demostraciones de ajedrez a ciegas en la corte del rey Felipe II de España, donde el Fray Ruy López, el primer jugador famoso del ajedrez moderno, quien puso su nombre a la apertura más popular de todas: la apertura española y quien fue el primero en escribir libros de ajedrez; deleitaba al rey con su sorprendente técnica. Pero esta técnica también tiene sus peligros, y es que requiere mucho esfuerzo, de hecho, en la URSS no lo recomendaban porque cansaba mucho a los jugadores y creían que podría generar secuelas.
Entonces, ¿qué hizo Najdorf? En 1943 se decidió a romper el récord mundial de partidas a ciegas en simultáneo, es decir de partidos realizados por el mismo jugador al mismo tiempo Y como son partidas simultáneas a ciegas, el maestro debería recordar todas las posiciones en su cabeza a la vez. El récord de aquel momento había sido marcado en 1937, en Escocia, por un tal George Koltanowski con 34 partidas a ciegas en simultáneo. En 1943, en la ciudad de Rosario, Najdorf rompió ese récord con 40 partidas, de las cuales ganó 36, empató 1 y perdió 3.
El evento comenzó un sábado a las 15.40 y terminó el domingo a las 9.15, 17 horas y 35 minutos sin parar. Pero a pesar de lograr la proeza la misión de Najdorf iba a encontrar un obstáculo inesperado. Al parecer, George Koltanowski (el poseedor del récord hasta ese día), reclamó que la nueva marca no era válida ya que no hubo veedores de la Federación Internacional que verifiquen su veracidad. Con lo cual, no le dieron el reconocimiento del récord. Su noticia no llegó a la difusión que él esperaba y salió en la página 10 de los diarios nacionales. Parecía que Najdorf iba a rendirse.
Por tres años siguió esperando, hasta que en 1946, recién terminada la guerra pudo realizar su tan ansiado viaje a Europa. Pero la suerte seguía esquiva y lamentablemente no pudo encontrar a nadie de su familia. Volvió a la Argentina y tomó una dura decisión: se radicaría de forma definitiva. De hecho, Najdorf comenzó a jugar al ajedrez para el equipo argentino, logrando con el equipo nacional tres veces la segunda colocación mundial en el Torneo de las Naciones, haber sido top 10 mundial durante largos años, y ser campeón nacional ¡ocho veces! (lo que sigue al día de hoy siendo un récord en la Argentina).
Sin dudas, el mejor jugador de ajedrez de la historia argentina. Pero lejos de desmotivarse con su récord y su viaje fallidos, Najdorf no se rindió con su búsqueda, tomó fuerza nuevamente y decidió que iba a hacer un movimiento más: iba a romper su propio récord y hacerlo de forma que nadie dude ello, así la noticia por fin cruzaría el océano. El 26 de enero de 1947 en la ciudad de San Pablo Miguel Najdorf organizó una nueva exhibición de ajedrez a ciegas, esta vez con veedores, prensa y Grandes Maestros y personalidades del ajedrez de todo el mundo para que ejecuten las jugadas que él dictase. Pero si en 1943 en Rosario Najdorf jugó 40 partidas, esta vez fueron 45 las partidas en simultáneo.
Si jugar una partida a ciegas de forma fluida es un mérito grande, jugar 45 es una proeza única. Najdorf estaba en una habitación contigua a la del salón donde estaban los 45 tableros y desde donde le decían qué movían sus rivales en cada tablero, a lo que él iba respondiendo a cada uno, debiendo recordar cómo estaba cada una de las 45 partidas a la vez. Eran tantos partidos que la exhibición duró 23 horas. Los que jugaban del otro lado, que sí veían las partidas se cansaban y eran reemplazados, en total jugaron 83 personas, pero Najdorf no, mantuvo los 45 partidos en paralelo durante casi un día sin parar. De hecho, era tanto el esfuerzo que tenía médicos a su alrededor que chequeaban su estado de salud.
Finalmente, logró 39 triunfos, 3 empates y sólo 2 derrotas (una menos que en la exhibición de Rosario, pero con cinco partidos más). Al parecer, cuando terminó durmió dos días de corrido, imaginemos el nivel de cansancio. La noticia esta vez sí dió la vuelta al mundo y Najdorf obtuvo el reconocimiento merecido por su brillante récord, lo que fue realmente un enorme hito en la historia de la capacidad mental humana, no solo del ajedrez argentino sino del planeta entero.
De hecho, su récord fue tan potente que continuó vigente durante 37 años más. Pero si bien consiguió la fama y los créditos, Najdorf no pudo encontrar lo que más deseaba: ningún familiar respondió ante las noticias que dieron vuelta el mundo.
Algunos años más tarde pudo saber la verdad, su familia había fallecido en diferentes centros de exterminio nazis en los últimos tiempos de la guerra, cuando la maquinaria del terror del nazismo ejecutó la llamada “solución final” donde millones de judíos perdieron la vida.
Najdorf se quedó en la Argentina el resto de su vida, adoptando definitivamente esa nacionalidad y siendo común poder encontrarlo en los salones del Club Argentino de Ajedrez (aquel donde Capablanca había perdido el título mundial con Alekhine), hasta que finalmente falleció en 1997. Unos años antes de dejarnos, Miguel Najdorf nos dejó una de las más bellas reflexiones sobre la vida y el ajedrez: "El ajedrez me enseñó a ganar y a perder; y lo digo yo que lo perdí todo. Pero la vida me dio revancha, y mi mejor jugada fue quedarme en la Argentina". Hoy, el nombre de aquel jóven polaco que cruzó el Atlántico para representar a su país es sinónimo de ajedrez agentino.
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