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El análisis de la información reveló que, aunque el número de respuestas federativas alcanzó un poco más del 50%, se evidenció que la mayoría de las respuestas se centraron en tres aspectos fundamentales: primero, la solicitud de conferencias y charlas de divulgación; segundo, seminarios para la actualización y formación de Instructores y tercero, apoyo técnico necesario para la elaboración, propuesta y desarrollo de proyectos. Esto determinó que la tendencia dominante está referida a la satisfacción de necesidades de formación, capacitación y actualización del docente o instructor que trabaja en estos proyectos o programas.
Y esto es así porque, básicamente:
De tal manera que, para aspirar el logro de estos propósitos, es imprescindible desarrollar un proceso de formación del talento humano o personal docente y administrativo calificado capaz de diseñar y programar actividades, donde se refleja hacia dónde va la acción y por tanto de las condiciones necesarias para su alcance.
Ahora bien, ¿dado que los diseños curriculares de las distintas naciones también son diferentes, con cual perspectiva pueden desarrollarse los cursos EDU?
Esta pregunta aún no ha podido ser satisfecha debido a que la pandemia del Covid-19. Sin embargo, probablemente sea la Orientación Académica, un tipo de concepción de la enseñanza basada en la transmisión de saberes disciplinares y al desarrollo de la comprensión del contenido, la tendencia con la cual trabajemos en futuros programas de formación de formadores.
Al referirnos a la transmisión de saberes disciplinares, hablamos de un formato enciclopédico según el cual la competencia docente se consigue en la medida que este posea un dominio de los saberes de las disciplinas que debe transmitir, aunque el dominio del contenido disciplinar sea sólo un sumatorio de saberes, siguiendo la estructura epistemológica de las disciplinas.
Mientras, en el modelo enciclopédico, sólo existe la preocupación por el conocimiento del contenido y no tanto de cómo debe enseñarse. En este caso, la formación didáctica se reduce a adquirir la capacidad de explicar de manera secuenciada y con claridad los contenidos, así como la evaluación de la adquisición de éstos por parte de los alumnos.
Por otra parte, el modelo comprensivo sostiene que el docente es un intelectual que pone en contacto a los alumnos con los aprendizajes científicos y culturales. En el mismo no sólo define la competencia docente por el dominio que se tiene de los saberes de las distintas disciplinas, sino que ésta se define, también, por el conocimiento de los procedimientos metodológicos para su producción.
Por lo que respecta a la formación del profesorado, el docente debe aprender la estructura de la disciplina y los procesos de investigación con el propósito de aprender a enseñarla; de tal manera que debe incorporar el conocimiento del contenido pedagógico de las disciplinas.
Vale señalar que desde esta perspectiva se conceptualiza la enseñanza como un proceso de transmisión de contenidos culturales que el alumno debe adquirir. En este caso, el docente es considerado un especialista en cada disciplina, donde el conocimiento de la misma es más importante que otros aspectos relacionados con la manera de enseñarla o con aspectos personales. Siendo así, la formación del profesorado irá encaminada, mayoritariamente, al dominio del conocimiento de cada disciplina.
En este sentido, la función de capacitación docente, consiste en un conjunto de actividades, cuyo propósito es mejorar su rendimiento presente o futuro, aumentando su capacidad a través de la mejora de los conocimientos, habilidades y actitudes del docente que se incorpora a proyectos y programas de ajedrez en las escuelas. A tal efecto, las competencias fundamentales del docente, según este enfoque, se centran en los conocimientos de la disciplina y en el dominio de las técnicas didácticas para una transmisión más eficaz, activa y significativa.
Dadas estas circunstancias, estamos hablando de un gran reto para nuestras federaciones y demás organizaciones ajedrecísticas; un desafío que nos exige el diseño de una propuesta con metas bien definidas, estructura organizativa adaptada a necesidades pedagógicas y organizativas y una coordinación y dirección que cuente con una visión amplia, consensuada y colaborativa para que las metas planteadas se puedan cumplir.
Con base en esta realidad, en la Comisión EDU FIDE entendemos que la formación y actualización docente es una inversión; un valor añadido necesario para lograr los objetivos de calidad competitiva, en el marco del desarrollo personal y eficacia profesional en una organización ajedrecística dada.