Historia, belleza natural y ajedrez
El 14 de agosto de 2025 comencé un viaje por algunos países de Europa. Mi novia Agustina y yo llegamos a España llenos de ilusión, aterrizando en el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas. Allí alquilamos un elegante Peugeot 208 europeo, muy cómodo y perfecto para recorrer los casi 5.000 kilómetros que teníamos por delante.
Ese fue el punto de partida de una aventura que nos llevaría por España, Francia, Italia y Suiza, hasta llegar a París y volver a España.
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Tras instalarnos, aprovechamos para hacer algunos paseos por el centro y conocer rincones encantadores. Comenzamos nuestro primer día en la Puerta del Sol, en el corazón de Madrid, y caminamos hacia Plaza Mayor, donde admiramos la arquitectura y disfrutamos de un café en sus terrazas. Seguimos hacia el Palacio Real y la Catedral de la Almudena. Por la tarde, caminamos por el Parque del Retiro, visitamos el Palacio de Cristal y por la noche disfrutamos de una paella en un restaurante de la Gran Vía.

La Plaza Mayor en la capital española
Algunos días después pude participar en un torneo de ajedrez en Zarzalejo, una experiencia única que combinó nuestra pasión por viajar con mi amor por el ajedrez. Ese fue el primer torneo en el que participé, en donde terminé en segundo lugar. Zarzalejo es una pequeña localidad de la Comunidad de Madrid, rodeada de montañas y conocida por su ambiente tranquilo.
Ver los resultados del II Torneo Zarzalejo...


II Torneo Zarzalejo en Madrid
En nuestra llegada a Barcelona, ya fuimos directamente a la imponente Basílica de la Sagrada Familia, donde quedamos maravillados con su arquitectura única. Después paseamos por el Puerto de Barcelona, disfrutando del mar y el ambiente vibrante de su rambla.
Uno de los momentos más agradables fue comer en el Centre Comercial Las Arenas, en plena Plaza de España, donde probamos la gastronomía local con vistas espectaculares. Durante nuestros tres días en la ciudad, no podía faltar la visita al Estadio del Barcelona, que se encontraba en plena remodelación, pero, aun así, nos impresionó por la cantidad de turistas que estaban sacando fotos.
Nuestro viaje a Barcelona fue breve, sin torneos de ajedrez, pero lleno de experiencias inolvidables que siempre recordaremos.
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Nuestra siguiente parada fue la deslumbrante Costa Azul, una región marcada por la mezcla de lujo, historia y belleza natural.
Pasamos una noche en Marsella, con su antiguo puerto y la imponente basílica de Notre-Dame de la Garde, mostrando la versatilidad de una ciudad multicultural. Pasamos por Mónaco, experimentamos la sofisticación de uno de los países más pequeños del mundo, donde los casinos, los yates y el circuito de Fórmula 1 componen un escenario único.
Después, cruzamos la frontera hacia Italia, sumergiéndonos en ciudades llenas de personalidad. Una noche de pizza italiana y vino francés en Génova, con su puerto histórico y callejones estrechos, ofreció el encanto de una ciudad marítima que fue potencia comercial en el pasado. Al día siguiente, fuimos a Roma, eterna y monumental, quedé impresionado con el peso histórico del Coliseo y el Foro Romano.
Como hace la gran mayoría de los argentinos que visitan Italia, no podía faltar una visita a Nápoles, cálida y caótica, una ciudad especial, empapelada con la imagen de Diego Maradona.
Finalmente, llegamos a Milán, capital de la moda y el diseño, pero que también vibra con el fútbol. Tuvimos la oportunidad de asistir a un partido del Internazionale contra el Torino, una experiencia que demostró cómo el deporte es una parte inseparable de la identidad italiana.

El coliseo de Roma

Nápoles: ¡Maradona, Maradona, Maradona!

En el mítico estadio San Siro
Luego visitamos los Alpes Suizos, donde dormimos una noche en medio de las montañas y cruzamos los Alpes a pleno sol del día, un espectáculo natural de lagos cristalinos y pueblos de postal. La travesía final de nuestro viaje nos llevó a París, la «Ciudad de la Luz». Caminar por sus avenidas, contemplar la Torre Eiffel iluminada y sentir el ritmo de una capital que respira arte y cultura fue el cierre perfecto para casi tres semanas intensas.
Lo mejor de nuestra estadía de dos noches en París, fue nuestra visita al Café de la Régence, un rincón histórico que es mucho más que un simple café. Antiguamente ubicado en la Place du Palais-Royal, este lugar ha sido durante siglos el punto de encuentro de pensadores, artistas y, sobre todo, amantes del ajedrez. Al entrar, sentimos que cruzábamos un umbral temporal: las paredes, los muebles y el ambiente conservan esa atmósfera de los siglos XVIII y XIX.
Y si bien el café histórico de la Régence fue fundado en 1681 y luego cambió de ubicación varias veces, nosotros nos imaginamos a los personajes ilustres que alguna vez lo frecuentaron. Cuando Napoleón Bonaparte era todavía joven oficial, jugaba partidas en el café, pero fueron los ajedrecistas quienes lo hicieron famoso en el mundo entero, pues fue, durante más de un siglo, el epicentro del ajedrez europeo. Allí jugaron y analizaron partidas algunos de los mejores jugadores de la historia, como François-André Danican Philidor, considerado uno de los padres de la teoría moderna. Más tarde, en el siglo XIX, el lugar fue testigo de duelos memorables entre maestros como Paul Morphy, que asombró a toda París con su genialidad.
Hoy el café combina historia y gastronomía, pero sigue rindiendo homenaje a su pasado ajedrecístico. Salir del Café de la Régence fue como regresar de un viaje en el tiempo. Más que un lugar para tomar algo, es un espacio de memoria, un recordatorio de cómo el ajedrez fue, y sigue siendo, un lenguaje universal que une a personas de diferentes épocas y culturas.

En la entrada al histórico Café de la Régence
Mi retorno a España: ajedrez, más turismo y nuevas amistades
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Tras unos días intensos en Francia, regresé a España con muchas ganas de reencontrarme con sus paisajes y sus torneos de ajedrez. Mi primera parada fue en San Sebastián, donde no pude resistirme a visitar la emblemática playa de La Concha y recorrer otros rincones turísticos de su encantador centro urbano. Pero obviamente mi viaje no era solo turístico. El ajedrez, mi gran pasión, ocupaba un lugar central en esta vuelta. Tras San Sebastián puse el GPS rumbo a Arnedo, en la provincia de La Rioja (tierra de buenos vinos), para participar del IV Torneo de Ajedrez Cien Pilares, donde competí contra 117 jugadores y logré un meritorio segundo puesto.
El torneo, organizado por Nieves Pérez, me permitió comprobar de primera mano la fuerza del ajedrez en España. Ella misma me comentó que este país es, posiblemente, el que organiza más torneos de ajedrez en el mundo. Y no es para menos: septiembre es una época ideal para los aficionados y profesionales, ya que coinciden muchas festividades municipales que fomentan la organización de competiciones con apoyo de empresas privadas y, principalmente, con fondos públicos.

La Puerta de Toledo en Madrid, fotografiada por Agustina
En mi paso por Arnedo tuve la oportunidad de estrechar lazos con colegas del mundo ajedrecístico. En especial, conocí al Maestro Fide David Lana Rodríguez, entrenador reconocido en su país, con quien compartí interesantes conversaciones y perspectivas sobre la enseñanza y difusión del ajedrez. Este encuentro reforzó mi convicción de que, más allá de las partidas y los resultados, el ajedrez es un ambiente ideal para compartir conocimientos y experiencias.
Ver todos los resultados del V Torneo de Ajedrez Cien Pilares...
Después de participar en el V Torneo de Ajedrez Cien Pilares, viajamos a Valladolid para disputar otro torneo. Agustina, siempre con su cámara, continuaba capturando cada momento: los paisajes y las emociones de cada partida.
Llegamos a mi último torneo, que se jugó el domingo 31 de agosto, en la Plaza Mayor de Tordesillas. Un evento sencillo, pensado para jugadores sub-2100, que reunió a 55 participantes. Allí también terminé segundo, igualando al primer lugar, pero cediendo en los desempates, como en mis dos torneos previos.
Ver todos los resultados del XVI Torneo Reina Juana I de Castilla...


En el torneo XVI Torneo Reina Juana I de Castilla
Y así se cerró nuestra aventura española: un poco de ajedrez, muchas fotos y muchísimas experiencias compartidas. A la mañana siguiente partimos hacia Brasil, rumbo a Curitiba, donde mis alumnos me esperaban con entusiasmo para escuchar mis relatos y analizar juntos las partidas que jugué. Fue el cierre perfecto para un viaje lleno de aprendizajes y recuerdos imborrables.
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