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Por cierto, Ponomariov habla un perfecto español y se metió al público en su particular tablero de bolsillo con una actitud muy familiar y cercana. El formato de la charla propiciaba la participación de los asistentes, de tal modo que todo el que quiso formular alguna pregunta al que fuera campeón del mundo más joven de la historia del ajedrez, pudo hacerlo con total flexibilidad.
Gran asistencia para estar cerca, por primera vez en Málaga, de un campeón del mundo
La jornada transcurrió en un ambiente muy concurrido y expectante, y es que era la primera vez que todo un campeón pisaba tierras malagueñas. La mesa redonda se clausuró con un simpático cuestionario Blitz, un formato marca de la casa en los ciclos de ajedrez que se celebran en La Térmica. Al invitado se le coloca un reloj con 1 minuto de tiempo, mientras que Azuaga, en su papel de presentador-animador, cuenta con un tiempo excesivo (8 minutos) que le permite interrogar con toda la calma que necesite. Formulada la primera pregunta (¿blancas o negras?), se pulsa la bandera y empieza a correr el cronómetro, por lo que Ruslan Ponomariov está obligado a responder lo más rápido posible. Pudimos saber que Ruslan no es partidario de hacer obligatorio el ajedrez en las escuelas, que prefiere blancas, que en el próximo duelo por el Campeonato del Mundo él va con Magnus Carlsen o, entre otras confesiones, que la última película que ha visto, si se puede considerar película, ha sido Pocoyó (explosión de risas y carcajadas), debido a su reciente paternidad.
Tras la mesa redonda llegó el momento más esperado: la exhibición de simultáneas contra 15 afortunados tableros. Se respiraba cierta magia y transcendencia, como si la sola presencia de Ruslan convirtiera la sala de juego en un templo de respeto y silencio. Fueron muchos los curiosos que se asomaron a ver qué pasaba por allí, preguntándose por qué todo el mundo miraba callado las dos hileras de tableros. ¿Quién es ese chico? Un Campeón del Mundo de ajedrez, le decíamos. Entonces sus caras se llenaban de luz e incredulidad y se unían al ejército de espectadores, callados o hablando en susurros, respetando la norma no escrita del momento. El resultado de las simultáneas fue contundente: pleno de 15 victorias para Ponomariov.
Última partida en juego. Al terminarla, el público agradeció el espectáculo con un entusiasta aplauso.
Ponomariov demostró una profesionalidad absoluta en todo momento
Los más pequeños tendrán de qué hablar con sus amigos durante mucho tiempo
Hay que agradecer sin descanso a La Térmica su firme apuesta de colaboración con nuestra asociación y sus esfuerzos para dar cabida al ajedrez en un centro de vanguardia, no ya como juego, sino como patrimonio cultural. El sueño de abrir el tablero, de dar a conocer los secretos de este noble juego, se está cumpliendo más allá de lo que nunca habíamos imaginado.