Sergio Negri sobre Luigi Pirandello

por Sergio Ernesto Negri
06/08/2020 – Luigi Pirandello (1867-1936), como ya mencionamos en otro trabajo en el que desarrollamos la cuestión de la profunda contribución ajedrecística que hizo la isla de Sicilia de la que era oriundo, se refirió al juego a lo largo de una obra que, fundamentalmente, se orientó al teatro. Interesante artículo por Sergio Ernesto Negri.

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Luigi Pirandello y Massimo Bontempelli: maestro y discípulo unidos por la literatura y el ajedrez

Este autor nació en los suburbios de la hermosa ciudad de Agrigento, en Villaseta de Càvusu, llamada actualmente Xaos (en griego, Kaos), un nombre del sitio natal que fue muy coherente con su pensar ya que, como reflejará su obra, en buena medida reconocía la existencia de un arraigado conflicto entre los instintos y la razón que conduce a las personas a llevar una vida llena de incoherencias.

El punto culminante de su carrera se verificó al serle concedido el Premio Nobel de Literatura en 1934, habiendo sido quizás el trabajo emblemático por el que quedaría inmortalizado, Seis personajes en busca de autor, el que se habrá de representar, una y otra vez, en cualquier punto de la escena mundial. De allí se puede tomar este extraordinario parlamento en el que el hijo interpela al Director:

“¿Pero todavía no ha comprendido usted que esta comedia no puede representarla? Nosotros no estamos con usted y sus actores nos miran desde fuera. ¿Usted cree posible que se viva ante un espejo, que además, no contento con helarnos al reflejar la imagen de nuestra expresión, nos da como una mueca irreconocible de nosotros mismos?”.

Su dramaturgia apareció en un tiempo turbulento, ese que le tocó vivir, el de la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la crisis del 30, el ascenso al poder del fascista Benito Mussolini (1883-1945) en su país. A la hora de su muerte, se estaban generando las expresiones de ese “huevo de la serpiente” del que se engendraría, en la vecina Alemania, un nazismo que le deparará un horror extremo a una  Humanidad que no supo advertir a tiempo lo que ya prenunciaba el accionar de Il Duce que mostraba su rostro oscuro.

Igualmente, la obra de Pirandello se mantuvo al margen de algunos condicionamientos que exigía el régimen fascista con el cual estuvo, de todas maneras, ligado, ya que se afilió a ese movimiento en 1924 y fue recibido personalmente por Mussolini; aunque se ha especulado que fue más bien usado por el régimen, quizás como un mero peón en una partida de ajedrez que le era ajena.

La primera mención que hace al juego se da en su obra poética. En efecto, en Mal giacondo, que con solo 22 años de edad publica en 1889 en la ciudad de Palermo, se incluye la poesía La Pioggia Benefica (La lluvia benéfica), en la que se incluyen estos versos:

“Vecchia, che segui presso il davanzale / l’agil volo dei rondini pe ‘l cielo, /  ne la perlata luce occidentale, / qual mai pensiero agli occhi tuoi fa velo? / (…) ti stavi per de l’ore intere / a la finestra de la casa a fianco? / A che uccellavi? Al giovin cavaliere, / che per danaro a le vecchie matrone / fa la corte sgobbando a uno scacchiere?...”

(“Anciana, que sigues en el alféizar de la ventana / el ágil vuelo de las golondrinas a través del cielo, / a la luz perlada del oeste, / ¿Qué pensaste en tus ojos velos? / (…)  estuviste allí durante horas enteras / en la ventana de la casa de al lado? / ¿Qué imaginabas? En el joven caballero / que por dinero a las viejas matronas / les hace la corte sacrificándose en un tablero de ajedrez?...”)

Ya en prosa, en  Berecche e la guerra, un trabajo de 1919 que fue reimpreso en el marco de la serie Novelle per anno  justo en el año en que recibió el máximo galardón literario,  se presenta a Federico Berecche, un profesor de historia, admirador de Alemania, que es interpelado por todos sus conocidos (familia y amigos) por la agresión de ese país en el contexto de la Primera Guerra Mundial.

En ese contexto, sus relaciones podrán describirlo, caricaturizándolo, como un humilde y honesto peón, que usa casco alemán y avanza a paso marcial, lo que sucede en la siguiente  referencia que se da en el primer capítulo titulado La cervecería:

“En esa cervecería, sobre la pequeña mesada de mármol, sus amigos habían dibujado una caricatura de él: un tablero de ajedrez sobre el que Berecche caminaba; a paso de ganso, como un soldado alemán y con un casco puntiagudo, con una espiga, sobre su gran cabeza. La esencia de la caricatura está en el tablero de ajedrez: significa mostrar que Berecche ve el mundo de esa manera, en cuadrados, y camina sobre ellos al estilo alemán con una medida y regular pisada, como un modesto peón depende del rey, de las torres, de los alfiles…”.

Está claro que el protagonista se mueve dentro de un tablero que remite a una herencia de valores, la del pueblo alemán venerado por Berecche desde la adolescencia, que entra en colisión cuando el 'mito germánico' es ahora el que siembra horror y abruma en un continente en una guerra en la que, a diferencia de lo que acontecerá con la próxima, Italia estará, tras mantenerse neutral en una primera instancia, del lado contrario de los alemanes (a quienes no declaró las hostilidades, mas sí lo hiciera contra sus aliados: los Imperio Austro-Húngaro y Otomano).

Es interesante destacar que, en la versión original en italiano, en el mentado pasaje se hace referencia al peón como pedina y no como pedone (el más usual en el mundo del ajedrez), siendo el primer término el que se utiliza, preferentemente, en el juego de las damas. Sin embargo el fragmento en cuestión, al hablar del rey, las torres y los alfiles, no deja duda alguna sobre qué juego estaba en el imaginario de Pirandello al concebir ese parlamento.

¿Tendrá Berecche, al menos en su deslumbramiento por la cultura germana, algo del propio autor? Al decir esto no habría que olvidar que el autor mismo, en 1888, después de una pelea con el profesor de literatura clásica de la Universidad de Roma, se traslada a la Universidad de Bonn, Alemania, donde en 1891 obtendrá su doctorado en filología mediante una tesis sobre el dialecto de Agrigento.

Imagen de Luigi Pirandello

Regresando al ajedrez, siempre en forma algo incidental, el dramaturgo lo mencionará nuevamente en La buon´anima, una novela de 1904 que tiene por protagonista a Bartolino, un joven algo virgen de amores a quien un amigo, de nombre Motta, le presenta su futura esposa.

Esta era una viuda que no podía olvidar a su anterior compañero, el que se le presenta en forma de ánima en forma permanente, para desazón de su actual marido. A Motta, en cierto momento en que se estaba por establecer el vínculo con su amada, se lo aprecia:

“…jugando su partida habitual de ajedrez con el señor Anselmo, tío de Bartolino…”.

En otra de sus novelas, Pari, que apareció en 1910 (fue concebida en 1907), se cuenta la historia de dos amigos muy parejos (como sugiere el título de la obra), Bartolo y Guido quienes, entre las múltiples actividades que compartían, incluido el  trabajo en el Ministerio de Empleo Público, conversan en cierto momento sobre política o artes, mientras juegan a los dados, al ajedrez o a las damas.

L'Umorismo es uno de sus grandes trabajos. Se trata de un ensayo publicado en 1908 en el cual, al referirse a los relatos de caballería, alude a una leyenda sobre una partida de ajedrez disputada por Garin de Montglane y Carlomagno (742-814). En ese contexto Pirandello cuestiona al emperador francés por la idiotez de jugar sobre el tablero el destino de Francia. Y en principio pudiera tener razón, a poco de que se recuerde que, el mencionado caballero, era considerado en algunas historiografías como el mejor ajedrecista galo; aunque, también se cree, el problema era que Galienne, la esposa del monarca, quiso seducir al joven y, de hecho, la partida habría tenido como eje esa discusión basada en los celos maritales.

Al comentarse esta historia antigua, traída a su actualidad por Pirandello, no habría que olvidarse que, conforme lo demuestra el historiador francés Michel Pastoreau, es del todo inexacto pensar que Carlomagno jugara al ajedrez ya que, de hecho, ese pasatiempo ingresó a territorio francés con posterioridad (“nació demasiado antes y demasiado al oeste para hacerlo”, en la mirada del medievalista galo).

Finalmente en Il coppo, una novela aparecida en 1912, se aprecia que un pintor, llamado Bernardo Morasco, debía limitarse a trabajar por encargo como forma de sustentar su vida en vez de dar rienda suelta a su verdadero espíritu creativo. Así, al tiempo que se consideraba rico, sólo en alma y sueños, se le podían presentar al artista imágenes más tangibles de:

 “…caballeros emplumados y vestidos de seda que luchan en el sótano en un duelo; cardenales en toda regla jugando al ajedrez en un claustro…".

Un último recuerdo al ajedrez de Pirandello efectuado pocos días antes de su deceso. Efectivamente, en una carta dirigida a Marta Abba (1900-1988), una actriz que fue su musa, y  con quien mantuvo un intenso intercambio epistolar (la llamaba por momentos Santa Marta), en carta del 21 de noviembre de 1936 el escritor dirá (casi soñando un encuentro que será imposible):

Nueva York es como un tablero de ajedrez; y, conociéndola, puedo entender muy bien dónde vives: conozco la calle 53, donde corta la avenida VI (oeste); Simplemente no recuerdo si los números impares están a la derecha o izquierda de la calle. ¿En qué piso estás? Puedo preguntarle al portero. Ya lo hago. Subo con el ascensor. Toco el timbre de la puerta. Me presentan a una "magnífica" criada negra. - ¿Señorita Marta Abba? Y escucho tu grito desde la otra habitación: - ¡Maestro! ¡Maestro! Marta mía, ¡qué sueño! Al tenerlo, siento renacer (…)”.

Otro escritor italiano,  Massimo Bontempelli (1878-1960), nacido en la ciudad de Como, fue instado por Pirandello para que colaborase con el Teatro de Arte de Roma, dirigido por este desde 1925, de cuyo vínculo nacieron sendos trabajos de aquel: Nostra Dea (1925) y Minnie la candida (1927).

El alumno admiró a su colega (consideraba que Pirandelloera el lógico dinamitero que coloca una bomba infalible debajo de la mesa del teatro burgués”), con quien estrechó una gran amistad. De hecho en 1924 ambos, además de adscribir formalmente al fascismo, crearon el Teatro degli Undici.

En esa suerte de fascinación inicial por el movimiento que se estaba instaurando en el país (al que se consideraba lejos del capitalismo plutocrático y del comunismo), Bontempelli creía que se estaba en el amanecer de un nuevo tiempo en el que Italia iba a liderar un proceso de creación de renovados mitos. Todo muy romántico hasta que, en 1938, al criticar a sus líderes en sus apartamientos a los ideales  (y además al no admitir que se le pretendieran imponer estilos o temas que deberían ser abordados en la literatura), será censurado y habrán de ser confiscado sus bienes, siendo confinado a Venecia.

Al cabo de todo, en el mundo estrictamente de las letras, Bontempelli será reconocido como uno de los principales exponentes del movimiento surrealista de su país y, más propiamente, como uno de los máximos cultores del género del realismo mágico.  

Bajo la adscripción de aquel movimiento literario, e inspirándose con toda seguridad en A través del espejo y lo que Alicia encontró allí del inglés Lewis Carroll (1832-1898),  Bontempelli escribió La scacchiera davanti allo specchio (El tablero de ajedrez  ante el espejo o, más simplemente, El tablero ante el espejo, como se lo presenta en una edición de Siruela de 1993). Es que ambas tramas tienen muchos (tal vez demasiados) puntos de contacto interpelándose los límites a los que se puede adscribir la fuente de inspiración, para no perder identidad.

La obra del italiano será originalmente publicada en el año 1922 por lo que, considerando su contenido, debe de alguna manera ser conceptuada como precursora del surrealismo que surgirá en Francia más fuertemente dos años más tarde de la mano de André Breton (1896-1966), un movimiento vanguardista que abrazará Bontempelli.

La scacchiera davanti allo specchio se nutrió, más cercanamente, del propio Pirandello. Es que este, en Uno, nessuno e centomila, le dio gran relevancia a los espejos (“símbolo del yo frente a uno mismo”)  los que podían ser observados como claves en el camino de la disolución de la personalidad.  Esta obra de su maestro se publicó en 1925, mas fue iniciada en 1909, habiendo algunos fragmentos aparecido en 1915, por lo que le habrían sido indudablemente modélicos a Bontempelli.

La RAI, compañía de radiodifusión italiana, hizo una versión radial de La scacchiera davanti allo specchio. 

“El que no sabe jugar al ajedrez, no sabe razonar. El que no sabe razonar, no sabe afrontar las dificultades de la vida. El que no sabe afrontarlas, es un hombre nulo”.

Este parlamento, ligeramente adaptado respecto del que obra en el libro a su comienzo, transcurre cuando, en tono autorreferencial, el personaje central de la novela confiesa no haber sido jamás exitoso frente al tablero.

La trama se ubica en la época de la Primera Guerra Mundial cuando un niño de diez años es confinado en una habitación, por unas pocas horas, en la que sólo hay un juego de ajedrez con sus 32 piezas (tantas como “dientes tienen los hombres”). En ese espacio limitado se ubica un espejo, el que está apoyado en la repisa de la chimenea. Al niño, al dejarlo solo, le hacen varias recomendaciones, que le parecen a su juicio innecesarias: no salir del cuarto; no tocar el tablero de ajedrez; no romper el espejo.

En estado contemplativo aprecia que el espejo estaba ligeramente inclinado, lo que daba la sensación de que cada una de las piezas se observaban recíprocamente. Y, de pronto, el rey blanco reflejado en su superficie cobra vida, le habla, lo invita a unirse. Cuando el pequeño le plantea a su extraño interlocutor cómo podría llegar a hacerlo, obtiene una réplica impactante: “Con la voluntad todo se puede”.

Imagen de la tapa de una de las ediciones de La scacchiera davanti allo specchio

Una vez que lo atraviesa, le informan que la persona que queda del otro lado, y su imagen reflejada, eran exactamente lo mismo, en un argumento que no podría llegar fácilmente a comprender. Por lo demás, en ese otro espacio, verá a las personas que han ingresado en el espejo, desde la primera oportunidad en que su imagen fue capturada.

En ese contexto descubrirá,  por caso, a su propia abuela, en una joven versión, dándose ahora el maravilloso encuentro que nunca se había podido establecer en la realidad del mundo cotidiano ya que ella había fallecido antes de que el niño naciera.

En ese juego de recuerdos y de posibilidades infinitas, algunas nuevas, que ahora se le podían presentar, con esa idea subyacente de que dentro del espejo todos los puntos se tocan por lo que cualquier cosa es posible, habrá que aceptar que cada imagen queda captada eternamente, por lo que la persona podrá haber crecido, la persona podrá haber viajado, la persona podrá haber muerto… pero en el espejo la persona siempre permanecerá eterna, tal como se la vio en la primera oportunidad en él.

El único problema, y de ahí tal vez la recomendación que se le hizo al niño al momento de quedar en solitario en el cuarto, es lo que podría suceder si el espejo se rompiese. Si ello sucediera, las personas que lo habitan dentro, esas que permanecen en un limbo de eternidad: ¿podrían llegar a sucumbir?

De ahí el mito en cuanto a que si un espejo se quiebra se puede generar una desgracia (¡que no ocurrirá fuera del espejo sino dentro de él!).  Sin embargo se comprobará, juiciosamente, que esta clase de males no son tan letales ya que, cuando un espejo se rompe, sus personajes optan, simplemente, por pasarse a otro vecino.

Varios personajes irán apareciendo, siendo notable que, al menos por el momento, no se vean  objetos, animales, plantas o paisajes, sino sólo seres humanos, además de los trebejos, en un espacio que era, por definición, infinito.

Tampoco se presentarán fenómenos naturales, ni se apreciará la diferencia entre el día y la noche; ni si se trabajaba, estudiaba o leía (de hecho no había libros).

El Rey Blanco, inquirido por el niño acerca de que le parecía paradojal cómo se reflejaban en el espejo las inertes figuras del ajedrez cuando en ese otro lado no había ninguna otra cosa material, se encargará de aclararle:

“Todos los hombres son orgullosos e ignorantes…hasta el punto de no saber que nosotros, nosotros las piezas del juego de ajedrez, somos las criaturas más importantes de la creación (…) debes saber que las piezas del ajedrez son mucho, mucho más antiguas que los hombres: muchos siglos después de que existiera el ajedrez, han nacido los hombres, que son al bulto, una especie de peones, con sus alfiles, rey y reina, y también caballos, a imitación de los nuestros. Entonces los hombres han fabricado las torres para parecerse a nosotros. Después han hecho también muchas otras cosas, pero todas son superfluas. Y todo lo que le sucede a los hombres, especialmente las cosas más importantes que se estudian después en la historia, no son más que una confusa imitación y empastada variación de grandes partidas de ajedrez, disputadas por nosotros. Somos ejemplo para la humanidad a la que gobernamos (…) somos verdaderamente eternos”.

¡Este es un punto crucial de todo el relato! El ajedrez no sería un reflejo de la vida sino que el sentido de la relación es exactamente el inverso: la vida no es otra cosa que un reflejo del ajedrez. Ahora, gracias a Bontempelli, perfectamente lo sabemos, cuando antes sólo los entusiastas del juego lo sospechábamos...

Siendo así, los trebejos corporizados en vida de aquel lado del espejo podían decir:

“Todo lo que le sucede a los hombres, especialmente las cosas más importantes que se estudian después en la historia, no son más que imitaciones confusas y variaciones fallidas de grandes partidas de ajedrez que nosotros jugamos. Nosotros somos los ejemplos y quienes gobernamos a la humanidad (…) somos verdaderamente eternos (…) efectivamente dirigimos el mundo y somos los únicos que tenemos una razón de ser y un ideal”.

El niño, en cierto momento, bajo las apariencias, descubre otro mundo en el que halla a un maniquí de mimbre, que no tiene nombre, ni manos, ni cabeza (pese a lo cual habla). No es otro que el rey de las cosas (el único que en ese lugar estaba dotado de inteligencia, de voluntad y de palabra), el objeto por excelencia, ya que las personas quieren parecérsele modelando su idea de lo que se debe ser a través de su silueta.

Es que, del otro lado del espejo, a diferencia de lo que creemos en esta otra realidad, las personas están en un plano inferior; mientras que las cosas, debidamente reaparecidas y resignificadas, permanecen en uno superior. Allí las personas están absolutamente separadas de las cosas, nunca se tocan (¿un mundo ideal?). Con lo que se plantea una duda: ¿a cuál de los dos planos corresponde el ajedrez?

El protagonista plantea ese interrogante y, así como el Rey Blanco había valorado al juego en el mundo de las personas, en el mundo de las cosas el ajedrez también aparece, siendo especial, aunque no tanto, ya que, para el maniquí, el juego estaba exactamente en un punto medio entre las personas y los objetos: “Algún valor tienen, mi Dios, pero no tanto como para estar aquí”.

Imagen de Massimo Bontempelli, de la revista italiana Radiocorriere, N° 13, año XXXI, dominio público.

Habrá también una partida que las piezas del otro lado del espejo disputarán sobre el suelo de la superficie, que oficiará de tablero; los trebejos, se moverán rígidamente, a indicaciones de los respectivos monarcas.

El niño se sentó a observarla, aunque no sabía jugar al ajedrez, pero estuvo muy impresionado por la coreografía que se desarrollaba sobre la superficie escaqueada. Todo terminó cuando sólo quedaban sobre el tablero los respectivos reyes con uno de sus corceles; es que, en esas condiciones, se debieron pactar las tablas (partita patta, en el original).

Pero lo más intrigante era quiénes habían jugado la partida: la respuesta no se hizo esperar, “nosotros”, es decir las piezas tuvieron absoluta autonomía de juego a diferencia de lo que sucedía en el mundo real en donde los ajedrecistas actúan una payasada (buffonata) creyendo que las mueven, en una mera caricatura.

 Al cabo de todo, en este trabajo, como en el de Carroll, la historia se resuelve a través del paso del sueño a la vigilia. Pero, aquí, es justamente el hecho de lograr dormirse del otro lado la forma de regresar (cuando a Alicia, inversamente, se la ve despertar del lado original, el que se supone corresponde a la realidad).

Para el italiano hay un concepto que resulta central, y que esta excursión, y la existencia de los espejos como reflejo de la realidad le permiten suponer: la inexistencia del tiempo.

El niño queda prendado por una experiencia que, tal vez, duró un minuto o un segundo. Expectante, al cabo de todo lo sorprenden apoyado sobre la pared, muy próximo al espejo y, cuando con no poco sorpresa le preguntan qué está haciendo, muy sugestivamente, responde: “Nada. Estaba esperando que alguien viniera a abrirme” (¿la puerta principal del cuarto? o, mejor, ¿el acceso al mundo detrás del espejo?).

En cualquier caso, es muy significativa la frase de Bontempelli en cuanto a que: “Todas las cosas que existen de alguna manera, resultan de (las ideas de) límite e infinito, a través del primer Ente” (“Tutte le cose che esistono in qualche modo, risultano del limite e dell'infinito, per mezzo del primo Ente”). Los límites y la posibilidad de infinito, dimensiones que, desde luego, pueden inspirarse y reflejarse, tanto en los espejos como en el ajedrez.

En un análisis comparado, siempre quedará la duda acerca de si ambos niños, el de Bontempelli y el de Carroll, emprendieron el viaje efectivamente logrando volver tras un sueño o si, al contrario, ese estado onírico fue el que disparó la posibilidad de recalar en un otro mundo.

En su texto Carroll había planteado incluso la posibilidad de que Alicia pudiera haber sido soñada por una pieza del tablero. En este juego de influencias literarias  y de espejos, en los que nos encontramos, y si se nos permite seguir el juego planteado por ambos autores, se podría generar la interesante alternativa de si el niño de Bontempelli hubiera sido susceptible de ser soñado por la propia Alicia.

Saliendo de este intríngulis, digamos que Bontempelli, ya no en ficción, sino en su ensayo La donna del Nadir, un texto publicado originalmente en Roma en 1924, vuelve a referirse al ajedrez, aportando el sugerente argumento de que está al margen del tiempo y del espacio.

A su juicio, es preexistente a la aparición del hombre sobre la Tierra, adscribiendo su inclusión a un idealismo platónico en el que el ajedrez estará siempre, más allá de lo que ocurra en el plano terrenal. Sobre el punto concretamente dice:

 “Il giuoco degli scacchi preesisteva probabilmente all'apparizione dell'uomo sulla terra, e forse anche alla creazione del mondo; e se il mondo ripiomberà nel caos, ed il caos si dissolverà nel nulla, il giuoco degli scacchi rimarrà, fuori dello spazio e del tempo, partecipe dell'eternità delle Idee”.

(“El juego de ajedrez era anterior, probablemente, a la aparición del hombre sobre la Tierra, y puede que también a la creación del mundo; y si el mundo se sume en el caos, y el caos se disuelve en la nada, el juego de ajedrez permanecerá fuera del espacio y del tiempo, compartiendo la eternidad de las Ideas”).

El tiempo es la clave de este trabajo, a punto tal de que se lo define del siguiente modo:

“…es la esencia más misteriosa que podemos sentir, y tal vez la imagen más comprensible de Dios”.

En consecuencia, aún fuera de ese cronos de ribetes divinos, cabría inferirse que, para Bontempelli, se podría llegar a ubicar un ajedrez que comparte la inmanencia de la eternidad de las ideas...

En La donna del Nadir, aunque desde una perspectiva más terrenal, también se menciona expresamente al campeón mundial Alexander Alekhine (1892-1946), a quien se lo tilda de “Alekhine el Grande”, al referirse al impacto causado por una sesión de simultáneas que este jugador ofreció en Milán ante diez rivales, antes de llegar a la cima.   

Al cabo de esta recorrida vimos a un Pirandello maestro, y a un Bontempelli discípulo, unidos en muchos sentidos. Por la literatura (particularmente en el género de teatro), en la asunción de algún camino político equívoco (aunque de alguna manera inevitable en el contexto de los tiempos que les tocaron protagonizar)  y, fundamentalmente, en el amor por la dramaturgia.

Los unió una nacionalidad, la de una Italia que se transformará en el siglo XX que por entonces sólo se asomaba, en una República, dejando atrás la monarquía, el fascismo y el horror de sendas guerras mundiales.

Y los unió el ajedrez, a quienes esos autores le dedicaron interesantes e intensas páginas.

Ajedrez y literatura, una ligazón profunda, que guarda puntos de contacto con los férreos lazos que llegaron a establecer esos grandes escritores italianos que fueron Luigi Pirandello y Massimo Bontempelli. Va a  ellos nuestro reconocimiento y recuerdo.

Imagen de Bontempelli (a la izquierda) y Pirandello tomada en los estudios cinematográficos Lumitor en 1933, en PirandelloOnline, dominio público, 

Fuentes bibliográficas:

Berecche e la guerra, de Luigi Pirandello,  Mondadori, Milán, 1969.

Encyclopedia of Italian Literary Studies: A-J; Gaetana Marrone, Routledge, Nueva York, 2007.

 La donna del nadir; Massimo Bontempelli, Mondadori, Milán, 1928.

La imagen pictórica más antigua en Europa sobre el ajedrez está en la cosmopolita Sicilia, cuna de Paolo Boi y Pietro Carrera, por Sergio Ernesto Negri, en Ajedrez con Maestros, 31 de enero de 2020.

La scacchiera davanti allo specchio; Massimo Bontempelli, Sellerio Editore, Palermo, 1990.

La trappola, de Luigi Pirandello, Treves Fratelli, Milán, 1915.

La vita nuda, de Luigi Pirandello, Bemporad, Florencia, 1922.

La vita nuda, de Luigi Pirandello, Treves Fratelli, Milán, 1910.

Lewis Carroll envisioned his Alice playing chess, por Sergio Ernesto Negri, ChessBase, en , enero de 2018.

Lewis Carroll imaginó a su Alicia jugando al ajedrez al atravesar el espejo, por Sergio Ernesto Negri, Ajedrez con Maestros, en , noviembre de 2019.

Pirandello web, sitio especializado en Luigi Pirandello, en https://www.pirandelloweb.com/.

Una historia simbólica de la Edad Media occidental, de Michel Pastoureau, Katz Editores, Buenos Aires, 2006.


Sergio Ernesto Negri nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es Maestro FIDE. Desarrolló estudios sobre la relación del ajedrez con la cultura y la historia.

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