Shakespeare y el ajedrez

por Sergio Ernesto Negri
21/12/2020 – El 1° de noviembre de 1611, en el Palacio de Whitehall de Londres, en presencia del rey Jacobo I de Inglaterra (1566-1625), se representa por vez primera The Tempest (La Tempestad), una obra de teatro en cinco actos, escrita en verso y prosa que será una de las últimas que conformen la prodigiosa y prolífica obra de William Shakespeare (1564-1616). Este será el único trabajo en el que Shakespeare aluda específicamente al ajedrez. Reproducción del artículo por Sergio Ernesto Negri, publicado en Ajedrez Latitud Sur.

ChessBase 16 - Mega package Edition 2022 ChessBase 16 - Mega package Edition 2022

Ideas nuevas, análisis precisos, y entrenamiento a medida. ChessBase es la base de datos de ajedrez particular de referencia en todo el mundo. Aprenda, disfrute y mejore su juego. Cualquier ajedrecista con ambiciones, desde el Campeón del Mundo hasta los jugadores de club o los amigos ajedrecistas aficionados, trabajan con esta herramienta.

Más...

Dramaturgos precursores en el vínculo del ajedrez con el teatro (en tres actos)

Segundo acto

William Shakespeare posó su mirada en el ajedrez en la tempestad

El 1° de noviembre de 1611, en el Palacio de Whitehall de Londres, en presencia del rey Jacobo I de Inglaterra (1566-1625), se representa por vez primera The Tempest (La Tempestad), una obra de teatro en cinco actos, escrita en verso y prosa que será una de las últimas que conformen la prodigiosa y prolífica obra de William Shakespeare (1564-1616).

Su argumento se centra en la figura de Próspero, el duque legítimo de Milán, quien había sido expulsado de su posición por su hermano Antonio. Desterrado junto a su hija Miranda, estando en una isla desierta, usa sus dotes para los encantamientos logrando atraerlo con el fin de vengarse.

En la embarcación en la que venía el objeto de la venganza estaban otras personas, entre ellas Alonso, el rey de Nápoles, y su hijo Fernando quien, al desembarcar en la isla, se enamorará de Miranda.

En principio Próspero los perseguirá a todos y encarcelará mas, al cabo de los sucesos, terminará por perdonar a su hermano y aceptar el casamiento de los jóvenes.

Este será el único trabajo en el que Shakespeare aluda específicamente al ajedrez, lo que sucederá en un parlamento que es presentado bajo el título “PRÓSPERO descubre a FERDINAND  y MIRANDA jugando al ajedrez”, en donde se dice:

MIRANDA (M): Dulce señor, me engañas.

FERNANDO (F): No, mi amor, no lo haría por nada del mundo.

M: Sí, lo harías para obtener  una veintena de reinos, más yo lo llamaría juego limpio.

ALONSO (A): Si esto es otra ilusión de la isla, a un hijo amado perderé dos veces

(…)

A: ¿Quién es la doncella con la que jugabas? Ni tres horas hará desde que la conoces. ¿Es ella la diosa que nos ha separado y ahora nos vuelve a unir?

F: Señor, ella es mortal, pero por la inmortal Providencia, ella es mía. La elegí cuando no podía pedirle consejo a mi padre. Es hija del famoso Duque de Milán (…)”.

Vemos que Shakespeare utiliza aquí al juego de una forma que era muy usual en su tiempo, es decir, en el contexto del encuentro de enamorados, en una relación que podía fortalecerse a la vera del tablero escaqueado y, eventualmente prosperar, lo que sucede en el presente caso.

Por otro lado, sabido es que, desde la Edad Media, el ajedrez se convirtió en un pasatiempo muy popular, tanto en la península italiana (lugar en el que transcurre la acción), como en Inglaterra (en donde surge el relato). Era proverbial que lo practicaran entonces en las cortes, y que fuera una excusa para el vínculo amoroso por lo que, esa partida entre Ferdinando y Miranda, es del todo apropiada, en el contexto social en el que se desenvolvían esos personajes.

Si bien puede ser una exageración pensar que Shakespeare lo tuviera particularmente en cuenta, no habría que dejar de indicar que, en el sur de Italia, y allí se ubica Nápoles de donde proviene el rey del relato, era uno de los centros ajedrecísticos de ese tiempo. De hecho en esa ciudad fallecería el siciliano (siracusano para más datos) Paolo Boi (1528-1598), uno de los máximos jugadores de su tiempo.

Miranda Playing Chess with Ferdinand, obra del pintor francés Gillot Saint-Evre

Por lo demás cabría resaltar una situación que, de alguna manera, podría considerarse paradojal, si se considera lo que sucede dentro del tablero: la partida se presenta en tanto símbolo de reconciliación cuando, lo prototípico, es que lo que pasa sobre el tablero sea más bien imagen de una disputa por la supremacía, sea entre dos poderosos, sea entre dos reinos enfrentados.

El 3 de marzo de 1592 se representa la primera parte de Enrique VI (luego vendrían dos más), que se cree Shakespeare hizo en colaboración con Thomas Nashe (1567-1601) un año antes (aunque algunos se la adjudican en forma íntegra mientras que otros opinan que su participación en la escritura fue marginal), basada en la historia de ese rey que vivió entre los años 1421 y 1471, habiendo asumido el trono con nueve meses de vida (para entonces tuvo un regente), el que mantuvo hasta 1461. También, por un corto tiempo, fue rey de Francia, perdiendo crecientemente sus posesiones allí.

Su impopularidad fue creciente: en su mandato se verificó la Guerra de las Dos Rosas justificándose, entre otros motivos, que ello fue favorecido por los ataques de locura que padecía un rey que terminará por ser destronado, encarcelado en la Torre de Londres y asesinado. En el drama respectivo se ha creído que la mención a un compañero de batallas (“warlike mate”, en el original) en el Acto 1, Escena II, podría ser una alusión al juego aunque, probablemente, es una interpretación un tanto forzada.

Siguiendo con una perspectiva que por momentos parece hacer decantar excesivamente para el lado del ajedrez expresiones que, en rigor, tienen una intención más lata (aunque la polisemia es la base de la buena poesía y del buen teatro), cuando en The Comedy of Errors, una obra primeramente representada el 28 de diciembre de 1594 se introduce un diálogo diciendo “Not mad, but mated”, se ha dicho que es otra alusión a una batalla en el campo del ajedrez más, como bien infiere Edward Winter), podría entenderse que mated remite, ambiguamente, y a la vez, a las ideas de derrumbado y casado.

En  King John (El rey Juan), trabajo publicado originalmente en 1623 sobre la vida de Juan I de Inglaterra (Juan sin Tierra) (1166-1216), escrito en 1597, en el parágrafo 123 Eleonora, la reina madre viuda del rey Enrique II (1133-1189), acusando a la duquesa Constanza (1161-1201) de pretender que su hijo Arthur se convirtiera en rey, le dice:

“Out, insolent! thy bastard shall be king, / That thou mayst be a queen, and check a world”.

“(Fuera, insolente! tu bastardo será rey, / para que seas una reina, y controles un mundo)”.

Es posible, pero entendemos que de nuevo exagerado, que extendamos el concepto de control del mundo a la idea de darle jaque, sabiendo que la expresión check es aplicable para ambas situaciones. Tampoco es muy convincente la probable alusión ajedrecística en el siguiente parágrafo, ya que los peones no necesariamente son trebejos (también son trabajadores de la sociedad real):

“To lie like pawns lock´d up in chests and trunks” (línea 141), es decir: “Acostarse como peones encerrados en cofres y baúles”.

Pawns y check son expresiones del ajedrez pero, mucho más, son parte del lenguaje coloquial aplicado a situaciones de otro orden, que resultan más directas. Que algunas de ellas hayan pasado del plano del ajedrez al de la cotidianidad, o viceversa, no entendemos que implique que el poeta y dramaturgo hubiera tenido en mente al juego cuando las utiliza en su obra. Pero, claro, esto siempre es posible de admitir diferentes interpretaciones analíticas, las que de ninguna forma desmerecemos.

Lo propio ocurre cuando se alude a todas las posiciones jerárquicas en la corte, en las que hay reyes (Kings), reinas (Queens), caballeros (Knights), forma en que se denomina a la pieza del caballo en la tradición anglosajona, y obispos (Bishops). Y, por cierto, las fortificaciones que procedían de tiempos medievales no eran otras que las torres (Rooks).

Pero entender que cuando Shakespeare, en su vasta obra, usa esas expresiones está pensando en el juego del ajedrez, constituye a nuestro juicio un campo propicio para las exageraciones. Aunque podría no serlo tanto a poco que admitamos que el ajedrez, en esos tiempos, terminó por modélicamente ser una perfecta analogía social de las cortes por lo que, en ese juego de espejos, hablar de reyes, por ejemplo, podría indistintamente aplicarse al juego o a la realidad política.

Imagen de la representación de “The death of King John”, en 1865, en producción del Drury Lane Theatre, London.

Con todo, habrá de conformarse con aquella referencia específica del gran escritor de lengua inglesa, esa hecha en La tempestad, que es del todo concreta y, a su modo, esencial. Y al decir esto comprobamos que, así como Lope de Vega lo había hecho en la península ibérica, el inglés Shakespeare, junto a su compatriota Thomas Middleton, quien será el protagonista del siguiente Acto de este trabajo, fueron escritores pioneros en incluir al ajedrez en la dramaturgia con lo que marcarían un rumbo que en el futuro arrojará nuevos hitos.

Shakespeare, sin dudas, fue una de las principales plumas de todos los tiempos. Por lo que su legado e influencia serán vastísimos. En ese orden, desde la perspectiva del ajedrez, habrá un vínculo muy estrecho que consignar, el del dramaturgo con el probablemente mejor jugador inglés de todos los tiempos, Howard Staunton (1810-1874), a quien se lo considera el máximo ajedrecista del mundo en la década del 40 del siglo XIX. Es que este, en su condición de rudito, hizo notorios estudios basados en la figura del escritor, a punto tal de que fue el responsable de una edición anotada de tres volúmenes de sus obras, que dio a luz entre los años 1858 y 1860.

Ese tiempo es coincidente con la visita del norteamericano Paul Morphy (1837-1884) a Europa, oportunidad en la que este desafió al inglés a un match, en convite que fue rechazado, utilizándose como uno de los principales argumentos precisamente el hecho de que Staunton estaba embarcado en otras tareas de mayor relevancia, las referidas al escritor.

Por cierto, hay que admitir que este trabajo sobre Shakespeare, para el que Staunton había sido contratado, podía tener el carácter de perentorio y esencial, a poco de alejarnos de una visión que se limite a observar el prisma bajo una perspectiva estrictamente ajedrecística. Es que, habitualmente circunscriptos a una mirada más concentrada en el mundo escaqueado, se suele cuestionar a Staunton por esta defección. El mundo del ajedrez quedará frustrado por la imposibilidad de registrarse un enfrentamiento entre los máximos exponentes del Nuevo y del Viejo Mundo.

Como conclusión hay que decir que Shakespeare, además de su incorporación en La Tempestad, con lo que fue uno de los pioneros en incluir al juego en la dramaturgia mundial, quedó también muy asociado  al juego, por ese extraordinario y celebrado trabajo de estudio de su obra que hizo Staunton, uno de los mejores ajedrecistas de la historia.

Enlaces


Sergio Ernesto Negri nació en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Es Maestro FIDE. Desarrolló estudios sobre la relación del ajedrez con la cultura y la historia.

Comentar

Normas sobre los comentarios

 
 

¿Aún no eres usuario? Registro