Diálogos entre amigos y colegas
Hoy hablaremos un poco del libro Smyslov on the Couch (“Smyslov en el diván”) de Genna Sosonko, publicado por Elk and Ruby.
Con este diálogo entre Sosonko y Vassily Smyslov (Moscú, URSS, 24 de marzo de 1921- Moscú, Rusia, 27 de marzo de 2010), del 9 de marzo 2003, comienza el libro:
– “Hoy es un día especial, Vasily Vasilievich”.
– “¿Por qué es tan especial?”.
– “Fischer cumple 60 años hoy”.
– “¡No puede ser! Todavía puedo imaginarlo como un niño. El tiempo realmente vuela. ¡Fischer ya tiene 60! La gente me leyó declaraciones de él recientes. Está mal, sí que lo está. Sus ideas son tan alocadas… Pero, ¿sabes qué?, alguien me pidió que firmara mi libro para Bobby hace un tiempo; mi trabajo le gustó de veras. Lo firmé para él, por supuesto. Una de las amigas de la Sra. Smyslov preguntó esta mañana si Fischer era realmente el jugador más brillante de todas las épocas. Eso es lo que yo llamo una coincidencia…”.
Smyslov dijo que Fischer era brillante, claro, pero había otros que según él eran igual de brillantes.
“El verdadero Vasily Smyslov”
Master Class Vol.14 - Vasily Smyslov
Smyslov cultivated a clear positional style and even in sharp tactical positions often relied more on his intuition than on concrete calculation of variations. Let our authors introduce you into the world of Vasily Smyslov.
Más...
Ese es el título del primer capítulo. Sosonko cuenta que la primera vez que vio a Smyslov fue en 1956, justo un año antes de que Smyslov se convirtiera en campeón del mundo, en un parque cerca de Leningrado. Vio a “un caballero alto, gentil, paseando de tablero en tablero y un pequeño círculo de espectadores alrededor de los jugadores”.
Veinte años después jugaron la primera partida oficial entre ambos, en Biel, y dos años después, en San Pablo, pasaron casi todo el tiempo libre charlando. Sosonko no imaginaba entonces que algún día escribiría sobre Smyslov.
La diferencia de edad no pesaba, la amistad se hizo sólida, estuvieron siempre en comunicación, hasta hablaron por teléfono días antes de que fuera al hospital, visita de la que ya no volvió.
Smyslov era mucho más interesante en charlas informales que en las entrevistas, donde la costumbre de no decir nada “inapropiado” nunca lo abandonó.
Sus monólogos eran tan interesantes que Sosonko pensó: “Esta parte de la historia no puede ser olvidada”, y, con su permiso, empezó a grabar lo dicho por Smyslov.
“Creo que él entendió el propósito de nuestras sesiones y hasta preparó algunas de ellas, y trató de articular sus pensamientos lúcidamente”.
A lo largo de los años, Smyslov repetía la máxima: “Haz lo que debas hacer, y que sea lo que deba ser”, ya sea en francés o ruso, y citaba a clásicos rusos con frecuencia.
“La verdad es mi madre, pero Smyslov es Smyslov”
Gena Sosonko, en el libro, muestra su lealtad absoluta a Smyslov con esa frase, que es derivada de otra rusa del siglo XIX de Alexander Herzen, que rehusó imprimir material crítico sobre Mikhail Bakunin diciendo: “La verdad es mi madre, pero Bakunin es Bakunin”. Creo que ambas derivan, cambiando la prioridad, de “amo a Platón, pero amo más a la verdad”.
En libros anteriores, Sosonko mostró una actitud muy diferente con los otros grandes que conoció íntimamente.
En El ascenso y la caída de David Bronstein, que es un libro magnífico, por la poca empatía que percibo en Sosonko hacia su amigo homenajeado, creo que el título más apropiado sería La caída de David Bronstein. Igualmente, reitero, para cualquier interesado en la historia del ajedrez, es un libro imprescindible.
En el libro sobre Korchnoi, Evil-Doer. Medio siglo con Viktor Korchnoi, que también es una maravilla, creo que el primero donde se conoce tan en profundidad a “Viktor el Terrible”, hay mucha crítica, pero se percibe afecto y también admiración por su amigo.
En el libro sobre Smyslov solo hay veneración, lo que no impide contar cosas donde Smyslov no queda tan bien parado, pero… “La verdad es mi madre, etc., etc.”.
Smyslov tenía una relación muy tierna con su esposa, Nadezhda Andreevna, o Nadyusha, o Nadine. Eran casi una sola persona: a todas partes donde Smyslov iba llevaba una foto de Nadezhda joven y sonriente.
Una vez Genna, mientras tomaban té en la dacha de Smyslov, le preguntó cuándo se habían conocido. Smyslov respondió: “¿Qué clase de pregunta tonta es esa, Genna?”. Con una mirada de reproche, añadió: “Sabes perfectamente que nos conocemos de toda la vida”.
Sosonko cuenta que Smyslov tenía infinidad de intereses e inquietudes, incluyendo a los ovnis, las predicciones de Nostradamus, etc., aunque estas perdían su interés. Solo en algo permanecía inalterable, en su fe religiosa, algo que Sosonko no compartía, por lo que terminó evitando las charlas sobre religión, “dado que imponer un argumento era imposible, mientras que no era difícil dañar los sentimientos de Smyslov”.
Solo al principio Sosonko le hacía preguntas como “¿Qué hacía Dios antes de que crease el mundo?” A lo que un algo irritado Smyslov le contestó “¡Estaba construyendo el infierno para gente que hace preguntas como esa!”.
Yendo al ajedrez, Spassky resaltó que por su increíble intuición lo llamaba “La mano”, y lo explicó así: “Su mano sabe a qué casilla pertenece cada pieza, no necesita calcular nada con su cabeza”.
Euwe, que tenía muy mal score contra Smyslov, dijo: “Este amable gigante del mundo del ajedrez hace jugadas que, francamente, cualquier otro gran maestro podría hacer. Hay una sutil diferencia: Smyslov gana; los otros GMs, no”.
En la nota completa, el GM Franco comenta otros pasajes del libro y relata periodos de la destacada carrera del campeón soviético.
Leer nota completa en ABC Paraguay | Visitar web del auspiciador Roggio e Hijos
El reto del Gran Maestro
La solución a este problema será presentada en la siguiente columna del GM Zenón Franco.
Partida analizada: Smyslov vs. Ribli, Londres 1983
+ la solución al problema del número anterior (ver partidas en la lista desplegable)