Una suspendida decisiva
Esta semana se cumplieron 80 años del nacimiento de Lubomir Lubosh Kavalek (Praga, Checoslovaquia, 9 de agosto de 1943 - Reston, EE. UU., 18 de enero de 2021). Recordemos su papel en “El match del Siglo”, de Reikiavik, 1972, basado en buena parte en lo que él cuenta en su libro Life at Play: A Chess Memoir.
Como sabemos, el match comenzó con 2 a 0 en favor de Spassky. En la entrevista para Voice of America (VoA) que Kavalek le hizo a Fischer al finalizar el duelo, Fischer admitió que ese fue el momento crítico del match: “Pensé que era una partida trascendente porque tenía las piezas negras. Otra derrota hubiera sido muy seria”. No pensó en términos de confianza o falta de ella, solo se concentró en la partida.
La partida decisiva del match, según Kavalek
Fischer ganó la tercera y la quinta partida e igualó el match. En la sexta pasó al frente. Esa fue la mejor partida del match: Spassky se unió a los aplausos del público.
Tras 12 partidas, Fischer iba ganando 7 a 5, producto de cinco victorias por tres derrotas, y llegó entonces la que Kavalek definió como la partida decisiva del duelo.
En esa decimotercera partida, Bobby Fischer, con las negras, eligió una línea entonces secundaria de la Defensa Alekhine: 1.e4 Cf6 2.e5 Cd5 3.d4 d6 4.Cf3, y ahora 4…g6.
Fischer la había empleado una vez, ante Browne en Rovinj, Zagreb 1970. Fischer quedó muy bien pero luego estuvo perdido. Fue tablas. Igualmente Fischer estaba convencido de que iba a ser una sorpresa para Spassky, y lo fue.
Kavalek dijo que conocía la línea muy bien, que hasta podría llamarse “La Variante Checa”, si bien fue Korchnoi quien la empleó antes, ya en 1953.
Jansa y Kavalek la utilizaron en partidas de blitz antes de jugarla en torneos. “Tuvimos éxito con ella, y pronto se nos unió Hort. La variante se puso casi de moda”.
Spassky no jugó lo mejor y las negras tomaron la iniciativa, la partida se suspendió y Spassky pensó 20 minutos antes de sellar su jugada.
Según Gligoric, fue “una de las partidas más complicadas de toda la historia del ajedrez. Analizar la partida al completo requeriría un libro entero”. Los comentaristas dudaban sobre lo que pasaba al suspender. Creían que Fischer estaba ganando; Kavalek opinaba que Spassky disponía de solo una jugada para sostener el juego, y que había varias otras que lo llevaban a la ruina. La cuestión era si Spassky había sellado la jugada correcta.
Cuando Kavalek enviaba su crónica, todos los restaurantes estaban cerrados, pero otro norteamericano, Brad Darrach, autor de Bobby Fischer fue a la guerra, descubrió una estación de servicio, a la salida de la ciudad, donde podían cenar bastante bien.
Cuando Kavalek y su esposa Irena llegaron esa noche, Darrach le preguntó por la partida. Kavalek le dijo que estaba muy cansado, que la miraría al día siguiente.
Al volver al hotel se durmió pronto, hasta que fue despertado por el teléfono. “No quería responder, por lo general las llamadas nocturnas no traen buenas noticias”, pero el teléfono siguió sonando, y contestó. Era William Lombardy, el segundo de Fischer, que se disculpó y le comentó que Fischer quería mirar la suspendida con él.
Eran las 3 de la mañana. Al llegar a la habitación de Fischer, “Bill y Bobby dijeron hola, pero nadie dijo nada más”. Lombardy estornudó y Fischer le dijo que no quería contagiarse de su resfrío y quería analizar la suspendida con Kavalek.
Lombardy no dijo nada y se fue. Bobby le dijo a Kavalek que ellos veían la situación de forma diferente: ambos creían que Spassky había sellado lo mejor, pero no se ponían de acuerdo en qué camino elegir. Bobby prefería un camino largo, complicado, donde creía que Spassky podía equivocarse, mientras que Lombardy era más conservador.
Bobby le mostró su idea, era una línea donde tras siete jugadas sacrificaba su alfil para obtener tres peones unidos. “Miré con asombro... no hablamos mucho, podía ver hacia dónde iba y a veces daba una sugerencia. Bobby empezaba a pensar, golpeando la pieza que tenía contra el tablero, y, o bien ignoraba mi idea, o la jugaba, sin hablar”.
“La noche se estaba convirtiendo en mañana y nuestros análisis llegaban hasta 20 jugadas, pero sin una conclusión, a la vista. Era la versión ajedrecística de un trabajo forzado”.
Tras afinar las líneas se llegaba a una posición donde la torre de Spassky se enfrentaba a cinco peones de Fischer, en la que Spassky podía crear una fortaleza, y forzar las tablas.
No se podía profundizar más. Fischer decidió jugar esa línea, en la que entregaba un peón para activar su rey, y poner a prueba los análisis soviéticos. Se fueron a dormir.
Spassky había sellado lo mejor, y pareció que los soviéticos habían analizado igual de bien la suspendida; la partida fue yendo a la posición final de los análisis de Fischer.
Bobby estuvo casi una hora en la jugada 60 y 61 mirando la posición, sacrificó el peón para activar su rey, tal cual lo había analizado. Los análisis de Spassky y su equipo no llegaron hasta allí: Spassky, con poco tiempo, cometió el error decisivo en la jugada 69.
Todo esto, desde la jugada 42, estaba analizado por Fischer y Kavalek. Spassky con poco tiempo jugó 69.Td1+?? [69.Tc3+! era lo correcto, que alcanzaba para empatar] 69...Re2, y ahora las negras ganan, como lo veremos en la partida comentada.
Botvinnik dijo que esta fue la mejor partida de Fischer en el match, la que dio el golpe definitivo a Spassky.
En la nota completa, el GM Franco relata lo sucedido en el resto del match, se refiere a la entrevista que Fischer dio a Kavalek y comenta sobre la decisión de Fischer de no participar en la Olimpiada de Skopie.
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El reto del Gran Maestro
La solución a este problema será presentada en la siguiente columna del GM Zenón Franco.
Partida analizada: Spassky vs. Fischer (13), Reikiavik 1972
+ la solución al problema del número anterior (ver partidas en la lista desplegable)