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Una situación conocida es la relación —de vieja data— del EPO con el dopaje genético. La EPO, eritropoyetina o factor estimulante eritropoyético, es una citocina glucoproteica que estimula la formación de eritrocitos y es el principal agente estimulador de la eritropoyesis natural.
En la actualidad son muchos los estudios sobre terapia génica; los primeros fueron con la eritropoyetina (EPO) y la hormona del crecimiento (muy utilizadas en el dopaje convencional, particularmente en el ciclismo), por lo que vemos que terapia génica y deporte desde primer momento se encuentran estrechamente ligados.
En el caso de EPO el dopaje se aplicaría de la siguiente forma: se inserta el gen de la EPO en el músculo, junto con un switch genético que lo activa cuando los niveles de oxígeno muscular son bajos; esto llevaría a un aumento endógeno de la EPO (fabricada por el propio cuerpo) indetectable por los métodos de control normales.
Al igual que otros productos dopantes, al consumir una sustancia sintética como la EPO, al tratarse de sustancias semi sintéticas, su estructura química no es exactamente igual que la natural. Por lo tanto, con mayor o menor dificultad, son detectables en los controles antidoping.
En conclusión, la aplicación de estos productos se efectuaría normalmente a escala local, razón por la cual ni en la orina y sangre del atleta “dopado” aparecen restos indicativos de la “trampa”, solo la posible biopsia muscular de la zona de aplicación permitiría la detección directa. Sin embargo, la AMA estima que el mejor método de detección podría estar relacionado con el “pasaporte biológico” mediante el cual se pueden detectar cambios significativos en el cuerpo de un atleta.
Sí. La AMA dispone de una amplia gama de posibles técnicas moleculares que se desarrollan de manera rutinaria hoy en día, como las técnicas propias de la biología molecular. Las mismas —llamadas técnicas moleculares— pudieran facilitar la detección de posibles diferencias entre un genoma “normal” y un genoma “alterado”.
En términos generales, la acción de esta metodología pudiera desarrollarse en los pasos siguientes:
Desde hace más de 30 años, se han adelantado experiencias con ratones en diferentes laboratorios. Organismos y empresas privadas como Wyeth Pharmaceutical y la Universidad de Pennsylvania, ambas en los Estados Unidos, han logrado crear nuevos ratones que presentan dos características clave: por un lado, no pueden producir la proteína llamada miostatina y, además, generan un exceso de otra, la folistatina. La combinación de ambos factores hace que los roedores tengan un aumento importante en su masa muscular, y corpulencia, lo que les ha permitido a la vez aumentar su velocidad de desplazamiento a través de laberintos especialmente diseñados
En estos casos, los terapistas hicieron modificaciones sobre el gen de la miostatina. Dicho gen fue descubierto en 1997, cuando los genetistas crearon una cepa de ratones que carecían de él, lo que llevó a la aparición de roedores extra-musculares conocidos como los ratones poderosos o Schwarzenegger.
En diversos laboratorios han sido creados súper ratones transgénicos, los cuales presentan hasta cuatro veces más músculos que uno normal, producto de incremento de 117% en el tamaño de cada una de sus fibras musculares, lo que provoca un aumento total de su corpulencia de hasta un 73%. Esta corpulencia ha sido lograda gracias a unas mutaciones genéticas que pueden ser de gran utilidad para la medicina, la ganadería, y también en el deporte.
Los investigadores han utilizado la terapia genética en estos ratones para producir elevados niveles de IGF-1, o factor 1 del crecimiento similar a la insulina, una proteína que estimula el crecimiento muscular y la recuperación. Estos ratones han sido llamados Schwarzenegger por analogía con la gran masa muscular y fortaleza del fisicoculturista Mr. Olimpo, Arnold Schwarzenegger.
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Sí y con gran éxito. Científicos chinos han seleccionado perros de la raza beagle, que tienen el doble de masa muscular promedio, para suprimirles un gen. En consecuencia, los perros mutantes tienen un importante incremento en la masa muscular, por lo que se espera que posean la capacidad de correr más rápido y más lejos, lo cual es bueno para la caza y para uso militar y policial.
Igualmente, para crear estos perros, al igual que con los ratones, los investigadores editaron el gen de la miostatina. Una vez inhibido este gen, los animales pudieron ganar significativamente más masa muscular y llegar a ser mucho más fuertes de lo habitual.
Sobre este tema la prensa internacional informó que científicos chinos crearon “perros Schwarzenegger” mediante ingeniería genética.
Entonces, en la utilización de este tipo de terapia, ¿cuáles son los genes candidatos para su uso en el dopaje genético?
Básicamente son cuatro:
Probablemente sea el sistema CRISPR/Cas9 (repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas). La llaman la técnica de biología molecular más innovadora del siglo XXI. Permite editar, cortar, pegar y cambiar genes de una manera fácil y sin necesidad de equipamientos caros de laboratorio.
Se trata de un mecanismo de defensa bacteriano ante los virus. Las bacterias pueden tomar un fragmento del ADN viral, inactivarlo e incorporarlo al propio genoma bacteriano como si fuera una fotografía o las huellas dactilares del criminal que las atacó. Esta copia puede reconocerse porque se encuentra asociada a secuencias cortas y repetitivas. Cuando el virus vuelve a atacar, las bacterias solo tienen que buscar en su “archivo” y darles instrucciones a unas proteínas particulares (entre ellas Cas9) para que ataquen y corten el ADN del virus invasor. Los investigadores consideraron que se podía aprovechar esta potencialidad para eliminar o insertar segmentos específicos de ADN en otros organismos.
En términos generales CRISPR es una técnica que permite editar genes. Ahora los científicos pueden cortar, pegar, empalmar y eliminar secuencias de ADN de una célula e incluso crear genes a medida. Permite introducir mutaciones puntuales, generar organismos modelos para estudiar enfermedades y, a futuro, muchos especulan que podría servir para tratar patologías con base genética.
Evidentemente. Para algunos investigadores los beneficios de esta técnica pasan por dos puntos. Según opinión autorizada, por un lado, permite hacer edición de genomas en cualquier organismo: bacterias, eucariotas unicelulares, plantas y animales vertebrados e invertebrados: es un sistema universal.
Y la otra gran ventaja es que es una técnica relativamente sencilla de usar, que tiene una gran capacidad de atravesar fronteras y de incorporarse rápidamente a muchos laboratorios e institutos. No es necesario tener aparatos sofisticados o técnicos especialistas que las manejen, cualquier persona la puede usar. Aunque desde ya se presentan tremendos problemas éticos, es altamente probable que algunos laboratorios intenten utilizar esta tecnología a favor del mejoramiento artificial del rendimiento deportivo.
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A la fecha, solo se ha verificado dopaje genético a nivel experimental en ratones, perros y otros animales de laboratorio donde la manipulación se realiza sobre genes y proteínas que sirven de estructura a los tejidos muscular y óseo.
La evidencia arroja resultados muy interesantes y prometedores para tratar con enfermedades y defectos presentes en personas con diferentes cuadros clínicos. Sin embargo, desconocemos de aplicaciones similares en tejido nervioso en animales o humanos.
En el caso de los ajedrecistas, en los que la actividad física no es fundamental, la existencia de una tecnología que permita la manipulación de segmentos génicos en tejido cerebral, que puedan tener una influencia observable en el desempeño deportivo, está muy lejos —por no decir improbable— de ser una realidad.
Además, recordemos que el rendimiento deportivo es el resultado de la interacción de una serie de factores bioquímicos, fisiológicos, físicos y psicológicos, donde la manipulación de un gen o conjunto de genes no sería claramente determinante de una ventaja deseada.
En mi opinión, independientemente de los intentos de algunas mentes afiebradas de crear súper atletas o ciborgs con competencias intelectuales superiores, con los protocolos de la tecnología actual es improbable que lo hagan vía dopaje genético. Inclusive, más allá de las necesarias consideraciones bioéticas, para la optimización del desempeño ajedrecista existen mejoradores cerebrales que pusieran contribuir moderadamente a tal fin, pero no mediante la aplicación de una terapia génica especifica aún desconocida.
En consecuencia, estimo que sus mejores chances podrían estar en aplicaciones específicas de la inteligencia artificial en combinación con la administración de fármacos que actúen como mejoradores cognitivos.
Finalmente, y considerando el estado actual del arte, el dopaje genético no se ha mostrado probable, factible, necesario, ni éticamente deseable.