Master Class Vol.8 - Magnus Carlsen
Let our authors show you how Carlsen tailored his openings to be able to outplay his opponents strategically in the middlegame or to obtain an enduring advantage into the endgame.
Con la evolución de nuestra sociedad, en particular la occidental de los últimos 130 años contados a partir de la primera Olimpiada de la Era Moderna, el deporte y su concepción ha variado significativamente; convirtiéndose en fenómeno de masas muy por encima de cualquier otra expresión cultural. Sin embargo, al revisar fuentes como el Diccionario de la Lengua Española, este define el término deporte como una “actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas”. Igualmente, al revisar la Carta Europea del Deporte, encontramos que lo define como
“Todas las formas de actividades físicas que mediante una participación organizada o no, tienen como objetivo la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o la obtención de resultados en competición de todos los niveles”.
Estas definiciones coinciden en un término clave, la “actividad física”; esto es:
Todo aquel proceso en donde se ponen en práctica una serie de ejercicios en los que se trabajan los músculos y en donde se realiza mayor gasto energético en comparación a cuando el cuerpo se encuentra en reposo y que puede ser puesta en marcha por cualquier ser vivo que tenga la capacidad para moverse. Este tipo de acciones pueden ser llevadas a cabo de manera natural en acciones tan sencillas como caminar, correr, nadar, bailar, o puede ser llevada a cabo de manera organizada, tal es el caso de las rutinas de ejercicios empleadas por los deportistas en un entrenamiento. Cabe destacar que la actividad física también conlleva un conjunto de procesos de tipo emocional y psicológico.
(Conceptos-Definiciones)
Más allá de tales coincidencias, comunes a los deportes reconocidos como tales por el Comité Olímpico Internacional (COI), la práctica deportiva ha sufrido una serie de adaptaciones importantes, no solo por el ingreso de la tecnología, el marketing y los medios masivos de comunicación y las redes sociales, sino por la visión que originalmente se tenía de ellos. Recordemos que, por ejemplo, los deportes que participaban en el Programa de Verano y de Invierno, tenían como característica fundamental el amateurismo. Pues, como podremos verificar, hace más de 3 décadas que esta visión dejó de ser “práctica” para el COI desde el momento en que abrió sus puertas a los deportistas profesionales.
Así mismo, el surgimiento de nuevas expresiones competitivas como la escalada, el brakedance y los juegos de la mente, han terminado modificando el concepto original de deporte y su naturaleza. De hecho, organizaciones internacionales como las Naciones Unidas sostiene expresó en su Asamblea General de 2015:
Reconocemos que el deporte contribuye cada vez más a hacer realidad el desarrollo y la paz promoviendo la tolerancia y el respeto, y que respalda también el empoderamiento de las mujeres y los jóvenes, las personas y las comunidades, así como los objetivos en materia de salud, educación e inclusión social.
(ONU, 2015)
Algunos autores consideran que jugar ajedrez es una acción sedentaria, carente de actividad física, de movimientos que generen sudoración, cansancio o fatiga. Un juego tranquilo donde los movimientos se limitan, exclusivamente, a la motricidad fina y que, por lo tanto, no es posible -desde esta visión- considerarle deporte.
Efectivamente, el ajedrez aparenta ser una actividad tranquila, con limitada movilidad y estrés, pero al hacer las evaluaciones fisiológicas y psicológicas de participantes en torneos de diferentes categorías, la percepción de un juego de poco movimiento y desgaste físico, queda a un lado. En particular, cuando nos referimos al ajedrez competitivo.
Grandes maestros del tablero han coincidido en considerar la práctica del ajedrez de alto rendimiento como algo muy exigente, duro, árido y difícil de manejar; inclusive, aun disponiendo de recursos tecnológicos nunca antes soñados. También concuerdan en que, para obtener un alto nivel de experticia, los ajedrecistas -en promedio- deben dedicar hasta 10 años de entrenamiento y participación en torneos de nivel competitivo. De tal manera que, el ajedrez en tanto deporte de competición, demanda un largo tiempo de experiencias acumuladas en el entrenamiento y la práctica magistral.
Al hablar de ajedrez de competencia, rendimiento e, inclusive, profesional, nos estamos refiriendo a la organización de eventos oficiales (torneos, matches y campeonatos; individuales o por equipos, nacionales o internacionales), en los cuales participan de forma regular o sistemática, ajedrecistas de la más alta calificación, desde fuertes jugadores de club hasta grandes maestros que disputan el título de campeón, absoluto o femenino. Según Rogers (1951, 1961),
El prestigio que rodea a la inteligencia y a las habilidades cognitivas en occidente, en especial en los tiempos modernos, guarda una estrecha relación con este punto. El ajedrez emplea la lógica, el raciocinio y el análisis científico, que son los rasgos más distintivos de nuestra especie. Desde hace muchos años la Psicología ha destacado que todos los seres humanos necesitamos sentirnos importantes ante nosotros mismos, buscamos desarrollar y fortalecer nuestro sí-mismo (self), nos acercamos a la gente, circunstancias y actividades que contribuyen a este objetivo y nos apartamos de los que no lo hacen.
Más adelante y en relación con el concepto de autoestima, “parece que para los ajedrecistas de competencia su imagen personal y su autoestima están muy relacionadas con la práctica de su deporte favorito”.
CR7 “El Bicho” y Magnus Carlsen
Blanco (2004), afirmó que una actividad, para ser considerada deporte, debe estar conectada con la actividad física.
Cada día la preparación física de los ajedrecistas es más exigente; en particular en jugadores de alta competencia que necesitan un sistema nervioso muy estable y un organismo que le permita soportar las múltiples tensiones generadas por duras partidas de ajedrez. Los ajedrecistas modernos tienen generalmente uno o varios deportes o actividades físicas complementarias: tenis, natación, trote, boliche, pesas, etc.; que les permita mantenerse en óptima forma física y así poder enfrentar los rigores de la partida. Con estas actividades de potencia, fuerza o velocidad, los ajedrecistas contribuyen al mejoramiento de su estado físico y mental, pudiendo así producir partidas de mayor nivel técnico y respondiendo a las demandas físicas y emocionales exigidas por los torneos modernos.
En esa misma línea, este autor nos indica que el deporte se distingue de otras expresiones humanas, por una serie de características específicas, siendo probablemente la más conocida la relacionada con la actividad física entendida como ejecución de ejercicios físicos específicos.
Entonces, en el caso del ajedrez estamos en presencia de un deporte aparentemente sedentario (dos personas sentadas frente a frente teniendo un tablero y figuras de por medio), porque su actividad parece estar únicamente asociada al movimiento de las piezas y el control del reloj, ambos hechos con las manos. Efectivamente, la limitada movilidad observada está circunscrita a la relación ojo – mano – cerebro; característica de una motricidad fina.
En relación con la actividad física desplegada por un ajedrecista en partidas de torneo, Guzmán Grados opina que,
En las competiciones ajedrecísticas el jugador debe permanecer sentado en silencio durante horas, realizar sus movimientos sobre el tablero cada cierto tiempo y llevar la anotación de los mismos en su planilla de juego. En apariencia no se le exige físicamente un esfuerzo mayor. Sin embargo, como ya hemos señalado, su mente vive un mar de actividad incesante, en el que las vivencias emocionales juegan su propio rol al lado de las más cognitivas, lo que se traduce en el incremento de la activación fisiológica que, a diferencia de lo que ocurre en los deportes de contacto directo y de movimientos amplios, no encuentra una vía de escape física. En cualquier competencia deportiva de alto nivel, es perfectamente esperable que los participantes experimenten inquietud y tensión emocional (“nervios”) antes o durante los primeros momentos de la misma. Una vez iniciado el juego, lo usual es que el despliegue físico la disipe o absorba al servir de vía de expresión. No ocurre así en el ajedrez, donde es probable que el jugador continúe acumulando una creciente tensión de naturaleza psicofisiológica durante horas.
ChessBase, 2005
Más allá de la aparente tranquilidad en la que se desenvuelven ajedrecistas de rendimiento, en realidad el ajedrez es un deporte exigente (fuerte, duro e inflexible ante el error). Por ejemplo, es normal que un ajedrecista pierda considerable peso durante la competición. La revista Time indicó “un reciente experimento fisiológico realizado en la Universidad de Temple mostró que la sudoración o pérdida de agua causada por el ajedrez, como consecuencia del alto desgaste energético de un ajedrecista es comparable con el de una sesión de boxeo o de fútbol; de hecho, no es inusual que un gran maestro pueda hasta perder 15 libras”.
El Dr. Helmunt Pfleger de Alemania, un gran maestro internacional de ajedrez, condujo un experimento científico en el marco del Torneo de Grandes Maestros de Múnich (1979). En dicho estudio, patrocinado por la Federación Alemana de Deportes, participaron también los investigadores K. Stoker (Universidad de Múnich), H. Pabst (Centro de Investigaciones de Medicina Deportiva de la Federación de Baviera) y G. Haralambie (Clínica Médica Universitaria de Freiburg).
En este experimento con ajedrecistas de alto nivel, fue medida la frecuencia cardíaca y los niveles de presión sanguínea. Los valores conseguidos se mostraron entre 2.5 y 3 veces más altas que normales de un individuo en reposo. Test relativos al estado físico de los participantes que fueron comparados con los de otros deportistas profesionales (curling, golf, car racing y tiro con arco), mostraron valores similares.
En lo que se refiere a las capacidades físicas generales como la excitabilidad neurovegetativa y a los parámetros del aparato circulatorio durante la competición, los ajedrecistas resultaron ser igualmente comparables con los deportistas de las llamadas “actividades atléticas ligeras” por lo que, también con arreglos a estos criterios, el ajedrez puede ser incluido con razón entre las actividades deportivas.
Respecto a la presión arterial, se concluyó que las elevaciones de esta variable dependen de la constitución del jugador y de las tensiones generadas durante la partida.
En relación con la frecuencia cardiaca se observó que posiciones sobre el tablero en las que una ventaja que promete victoria, puede producir tranquilidad y reducción de la frecuencia cardiaca en un jugador y, pero en otro, al encontrarse cerca de la meta y temer perder la supremacía, puede producirse una aceleración mayor que antes.
Así mismo, quedó demostrado que el miedo y con él la frecuencia del pulso, es a menudo mayor durante la espera de una jugada del adversario y la consiguiente pasividad asimilativa, que durante la elaboración de los propios planes que suponen un influjo activo. Al finalizar la partida, cuando todo ha quedado concluido, se produce una relajación catártica con caída en la frecuencia del pulso.
Respecto a las pruebas de esfuerzo de unos ajedrecistas se establecieron comparaciones con diversas actividades deportivas (deportes a motor, tiro deportivo, etc.), en las que el puro rendimiento corporal no parece tener relevancia. La comparación del rendimiento demostró que con los ajedrecistas se obtienen valores similares a los habituales en otros tipos de deporte. Finalmente, esta investigación mostró que resultados de test sobre colesterol producen resultados que son igualmente favorables, como en otros deportes, en la prevención de la aterosclerosis.
Continuará…
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