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En esta Era del Conocimiento y la Información se han multiplicado los desafíos y las amenazas: pandemias como la Covid19, bruscos cambios ambientales, sequía, deforestación y escasez de agua potable; además de los graves problemas derivados del uso de combustibles fósiles, explosivo crecimiento poblacional, progresiva hambruna, guerras locales que alcanzan niveles globales, una migración no controlada con más de 100 millones de personas deambulando sin rumbo por distintos lugares, desfases en la economía y preocupante recesión global.
Lamentablemente estos poderosos retos son parte creciente de la herencia planetaria que legamos a las futuras generaciones; esto es, a nuestros hijos y nietos; por lo que tenemos la responsabilidad histórica de buscar soluciones inmediatas, consensuadas y sostenibles en el tiempo, so pena de que la especie humana inicie su camino hacia una inexorable extinción.
Evidentemente, la educación no escapa a esta realidad inclusive- es una de sus principales víctimas. Para colmo, el modelo de formación docente tradicional está agotado
Esta realidad, donde el cambio y la incertidumbre nos presionan, obliga a mejorar los procesos de adaptación y sobrevivencia. Nos exige revisar permanentemente nuestros sistemas educativos para la promoción de “solucionadores de problemas”. En tal sentido, estimamos que los nuevos modelos educativos deben especificar la necesidad de reconocer que alcanzar el estatus de Sociedad del Conocimiento exige mayores capacidades de pensamiento analítico, crítico y creativo y, para lograrlo, es necesario seleccionar de manera cuidadosa los contenidos y las metodologías correspondientes.
De hecho, los expertos consideran que el panorama que se aprecia en las aulas no corresponde al perfil del alumno que necesita la educación del siglo XXI, debido a que aún existen grandes brechas en el proceso de enseñanza-aprendizaje por no desarrollar las competencias básicas con relación a la lectura, la escritura y el cálculo, aún y cuando egresan de la educación básica. De esta manera, es esencial que el docente entienda que debe complementar su formación en el área científica; en particular, con el estudio general del cerebro. La necesidad de saber cómo el cerebro desempeña sus funciones y que este conocimiento le dará una nueva oportunidad para el desarrollo integral del alumno.
El término formación, proviene del latín formatio -onis, que se traduce como la acción y efecto de formar o formarse; y docencia, que procede del latín docens –entis, que a su vez es participio activo de docere, lo que se traduce como enseñar, que es perteneciente o relativo a la enseñanza (RAE, 2014). En tal sentido, la formación docente es una palabra compuesta que hace referencia a los procesos educativos y se traduce en el desarrollo de la práctica docente en el aula, lugar donde se articulan los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Feixas (2015) considera a la formación docente como un proceso dinámico y pertinente, que implica una trayectoria formativa que incluye la carrera universitaria hasta el posgrado; de acuerdo con la sociedad del conocimiento, durante el tránsito por estas etapas de formación, el docente debe adquirir las competencias profesionales, tanto en el plano afectivo como social.
El ejercicio de los procesos de formación, capacitación y actualización docente, consiste en un conjunto de actividades, cuyo propósito es mejorar su rendimiento profesional presente o futuro; aumentando su capacidad a través del perfeccionamiento de los conocimientos, habilidades y actitudes del docente que se incorpora a proyectos y programas de ajedrez en las escuelas. A tal efecto, las competencias fundamentales del docente, según este enfoque, se centran en los conocimientos de la disciplina y en el dominio de las técnicas didácticas para una transmisión más eficaz, activa y significativa.
En un principio, esta acción debería ser realizada por el organismo de educación encargado de desarrollar tal iniciativa con el ajedrez en sus escuelas: ministerio de educación (cultura y/o deportes), secretaria de educación (cultura y/o deportes), etc.
Estos organismos oficiales, además de administrar escuelas y bibliotecas escolares, son las responsables del personal que en ellos laboran.
Al mismo tiempo, de estar obligados constitucionalmente y a través de la ley correspondiente (de educación, cultura y/o deportes), a cumplir los lineamientos ya establecidos para el desarrollo de programas a nivel de educación inicial primaria y/o secundaria. Sin embargo, la sugerencia es que, en un marco de sinergia institucional, las federaciones nacionales de ajedrez mediante sus ligas, asociaciones estadales o provinciales y clubes adscritos, formen parte importante de la estructura que coordine el desarrollo de tales propuestas enmarcadas en lo que se denomina “innovación educativa”
Efectivamente, nuestras federaciones y demás organizaciones ajedrecísticas enfrentan un desafío que nos exige el diseño de una propuesta con metas bien definidas, estructura organizativa adaptada a necesidades pedagógicas y organizativas y una coordinación y dirección que cuente con una visión amplia, consensuada y colaborativa para que las metas planteadas se puedan cumplir. Con base en esta realidad, en la Comisión EDU FIDE entendemos que la formación y actualización docente es una inversión; un valor añadido necesario para lograr los objetivos de calidad competitiva, en el marco del desarrollo personal y eficacia profesional en una organización ajedrecística dada.
Por otro lado, estimamos que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), mantendrá su competitividad a partir de la optimización de sus servicios. Y para ello es imprescindible que sus empleados y miembros de las distintas comisiones de trabajo, se encuentren permanentemente actualizados; no solo en sus respectivas áreas de especialización –como es el caso de las comisiones de árbitros, entrenadores, organizadores y educadores- sino también en lo relativo a los objetivos y fines perseguidos por FIDE en su programación anual. De tal manera que el principal objetivo de la capacitación / formación es producir mejoras cuantificables en la eficiencia de sus funcionarios afiliados para que éstos –a su vez- aporten el crecimiento necesario y de esa manera se alcancen altos índices de productividad.
Por su parte, la Comisión de Ajedrez y Educación es uno de los grupos de trabajo más activos dentro de la organización FIDE. Su Visión es ser el equipo de trabajo reconocido por la calidad humana y profesional de sus miembros, en la aplicación de las políticas FIDE relativas a la promoción de los valores pedagógicos y culturales del ajedrez en los diferentes ambientes educativos de nuestras federaciones afiliadas. Mientras que tiene por Misión, contribuir, a través de las comisiones EDU locales, a alcanzar sus metas educativas y culturales, proveyéndoles de atención, servicios y soluciones innovadoras.
Se aspira que entes como la UNESCO, FIDE y otros organismos multilaterales, pongan a disposición de los miembros de nuestras comunidades educativas, plataformas de asistencia técnica aplicando los últimos avances de la Inteligencia Artificial.
Igualmente, a nivel nacional, es necesario optimizar los recursos tecnológicos a ser utilizados por los docentes durante todas las etapas del proceso de enseñanza – aprendizaje; promover estrategias que reduzcan la brecha digital creada entre aquellos con posibilidad de tenencia y acceso a los recursos tecnológicos necesarios para la interacción online; y, proyectar una campaña de comunicación entre los diferentes actores de la comunidad educativa: directores, administradores, supervisores, docentes, alumnos y padres de familia.
Respecto a la formación docente en ajedrez proponemos que:
