La concepción de la ética en el deporte
El deporte es uno de los fenómenos sociales de mayor amplitud y alcance de los últimos 100 años. Una actividad socio-cultural que permea los diferentes estratos de nuestra civilización sin discriminación de género, condición económica o filiación religiosa. Según Irina Bokova, la directora general de la UNESCO, “El deporte es un motor para el desarrollo y la igualdad. El deporte, una pasión compartida por hombres y mujeres alrededor del mundo, es una fuerza para el bienestar físico y el empoderamiento social”
El deporte es una de las actividades centrales de nuestra sociedad, tal y como demuestra un informe reciente sobre las actitudes de los norteamericanos con respecto al deporte, según el cual el 96,3% de la población americana, juega [a algún deporte], o ve [algún deporte], o lee artículos sobre deporte con bastante frecuencia, o se identifica con algún equipo o jugador particular.
R.L. Simon, 1991
Nuevas disciplinas han sido creadas a partir de los Juegos Olímpicos de Verano de 1896, cada una de ellas con sus propias federaciones internacionales regidas por estatutos específicos; todos enmarcados en los principios del Movimiento Olímpico, el Espíritu Deportivo y el Juego Limpio; conceptos asociados al dominio de la Ética.
Sin embargo, la definición del término deporte adquiere diferentes formas y enfoques; por ejemplo, según la Carta Europea del Deporte, considera que el deporte es:
Todo tipo de actividades físicas que, mediante una participación, organizada o de otro tipo, tengan por finalidad la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de relaciones sociales o el logros de resultados en competiciones de todos los niveles” que además, consiste por ello en un fundamento asociativo del aprendizaje democrático, dado que “es una actividad social y cultural basada en la libertad de elección, que alienta los contactos entre los ciudadanos y los países europeos y desempeña un papel fundamental en el objetivo del Consejo de Europa, al reforzar los lazos entre los pueblos y desarrollar la conciencia de una identidad cultural europea.
Así mismo, el deporte como práctica puede ser generador de un conjunto de capacidades morales que se extiendan al resto de prácticas humanas, esta es la posición que defiende Peter J. Arnold en Sport, Ethics and Education.
El deporte posee normas que regulan su actividad. En este sentido podemos considerar al deportista no solo como aquella persona que podrá obtener placer en el propio ejercicio del deporte, sino como alguien comprometido con todo lo relativo a su persona y relaciones con su entorno. Entramos así, en terrenos de la Ética.
La Ética es uno de los campos de la filosofía cuyo objeto de estudio es la forma en la que nos comportamos y vivimos en sociedad; así mismo considera nuestra postura respecto al bien y al mal, lo aceptable o inaceptable en nuestra búsqueda de una vida plena, libre y feliz. En consecuencia, la ética es la ciencia del comportamiento moral de los individuos en sociedad; un signo específico de conducta humana.
Algunos autores concuerdan con que la ética en la filosofía es el estudio de las cuestiones morales, la forma de ser y de actuar de los seres humanos, y su comportamiento y carácter. Busca descubrir lo que motiva a cada individuo a actuar de una determinada manera, lo que significa que también diferencia el bien y el mal y otros aspectos de la conducta humana. De tal manera que la ética en la filosofía estudia:
- Los valores que rigen las relaciones interpersonales
- Cómo las personas se posicionan en la vida
- ¿De qué manera ellas conviven en armonía con las demás personas en un marco social dado?
Aunque tendemos a tomar como sinónimos los términos ética y moral, en realidad no lo son. La ética tiene que ver con el modo en que actúan las personas; mientras que la moral está relacionada con leyes, reglas, normas y costumbres culturales.
Vale señalar que - en la filosofía clásica- la ética abarca diversas áreas del conocimiento tales como la psicología, la sociología, la economía, la educación, la política, la estética, etc.
Varios filósofos como Sócrates, Aristóteles, Epicuro y otros trataron de estudiar la ética como un área de la filosofía que estudiaba las reglas de la sociedad, la conducta de las personas y lo que les hace elegir entre el bien y el mal.
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Por su parte, el marco ético en el deporte se inspira para luchar contra algunas presiones e influencias de la sociedad moderna, que implican una amenaza para los principios tradicionales del deporte, inspirados en la nobleza y el juego limpio.
El ajedrez como deporte
Todo deporte tiene como objetivo ganar, lo cual implica confrontación, competitividad y lucha; características que el ajedrez comparte con los demás deportes.
El ajedrez es claramente una actividad competitiva y, en principio, los juegos deben ser actividades competitivas para ser considerados como un deporte. Así mismo, al jugar al ajedrez competitivo, bajo reglas y condiciones preestablecidas, los ajedrecistas necesitan las mismas condiciones físicas y mentales generales que necesita cualquier otro deportista.
Desde 1999 el Comité Olímpico Internacional (COI), considera que el ajedrez es un deporte y, por tanto, está representado oficialmente en el seno de su asamblea general.
El ajedrez es una metáfora bélica; siendo así, su naturaleza gira en torno a estrategias, tácticas, maniobras y mucho trabajo psicológico. Con el único objeto de derrotar al adversario. Evidentemente, el desgaste físico y mental de esa batalla es enorme.
Una serie de informes, investigaciones y análisis recopilados por la FIDE y el propio COI señalan al ajedrez como deporte porque: es accesible a todos, tiene el carácter divertido de un juego, es universal, está regido por leyes y reglas, adopta la forma de una competición, se aplica el principio del rendimiento, está amparado en una organización mundial con un sistema de regulaciones bien definido, cumple con lo establecido en el Código Mundial Antidopaje, acata los principios del Juego Limpio, está conectado con la actividad física, entre otras.
Según MacIntyre:
"Aquel que practica el ajedrez está desarrollando un conjunto de capacidades necesarias para ello, a la vez que adquiere la habilidad de jugar al mismo. La visión estratégica, la capacidad lógica, el saber anticiparse a los actos del otro, el respeto por las reglas y tradición del ajedrez… son ejemplos de esas capacidades (él las denomina bienes inherentes a la práctica) que no pertenecen en exclusiva a la práctica del ajedrez, sino que están relacionados con otro tipo de prácticas sociales".
Vale recordar que Benjamín Franklin (1706-1790), inventor, estadista, ensayista y uno de los redactores de la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (1790), escribió un artículo llamado “La moral del ajedrez” como uno de los capítulos de su libro “Ensayos”, obra que posteriormente fue divulgada en ruso hacia 1791.
Este genio del pensamiento universal consideraba que:
La lucha sobre el tablero implica un aprendizaje de actitudes y comportamiento humanos que los jugadores incorporan a su bagaje ético general”. Igualmente consideraba que “lo trascendente de la práctica del ajedrez se basa en la relación entre dos seres humanos, siendo lo importante la ganancia de respeto y estima, no la partida a secas.
Franklin consideraba que, “el código moral se aprende y de alguna manera penetra la personalidad convirtiéndose más tarde en una respuesta no meditada, automática, en cierto grado”.
El deporte está conceptualizado como valor en nuestra sociedad contemporánea; aún más ¡un valor del tipo vital! Igualmente, el concepto de creatividad es un tipo de valor técnico por su indiscutible papel en el mejoramiento de la calidad de vida. Así mismo, los valores disciplina y orden, deben ser tenidos en cuenta para facilitar las múltiples relaciones que se dan en nuestra sociedad.
A pesar de la importancia del valor social del deporte, existen varias lacras que parasitan el mundo del deporte; entre ellas destacan: la violencia, el racismo, el nacionalismo, el engaño y el dopaje. La información disponible sobre estos temas es casi inabarcable; en particular cuando se trata de la última de ellas; el dopaje.
La experiencia nos indica que los tramposos del deporte parecieran llevar siempre un paso adelante; quizás por aquello de que “los villanos suelen ser los primeros en adoptar las nuevas tecnologías” Esto nos obliga a buscar y descubrir novedosos métodos y procedimientos para detectar dopaje y a incorporarlos a un arsenal cada vez más amplio, sofisticado y confiable. (“Dopaje y trampas en el ajedrez”)
Fuentes y enlaces