Querida comunidad del ajedrez:
El ajedrecista cubano marcó un hito en su época y en todas, en una época en la que el ajedrez romántico daba sus últimos estertores, pasando al ajedrez psicológico y empezando a vislumbrarse el ajedrez científico. Para aprender, entender y apreciar.
Llegamos a esta Navidad de 2025 cargando las tensiones de un mundo convulso. Vemos las fisuras, las divisiones y los desafíos que, como piezas dispersas, amenazan la estabilidad del gran tablero global.
Sin embargo, para nosotros, los que compartimos la pasión por el juego más profundo, la Navidad tiene un significado único. Es un tiempo de paz interior y reflexión estratégica.
El ajedrez nos enseña que el verdadero poder reside en el pensamiento sereno y en la capacidad de ver más allá del movimiento inmediato. El espíritu navideño nos invita a aplicar esta misma sabiduría a nuestras vidas y al mundo: a dejar de lado la agresividad innecesaria del ataque ciego y a buscar la armonía en la posición.
Cada jugador en el planeta es un portador de esta luz mental. Debemos recordar que, aunque estemos en bandos opuestos en el tablero, estamos unidos por la misma búsqueda de la belleza, la lógica y la verdad. En el fondo, el ajedrez no se trata de destruir al adversario, sino de alcanzar un estado superior de comprensión mutua.
Que esta Navidad seamos como el Rey: protegidos, pero moviéndonos con prudencia y con conciencia de todo lo que nos rodea. Abracemos la diversidad de estilos, la camaradería sincera y el respeto profundo que nos une.
Extendamos la mano sobre el tablero, no para el jaque, sino para desearnos paz y sabiduría.
¡Felices fiestas y que la luz de vuestro pensamiento guíe vuestro camino en el nuevo año!
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