Neurociencia, autismo y ajedrez: explorando conexiones para una educación inclusiva (I)

por Uvencio Blanco Hernández
11/04/2025 – El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición neurodivergente que plantea desafíos, pero también revela habilidades cognitivas únicas. Gracias a los avances en neurociencia, comprendemos mejor estas diferencias, especialmente en funciones ejecutivas clave. Este artículo explora cómo el ajedrez, con su lógica estructurada y potencial terapéutico, puede convertirse en una poderosa herramienta para potenciar el desarrollo emocional, social y cognitivo de personas con TEA, abriendo nuevas puertas a la inclusión educativa y al bienestar personal. | Imagen: Uvencio Blanco Hernández

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Lo que llamamos Trastorno del Espectro Autista

El autismo, conocido formalmente como Trastorno del Espectro Autista (TEA), es una condición del neurodesarrollo que afecta la comunicación, la interacción social y los comportamientos repetitivos o restringidos. En los últimos años, el abordaje científico del TEA ha avanzado significativamente gracias al desarrollo de las neurociencias, permitiendo una comprensión más profunda de las particularidades cognitivas, sensoriales y emocionales de las personas con esta condición. Paralelamente, disciplinas como el ajedrez han comenzado a emerger como herramientas potencialmente valiosas para promover el desarrollo cognitivo, emocional y social, especialmente en contextos educativos inclusivos.

Este artículo explora el fascinante cruce entre estos tres dominios: neurociencia, autismo y ajedrez, con el propósito de destacar su sinergia y el valor que puede aportar a modelos educativos más empáticos, eficaces e inclusivos.

La neurociencia y su enfoque TEA

Desde la perspectiva neurocientífica, el cerebro autista no es un cerebro «dañado», sino diferente. Las técnicas de neuroimagen han revelado patrones de conectividad cerebral atípica en individuos con TEA, lo que se traduce en formas únicas de procesar la información.

Algunas áreas cerebrales relacionadas con la percepción visual, la memoria de trabajo y la atención pueden presentar hiperconectividad, mientras que otras vinculadas con la teoría de la mente o la empatía pueden tener una conectividad reducida. Estos hallazgos no solo explican muchos de los desafíos asociados al autismo, sino que también destacan sus fortalezas. Por ejemplo, muchas personas dentro del espectro autista tienen habilidades superiores en tareas de atención al detalle, memoria visual, reconocimiento de patrones y pensamiento lógico, habilidades que se alinean directamente con las demandas cognitivas del ajedrez.

Las funciones ejecutivas

Como hemos visto, las llamadas funciones ejecutivas en niños y jóvenes TEA aparecen alteradas. Se trata de un conjunto de habilidades o procesos mentales de alto nivel que nos permiten planificar, tomar decisiones, resolver problemas, controlar impulsos, regular emociones y dirigir la atención. Son esenciales para la autorregulación y el comportamiento orientado a metas; desarrollándose principalmente en la corteza prefrontal del cerebro.

Principales funciones ejecutivas

Aunque hay diferentes variables o modelos, en general se reconocen tres funciones ejecutivas «centrales»:

Inhibición (o control inhibitorio)

Capacidad de controlar impulsos y resistir distracciones.

Permite pensar antes de actuar.

Ejemplo: no interrumpir en clase o esperar tu turno en una conversación.

Memoria de trabajo

Habilidad para retener y manipular información en la mente por un corto periodo.

Es clave para el razonamiento, la comprensión y la resolución de problemas.

Ejemplo: hacer un cálculo mental o seguir instrucciones complejas.

Flexibilidad cognitiva (o cambio de tarea)

Capacidad de adaptarse a nuevas reglas, cambiar de estrategia o ver un problema desde diferentes perspectivas.

Ejemplo: cambiar de ruta al conducir si hay tráfico o modificar una estrategia en ajedrez si el rival cambia el enfoque.

Funciones Ejecutivas de Orden Superior

Funciones ejecutivas de orden superior son un conjunto de procesos mentales complejos que permiten a los seres humanos planificar, tomar decisiones, resolver problemas, razonar, reflexionar y autorregularse en contextos novedosos o desafiantes. Estas funciones son fundamentales para el pensamiento flexible, el control consciente de la conducta y la adaptación a situaciones cambiantes.

Estas funciones van más allá, ya que dependen de la coordinación de esas funciones básicas Para llevar a cabo actividades mentales más sofisticadas, como:

Planificación

Capacidad de anticipar y organizar pasos hacia una meta futura.

Toma de decisiones

Evaluar opciones, consecuencias y seleccionar la más adecuada.

Razonamiento abstracto

Pensar más allá de lo concreto; trabajar con ideas,

analogías y relaciones complejas.

Resolución de problemas

Identificar un problema, generar soluciones y elegir la mejor.

Metacognición

Pensar sobre el propio pensamiento; monitorear y ajustar estrategias cognitivas.

Autorregulación emocional y conductual

Controlar reacciones emocionales y conductas en función del contexto y objetivos.

Al verificar su base neurobiológica, encontramos que estas funciones están estrechamente vinculadas al lóbulos frontales, en especial la corteza prefrontal, región que madura tardíamente y continúa desarrollándose hasta bien entrada la adultez (aproximadamente a los 25 años).

Aplicaciones y ejemplos

Un estudiante que organiza su tiempo para estudiar y evita distracciones: está usando planificación, inhibición y autorregulación.

Por ejemplo, un ajedrecista que anticipa varias jugadas futuras, evalúa riesgos y cambia su estrategia sobre la marcha: está involucrando toma de decisiones, flexibilidad cognitiva y razonamiento abstracto.

Importancia en el desarrollo y la educación

Las funciones ejecutivas son predictoras del éxito académico y social incluso más que el coeficiente intelectual. Se desarrollan durante la infancia y adolescencia, y son entrenables a través de actividades como:

- Juegos que implican reglas y turnos (como el ajedrez)

- Deportes y actividades artísticas

- Prácticas de mindfulness o meditación

- Estrategias pedagógicas que estimulan el pensamiento crítico y la autorregulación

Ajedrez utilizado en ambientes terapéuticos

Por su naturaleza el ajedrez es un juego de mesa que combina estrategia, lógica, anticipación y control emocional. En el contexto de la neurociencia cognitiva, su práctica activa múltiples redes cerebrales simultáneamente: la corteza prefrontal (toma de decisiones, inhibición, planificación), el lóbulo parietal (orientación espacial, cálculo), la corteza occipital (procesamiento visual), y el sistema límbico (emociones y motivación). Esta estimulación multisistémica convierte al ajedrez en una herramienta rica para el entrenamiento cognitivo.

Para personas con TEA, cuyas áreas de fortaleza suelen incluir el razonamiento visual-espacial, la lógica secuencial y la memorización de patrones, el ajedrez puede representar no solo una actividad placentera, sino también un espacio natural donde pueden expresarse, destacarse y relacionarse sin la carga de normas sociales complejas o ambiguas.

Además, el ajedrez ofrece una estructura predecible y reglas claras, lo cual puede ser particularmente beneficioso para quienes se sienten abrumados por entornos sociales impredecibles. En un tablero de ajedrez, todo tiene una lógica interna; cada pieza tiene su función, su movimiento y su rol. Esto puede aportar una sensación de control, estabilidad y significado que muchas veces es difícil de encontrar en la vida cotidiana de una persona autista.

Es posible que hayas aprendido que el autismo no es una discapacidad; Es una habilidad especial. Pero, ¿cómo hacer uso de ella? Y nuestra respuesta sería usar el ajedrez como una disciplina que no solo podría dar placer, satisfacción y placer a estos niños especiales, sino también mejorar su bienestar físico y mental.

GM Dana Reizniece, vicepresidente FIDE

Supervisora del proyecto Infinite Chess

El ajedrez también favorece la atención sostenida, la tolerancia a la frustración, la planificación a largo plazo y la regulación emocional, aspectos que pueden trabajarse de forma indirecta pero efectiva en personas con TEA, especialmente cuando se cuenta con el acompañamiento de educadores y terapeutas formados en este enfoque.

Desde la educación inclusiva, el ajedrez tiene un valor añadido. No solo puede servir como herramienta terapéutica o educativa para estudiantes con autismo, sino también como un puente de integración entre estudiantes neurodivergentes y neurotípicos.

Al compartir una misma actividad intelectual, donde las diferencias cognitivas pueden convertirse en fortalezas, se promueve una cultura de respeto, empatía y colaboración. La inclusión no se logra solo modificando el entorno físico o adaptando contenidos; se construye día a día cuando todos los miembros de la comunidad educativa reconocen y valoran las distintas formas de ser, aprender y comunicarse.

Existen experiencias exitosas en distintos países que integran el ajedrez como recurso pedagógico para estudiantes con necesidades educativas especiales. Programas como «Ajedrez para la inclusión», en España, o iniciativas en Brasil y Argentina, han demostrado mejoras en la atención, la interacción social y el rendimiento escolar de estudiantes dentro del espectro autista.

En muchos casos, niños considerados «inaccesibles» desde lo verbal, han logrado establecer vínculos significativos con sus compañeros o docentes a través del juego ajedrecístico, utilizando el lenguaje de las piezas como forma de comunicación alternativa.

Sin embargo, es fundamental evitar caer en visiones simplistas o mercantilistas del ajedrez como «cura» para el autismo. El objetivo no es forzar la normalización, sino promover el bienestar y la autodeterminación.

El ajedrez no debe imponerse, sino proponerse como una opción dentro de un abanico de estrategias personalizadas. Cuando se introduce con sensibilidad, respeto y conocimiento del perfil cognitivo del alumno, el ajedrez puede convertirse en una poderosa herramienta de empoderamiento y crecimiento.

En un contexto de educación inclusiva, el ajedrez puede servir de puente entre estudiantes neurotípicos y neurodivergentes, ofreciendo una actividad común donde todos participan bajo las mismas reglas, adaptada a diferentes niveles de habilidad.

Desde el punto de vista de la neuroeducación, este cruce entre ajedrez y autismo se alinea con las premisas de una pedagogía centrada en el cerebro: activa, emocionalmente significativa, y respetuosa de los ritmos individuales. El diseño de intervenciones que combinen conocimientos neurocientíficos con prácticas lúdicas como el ajedrez puede abrir nuevas rutas hacia una educación verdaderamente inclusiva. Aquí, los docentes, instructores de ajedrez, psicólogos y neurólogos tienen un papel fundamental como mediadores entre mundos que, aunque a veces parecen distantes, pueden encontrarse en el tablero.

De tal manera que el juego de ajedrez, en su vertiente terapéutica, ajedrez puede ser una herramienta valiosa para el desarrollo cognitivo de niños con trastorno del espectro autista (TEA). Contribuye al fortalecimiento del pensamiento lógico y la memoria a través de la planificación estratégica y el análisis de movimientos.

Además, mejora la atención y la concentración, habilidades esenciales para el aprendizaje. El ajedrez también fomenta la resolución de problemas y la toma de decisiones, aspectos cruciales en el desarrollo cognitivo. Estas habilidades pueden trasladarse a otros ámbitos académicos y personales, mejorando la adaptabilidad y el rendimiento general. Además, el ajedrez ofrece un entorno estructurado que puede ser particularmente beneficioso para niños con TEA.

Estudios y experimentos relevantes

La investigación psicológica en el campo del ajedrez tiene mas de 130 años; hecho, Binet ya publicaba en 1895 trabajos en los que las principales variables eran memoria, atención y concentración en jugadores de ajedrez.

Ocho décadas después, distintas ramas del conocimiento se integran en torno a un nuevo campo de exploración: la neurociencia. Pero, no es sino hasta finales del siglo pasado y debido al poderoso impulso de la tecnología digital, la nanotecnología y la Inteligencia Artificial que la neurociencia puede dar aportes consistentes sobre el tema TEA.

Seguidamente presentamos un listado de algunos de los estudios y experimentos destacables en este campo.

Neurociencia del autismo

Di Martino et al. (2014) – The Autism Brain Imaging Data Exchange (ABIDE): análisis multicéntrico de conectividad funcional en más de mil personas con autismo.

Uddin, Supekar & Menon (2013) – Desarrollo atípico de redes funcionales: hallazgos sobre la evolución de la conectividad cerebral en TEA.

▸ [Frontiers in Human Neuroscience, 7, 458]

Kana et al. (2006) – Estudio sobre la teoría de la mente en autismo: menor activación de regiones asociadas a la empatía cognitiva.

▸ [Brain Research, 1079(1), 135–146]

Belmonte et al. (2004) – Disfunciones en el procesamiento sensorial y de la atención selectiva en autismo.

▸ [Journal of Neuroscience, 24(42), 9228–9231]

Just et al. (2004) – Underconnectivity Theory: fMRI revela desconexión funcional entre regiones frontales y posteriores en personas con autismo durante tareas de lenguaje.

▸ [Brain, 127(8), 1811–1821]

Continuará…


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Uvencio Blanco Hernández, Venezuela. Comisión Ajedrez y Educación FIDE. Escritor, Investigador, Conferencista, Árbitro Internacional, Organizador Internacional, Entrenador, Profesor de Ajedrez ECU y Lead School Instructor FIDE.
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