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Ericsson definió la práctica deliberada como “un régimen de actividades diseñadas para optimizar el perfeccionamiento de una habilidad”.
Partiendo de este concepto, en el entrenamiento del ajedrez se busca mejorar todas aquellas habilidades cognitivas asociadas al rendimiento deportivo. Nos estamos refiriendo a destrezas tales como atención, memoria, velocidad de reacción, reconocimiento de patrones, resolución de problemas y toma de decisiones; entre otras.
El entrenador intenta, a través de la optimización de tales variables, que sus entrenados obtengan mejoras en los resultados competitivos y, a la larga, una experiencia consolidada y la maestría en el ajedrez.
Ahora bien, ¿a qué nos referimos exactamente al hablar de expertez?
La palabra expertez, que no aparece definida en el diccionario de la Real Academia Española (RAE), está asociada a otras como pericia y experto; por lo cual pudiera entenderse, a los fines del presente artículo, como el conocimiento, sabiduría o habilidad para jugar el ajedrez al más alto nivel.
Según Ericcson, la palabra “experto” se utiliza para definir al sujeto que ha adquirido la habilidad o el conocimiento especializado en un área concreta a través de la formación profesional y la experiencia, capaz de demostrar un rendimiento superior en su actuar”.
Un experto es una persona competente en un dominio determinado. Un individuo capaz de realizar una tarea concreta de forma eficiente, al integrar habilidades, conocimientos y actitudes,
De tal manera que un ajedrecista experto es un titulado o reconocido como Maestro FIDE, Maestro Internacional o Gran Maestro Internacional. Un experto es un jugador competente, hábil o con mucha experiencia en el juego del ajedrez; alguien que domina y comprende –con soltura y amplitud- todas las fases y procedimientos técnicos de una partida. En general, un jugador con reconocidos resultados deportivos.
En este sentido, podemos traer a colación un ejemplo universalmente conocido: el experimento Polgár. Los primeros estudios en los que se destacó la importancia de la práctica continua e intencionada para alcanzar el dominio o experticia de una habilidad en un campo especifico del conocimiento (ajedrez), se realizaron a principios de la década de los 70’s del siglo pasado. El estudio más destacado fue el de los profesores László y Klara Polgár; quienes demostraron que la práctica sistemática de una tarea, conduce a la adquisición, desarrollo y perfeccionamiento de las habilidades implicadas en dicho campo.
Susan, Judit y Sophia Polgar fueron educadas en su casa y orientadas hacia el conocimiento profundo del juego del ajedrez a partir de la resolución de problemas, el cálculo, análisis y valoración posicional. A muy temprana edad alcanzaron el título de gran maestro de ajedrez otorgado por le Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), integraron en múltiples oportunidades el equipo olímpico de ajedrez de Hungría con el cual obtuvieron múltiples medallas tanto por equipos como individualmente.
Así mismo, una de ellas Susan, logró la triple corona mundial femenina en las tres modalidades: clásica, rápida y blitz. Mientras que Judit llego a superar los 2700 puntos de rating, clasificarse entre los 10 mejores del mundo y vencer a varios campeones mundiales; incluyendo a las leyendas Karpov y Kasparov.
Tal y como hemos visto en artículos anteriores, la ciencia cognitiva se ha enfocado en una serie de variables estudiadas en poblaciones de ajedrecistas jóvenes. En el caso de la “práctica deliberada de la tarea”; entendiéndose como tal, el estudio serio y sistemático del ajedrez; no solo de manera individual accediendo al conocimiento teórico, sino de forma práctica, con participación en entrenamiento grupal y en competiciones ajedrecísticas, podemos encontrar varios experimentos que arrojan luz sobre este tipo especial de técnica. Dichos estudios, servirán de orientación tanto a docentes, profesores, instructores y entrenadores de ajedrez profesores o entrenadores.
Rápidamente pudiéramos citar varias experiencias sobre la práctica deliberada de la tarea con aplicaciones en el dominio del ajedrez:
Por ejemplo, en relación con esta variable, Chase y Ericsson (1982), se centraron en el importante papel de las estructuras de recuperación de la memoria de trabajo. Establecieron que la memoria de trabajo tiene al menos los siguientes componentes: la memoria a corto plazo, que proporciona un acceso directo y prácticamente inmediato a estados de conocimiento muy recientes.
La memoria de medio plazo, que consiste en un acceso directo y relativamente rápido a estructuras de conocimiento específicas del dominio y el contexto, que contiene estructuras para controlar el flujo de procesamiento dentro de la tarea actual y proporciona un acceso relativamente rápido y directo a estructuras de conocimiento relevantes para la tarea y el contexto actuales.
En este estudio, mostraron cómo las personas pueden utilizar el conocimiento para lograr un rendimiento superior; tanto en actividades académicas, como en las profesionales y de la vida diaria.
Así mismo, que un componente importante del rendimiento experto es el acceso rápido a un conjunto considerable de estructuras de conocimiento que se han almacenado en ubicaciones directamente recuperables en la memoria a largo plazo"
Otras conclusiones destacables son:
Charness & Bosman, 1990 y Roring & Charness, 2007, examinaron el cambio longitudinal en la habilidad ajedrecística utilizando un análisis de modelo multinivel de una gran base de datos de jugadores de ajedrez de élite en activo (N = 5.011). Los parámetros estimados a partir de curvas de crecimiento cuadráticas indicaron que la edad de máximo rendimiento se produce más tarde en la vida de lo que se había propuesto originalmente y que este pico es independiente del nivel de habilidad inicial.
Los resultados también son coherentes con la hipótesis de que el envejecimiento es ligeramente más amable con los inicialmente más capaces, que muestran un declive más leve después de su pico.
Así mismo, que los niveles más altos de actividad en los torneos de ajedrez, en general, predijeron calificaciones más altas e interactuaron con la edad en la muestra inicialmente más capaz, lo que sugiere que la actividad tuvo efectos menores en la calificación de los adultos mayores.
Estimaron que, aunque el máximo rendimiento en el ajedrez suele tener lugar a mediados de los treinta años de edad o incluso más tarde; es a partir de 12 años cuando la participación de los ajedrecistas en la práctica deliberada aumenta de forma constante y, al mismo tiempo, los resultados en ajedrez mejoran.
Ericsson et al. (1993), establecieron descubrieron que las diferencias en las estimaciones retrospectivas de las cantidades acumuladas de práctica deliberada correspondían a cada nivel de habilidad de los estudiantes (del violín). Concluyeron que "las diferencias individuales en el rendimiento final pueden explicarse en gran medida por las cantidades diferenciales de los niveles de práctica pasados y actuales"
También, que toda habilidad experta aumenta monotónicamente en función de la cantidad de horas de práctica deliberada.
Además, un sorprendente descubrimiento: sostuvieron que no existen diferencias individuales innatas en lo relativo a las habilidades cognitivas o motoras.
Charness y otros (1996, 2005), trabajaron con ajedrecistas calificados a los que organizaron en dos grandes grupos; a los que les solicitaron que estimaran la frecuencia y la duración de su participación en una variedad de actividades relacionadas con el ajedrez (estudio individual, estudio en grupo, entrenamiento, participación en torneos, etc.).
Las variables que representan el tiempo acumulado dedicado al estudio serio solo, al juego en torneos y a la instrucción formal fueron todas correlaciones significativas de la habilidad ajedrecística que fuera medida con base en las calificaciones de rendimiento en torneos (ubicación en la tabla de posiciones, rating performance y rating final). \
Los análisis revelaron que, entre las actividades medidas, el estudio serio por sí solo fue el predictor más fuerte de la habilidad ajedrecística en ambas muestras, y que una combinación de varias actividades relacionadas con el ajedrez explicaba aproximadamente el 40% de la varianza en las calificaciones de la habilidad ajedrecística.
Sin embargo, la relevancia del juego en torneos y de la instrucción formal para la destreza varió en función del tiempo de medición de la destreza (máximo vs. actual) y del grupo de edad (mayor vs. menor de 40 años).
Los ajedrecistas del nivel más alto (es decir, los grandes maestros) dedicaron alrededor de 5.000 horas al estudio serio sólo durante su primera década de juego serio de ajedrez, casi cinco veces la cantidad promedio reportada por los jugadores de nivel intermedio.
Estos resultados proporcionan más pruebas para apoyar el argumento de que la práctica deliberada desempeña un papel fundamental en la adquisición de la experiencia ajedrecística, y pueden ser útiles para abordar cuestiones pedagógicas relativas a la asignación óptima de tiempo a las diferentes actividades de aprendizaje del ajedrez.
H. de Bruin, Smits, Rikers y Schmidt (2008), desarrollaron un estudio en los Países Bajos con el objeto de “explorar el desarrollo de la relación entre la práctica deliberada y la actuación en el ajedrez a lo largo del tiempo” se reportaron los siguientes resultados:
Roring, R.W. y Charness, N. (2008), consideran que el ajedrez internacional es un buen campo de pruebas para el estudio del talento innato y de la practica deliberada de la tarea; porque ambos contextos porque tiene datos longitudinales objetivos, requisitos de tareas invariables y no hay un techo o límite definido. Entre muchas preguntas se plantearon las siguientes:
Para dilucidar estas interrogantes, identificaron y estudiaron a ocho (8) ajedrecistas considerados prodigios. Algunos de ellos no empezaron a jugar al ajedrez especialmente jóvenes, pero alcanzaron rápidamente altos niveles de rendimiento. Cinco ya son muy eminentes, uno de ellos se convirtió en el campeón mundial más joven de la historia a los 18 años.
Estiman probable que los prodigios del ajedrez tengan un gran talento natural. Y que los prodigios en dominios con ciertas características pueden tender a convertirse en eminentes si persisten.
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